30.03.2024 Aufrufe

Diseño de libro Madame Bovary, portada, ilustraciones e interiores.

Sie wollen auch ein ePaper? Erhöhen Sie die Reichweite Ihrer Titel.

YUMPU macht aus Druck-PDFs automatisch weboptimierte ePaper, die Google liebt.

Capítulo VIII

¡Eres como los otros!

Emma se traicionaba, se perdía.

Rodolfo la interrumpió, afirmando que él mismo

se encontraba apurado de dinero.

—¡Ah!, ¡te compadezco! —dijo Ernma—. ¡Sí,

muchísimo!...

Y fijándose en una carabina damasquinada

que brillaba en la panoplia:

—¡Pero cuando se está tan pobre no se pone

plata en la culata de su escopeta! ¡No se compra un

reloj con incrustaciones de concha! —continuaba

ella señalando el reloj de Boulle—; ni empuñaduras

de plata dorada para sus látigos —y los tocaba—,

ni dijes para su reloj. ¡Oh!, ¡nada le falta!, hasta un

portalicores en su habitación; porque tú no te privas

de nada, vives bien, tienes un castillo, granjas,

bosques, vas de montería, viajas a París... ¡Eh!, aunque

no fuera más que esto —exclamó ella cogiendo

sobre la chimenea sus gemelos de camisa—, que de

la menor de estas boberías ¡se puede sacar dinero!...

¡Oh!, ¡no los quiero, guárdalos!

Y le tiró muy lejos los dos gemelos, cuya cadena

de oro se rompió al pegar contra la pared.

—Pero yo te lo habría dado todo, habría vendido

todo, habría trabajado con mis manos, habría

mendigado por las carreteras, por una sonrisa, por

una mirada, por oírte decir: «¡Gracias!» ¿Y tú te quedas

ahí tranquilamente en tu sillón, como si no me

hubieras hecho ya sufrir bastante? ¡Sin ti, entérate

bien, habría podido vivir feliz! ¿Quién te obligaba?

¿Era una apuesta? Sin embargo, me querías, lo decías...

Y todavía, hace un momento... ¡Ah!, ¡hubieras

hecho mejor despidiéndome! Tengo las manos calientes

de tus besos, y ahí está sobre la alfombra el sitio

donde me jurabas de rodillas un amor eterno. Me lo

517

Hurra! Ihre Datei wurde hochgeladen und ist bereit für die Veröffentlichung.

Erfolgreich gespeichert!

Leider ist etwas schief gelaufen!