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fase 2 - El Grimorio

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146<br />

Aquelarre: Juego de rol demoníaco medieval<br />

Racionalidad e Irracionalidad<br />

ODOS los personajes, jugadores o no, de Aquelarre<br />

Tposeen dos características secundarias denominadas<br />

Racionalidad (RR) e Irracionalidad (IRR), aunque<br />

se trata en realidad de una sola, pues el valor<br />

de ambas características se basa el uno en el otro: si sube uno<br />

de los dos, el otro se reduce en la misma cantidad. <strong>El</strong> valor<br />

que se posee nos indica la posición o la postura que mantiene<br />

el personaje ante la dualidad Historia-Fantasía que<br />

rodea el mundo de Aquelarre. Entre los humanos, la suma de<br />

RR e IRR es siempre constante, un 100%; da igual la puntuación<br />

que tengamos en las dos, siempre y cuando la suma de<br />

ambas sea 100. Las criaturas irracionales, los ángeles y los<br />

demonios no poseen un mínimo ni un máximo estipulado<br />

en sus valores de RR o IRR, y la única regla que siguen es<br />

que la suma de ambas debe ser del 100% —un demonio<br />

puede tener, por tanto, un 250% en IRR, aunque eso implicaría<br />

tener un -150% en RR—. En el caso de los humanos, sin<br />

embargo, sí que existen unos valores máximos y mínimos<br />

que no podrán sobrepasar sin recurrir a la magia o a la fe: la<br />

RR nunca podrá aumentarse por encima del 100% ni reducirse<br />

por debajo del -100%; la IRR, por otra parte, no ofrece<br />

tantos problemas, ya que puede aumentarse hasta el 200%,<br />

aunque no puede reducirse por debajo del 0%. Esta diferencia<br />

se debe a la propia naturaleza humana, que pertenece al<br />

mundo Racional, lo que, además, les impide lanzar hechizos<br />

sin utilizar componentes —véase el capítulo de Magia, pág.<br />

155—, una imposición que no poseen las criaturas irracionales,<br />

pues para ellas el uso de la magia es algo natural e intrínseco<br />

y no necesitan, por tanto, usar componentes en sus<br />

hechizos.<br />

Sabemos, por tanto, los valores que pueden tener nuestros personajes<br />

en RR y en IRR pero ¿qué significan realmente estas<br />

características? Es una cuestión complicada, pues su verdadero<br />

alcance trasciende las propias reglas y se adentra en los<br />

peligrosos campos de la Filosofía. De todas formas, trataremos<br />

de resumírtelo lo mejor que podamos.<br />

La Racionalidad representa una visión lógica de la vida,<br />

una concepción del mundo razonable, ordenada, científica,<br />

histórica y humana: todo lo que rodea al personaje puede<br />

ser medido utilizando sus sentidos, y lo único verdadero<br />

es lo que podemos tocar, lo cotidiano, lo que nos han enseñado<br />

nuestros mayores, verdades tan evidentes que sería<br />

imposible no creer en ellas: tras la noche llega el día, tras<br />

el otoño el invierno, tras la vida la muerte. Y dentro del ámbito<br />

de la Racionalidad se acoge la noción de la luz, del día<br />

y, por tanto, de Dios —o de Allah o Yahveh—, del cielo, el<br />

paraíso y la fe. Para nosotros, lectores del siglo XXI, puede<br />

parecer un tanto extraño ese hermanamiento entre religión<br />

y razón, acostumbrados como estamos buena parte de nosotros<br />

a la inclusión de la religión en el campo de lo metafísico,<br />

lo mitológico o incluso lo imaginario, pero no ocurría<br />

así en el Medievo, ni mucho menos. En la Edad Media la<br />

existencia de un Dios era considerada una verdad tan evidente<br />

que era inverosímil pensar lo contrario. Por ejemplo,<br />

uno de los más grandes filósofos de la Alta Edad<br />

Media, Santo Tomás de Aquino, afirmaba que existía una<br />

serie de “verdades naturales” a las que se podía acceder<br />

por la razón y que la existencia de Dios era la mayor muestra<br />

de “verdad natural” que podía haber; la cosa no terminaría<br />

aquí, pues cuatro siglos después, Descartes demostró<br />

con su famoso Cogito, ergo sum (“Pienso, luego existo”) que<br />

Dios existía, y no sería hasta bien entrado el siglo XIX que<br />

el positivismo científico desterrara a la religión y a la fe del<br />

mundo racional.<br />

Debe quedar claro, por tanto, que todos los personajes jugadores<br />

de Aquelarre conocen la existencia de Dios, pues al<br />

tratarse todos ellos de criaturas racionales —en contraposición<br />

a las irracionales, de las que luego hablaremos— no<br />

pueden negar verdad tan evidente. Otra cosa es que el PJ<br />

decida ponerse del lado de Dios, que se una a las legiones<br />

infernales o que, como solía ocurrir en la mayor parte de<br />

los casos, adopte una actitud escéptica no ante la existencia<br />

de Dios, sino ante la idea de un Dios que se inmiscuya en<br />

la vida de los hombres. Por tanto, todos los personajes con<br />

un alto porcentaje en Racionalidad pueden ser o no personas<br />

devotas, pero lo que está claro es que consideran la<br />

magia y la superstición el producto de una mente ignorante,<br />

débil o directamente demente, lo que les proporciona<br />

una gran resistencia a la magia, producto de su misma incredulidad<br />

hacia ella.<br />

En el otro lado de la escala se encuentra su contrapartida,<br />

la Irracionalidad, que representa una visión completamente<br />

alejada de lo racional, una mirada ilógica, misteriosa y caótica<br />

al mundo que le rodea, capaz de presentir lo mágico y<br />

fantástico en cada uno de los aspectos del mundo, revelando<br />

verdades que van más allá de lo que nuestros sentidos<br />

son capaces de percibir, pues detrás de lo que nuestro<br />

raciocinio puede ver, oír o tocar se oculta un mundo difícilmente<br />

alcanzable para nosotros, humanos hijos de la razón,<br />

pero que gracias a determinadas herramientas, como los hechizos<br />

y sus componentes mágicos podemos llegar a contemplar<br />

e incluso a utilizar.<br />

Debe quedar claro que dentro del campo de la Irracionalidad<br />

podemos encontrar no sólo la magia, sino también la<br />

locura, el mito, la noche y, como contraposición a un Dios<br />

racional, nos encontramos a un Diablo irracional, que<br />

campa a sus anchas por el mundo de la IRR, congregando a<br />

su alrededor a demonios, diablillos, criaturas infernales varias,<br />

acólitos y, como no podía ser menos, aquelarres. Por<br />

tanto, aquellos humanos que deseen recorrer el camino de<br />

la magia y la brujería deberían ir pensando en aumentar su<br />

Irracionalidad, pues una mayor creencia supone también<br />

un mayor control sobre ella, aunque también implica —todo<br />

gran poder posee un reverso tenebroso— una mayor vulnerabilidad<br />

a sus efectos.<br />

Por último, debemos advertir al lector que en ningún momento<br />

hemos hablado de nociones absolutas del bien y del<br />

mal, pues las características de Racionalidad e Irracionalidad<br />

no tienen nada que ver con ellas: ni los seguidores de

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