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Diseño de libro Madame Bovary, portada, ilustraciones e interiores.

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Madame Bovary

saber: las cortinas, la alfombra, la tela para las butacas,

varios vestidos y varios artículos de tocador,

cuyo valor ascendía a unos dos mil francos.

Emma bajó la cabeza; Lheureux añadió:

—Pero si usted no dispone de dinero, tiene

«bienes».

Y le indicó una pobre casucha sita en Barneville,

cerca de Aumale, que no rentaba gran cosa.

Antaño pertenecía a una pequeña granja vendida

por el señor Bovary, pues Lheureux lo sabía todo,

hasta las hectáreas que medía y el nombre de los

colindantes.

—Yo, en su lugar, me desprendería de ella, y

aún me sobraría dinero.

Emma señaló la dificultad de encontrar comprador;

Lheureux le dio esperanzas de encontrarlo;

pero ella le preguntó cómo se las arreglaría para

poder vender.

—¿No tiene usted el poder? — le replicó él.

Aquella palabra le llegó como una bocanada

de aire fresco.

—Déjeme la cuenta —dijo Emma.

—¡Oh!, no vale la pena —replicó Lheureux.

Volvió a la semana siguiente, y presumió de

haber conseguido encontrar, después de muchas

gestiones, a un tal Langlois, que desde hacía mucho

tiempo codiciaba la finca sin ofrecer precio por ella.

—¡El precio es lo de menos! —exclamó Emma.

Había que esperar, por el contrario, a tantear

a aquel mozo. La cosa valía la pena de un viaje, y

como ella no podía hacerlo, él se ofreció para desplazarse

hasta allí y ponerse al habla con Langlois.

Una vez de vuelta, dijo que el comprador ofrecía

cuatro mil francos.

Emma se regocijó al conocer esta noticia.

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