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Aquelarre: Juego de rol demoníaco medieval<br />
Racionalidad e Irracionalidad<br />
ODOS los personajes, jugadores o no, de Aquelarre<br />
Tposeen dos características secundarias denominadas<br />
Racionalidad (RR) e Irracionalidad (IRR), aunque<br />
se trata en realidad de una sola, pues el valor<br />
de ambas características se basa el uno en el otro: si sube uno<br />
de los dos, el otro se reduce en la misma cantidad. <strong>El</strong> valor<br />
que se posee nos indica la posición o la postura que mantiene<br />
el personaje ante la dualidad Historia-Fantasía que<br />
rodea el mundo de Aquelarre. Entre los humanos, la suma de<br />
RR e IRR es siempre constante, un 100%; da igual la puntuación<br />
que tengamos en las dos, siempre y cuando la suma de<br />
ambas sea 100. Las criaturas irracionales, los ángeles y los<br />
demonios no poseen un mínimo ni un máximo estipulado<br />
en sus valores de RR o IRR, y la única regla que siguen es<br />
que la suma de ambas debe ser del 100% —un demonio<br />
puede tener, por tanto, un 250% en IRR, aunque eso implicaría<br />
tener un -150% en RR—. En el caso de los humanos, sin<br />
embargo, sí que existen unos valores máximos y mínimos<br />
que no podrán sobrepasar sin recurrir a la magia o a la fe: la<br />
RR nunca podrá aumentarse por encima del 100% ni reducirse<br />
por debajo del -100%; la IRR, por otra parte, no ofrece<br />
tantos problemas, ya que puede aumentarse hasta el 200%,<br />
aunque no puede reducirse por debajo del 0%. Esta diferencia<br />
se debe a la propia naturaleza humana, que pertenece al<br />
mundo Racional, lo que, además, les impide lanzar hechizos<br />
sin utilizar componentes —véase el capítulo de Magia, pág.<br />
155—, una imposición que no poseen las criaturas irracionales,<br />
pues para ellas el uso de la magia es algo natural e intrínseco<br />
y no necesitan, por tanto, usar componentes en sus<br />
hechizos.<br />
Sabemos, por tanto, los valores que pueden tener nuestros personajes<br />
en RR y en IRR pero ¿qué significan realmente estas<br />
características? Es una cuestión complicada, pues su verdadero<br />
alcance trasciende las propias reglas y se adentra en los<br />
peligrosos campos de la Filosofía. De todas formas, trataremos<br />
de resumírtelo lo mejor que podamos.<br />
La Racionalidad representa una visión lógica de la vida,<br />
una concepción del mundo razonable, ordenada, científica,<br />
histórica y humana: todo lo que rodea al personaje puede<br />
ser medido utilizando sus sentidos, y lo único verdadero<br />
es lo que podemos tocar, lo cotidiano, lo que nos han enseñado<br />
nuestros mayores, verdades tan evidentes que sería<br />
imposible no creer en ellas: tras la noche llega el día, tras<br />
el otoño el invierno, tras la vida la muerte. Y dentro del ámbito<br />
de la Racionalidad se acoge la noción de la luz, del día<br />
y, por tanto, de Dios —o de Allah o Yahveh—, del cielo, el<br />
paraíso y la fe. Para nosotros, lectores del siglo XXI, puede<br />
parecer un tanto extraño ese hermanamiento entre religión<br />
y razón, acostumbrados como estamos buena parte de nosotros<br />
a la inclusión de la religión en el campo de lo metafísico,<br />
lo mitológico o incluso lo imaginario, pero no ocurría<br />
así en el Medievo, ni mucho menos. En la Edad Media la<br />
existencia de un Dios era considerada una verdad tan evidente<br />
que era inverosímil pensar lo contrario. Por ejemplo,<br />
uno de los más grandes filósofos de la Alta Edad<br />
Media, Santo Tomás de Aquino, afirmaba que existía una<br />
serie de “verdades naturales” a las que se podía acceder<br />
por la razón y que la existencia de Dios era la mayor muestra<br />
de “verdad natural” que podía haber; la cosa no terminaría<br />
aquí, pues cuatro siglos después, Descartes demostró<br />
con su famoso Cogito, ergo sum (“Pienso, luego existo”) que<br />
Dios existía, y no sería hasta bien entrado el siglo XIX que<br />
el positivismo científico desterrara a la religión y a la fe del<br />
mundo racional.<br />
Debe quedar claro, por tanto, que todos los personajes jugadores<br />
de Aquelarre conocen la existencia de Dios, pues al<br />
tratarse todos ellos de criaturas racionales —en contraposición<br />
a las irracionales, de las que luego hablaremos— no<br />
pueden negar verdad tan evidente. Otra cosa es que el PJ<br />
decida ponerse del lado de Dios, que se una a las legiones<br />
infernales o que, como solía ocurrir en la mayor parte de<br />
los casos, adopte una actitud escéptica no ante la existencia<br />
de Dios, sino ante la idea de un Dios que se inmiscuya en<br />
la vida de los hombres. Por tanto, todos los personajes con<br />
un alto porcentaje en Racionalidad pueden ser o no personas<br />
devotas, pero lo que está claro es que consideran la<br />
magia y la superstición el producto de una mente ignorante,<br />
débil o directamente demente, lo que les proporciona<br />
una gran resistencia a la magia, producto de su misma incredulidad<br />
hacia ella.<br />
En el otro lado de la escala se encuentra su contrapartida,<br />
la Irracionalidad, que representa una visión completamente<br />
alejada de lo racional, una mirada ilógica, misteriosa y caótica<br />
al mundo que le rodea, capaz de presentir lo mágico y<br />
fantástico en cada uno de los aspectos del mundo, revelando<br />
verdades que van más allá de lo que nuestros sentidos<br />
son capaces de percibir, pues detrás de lo que nuestro<br />
raciocinio puede ver, oír o tocar se oculta un mundo difícilmente<br />
alcanzable para nosotros, humanos hijos de la razón,<br />
pero que gracias a determinadas herramientas, como los hechizos<br />
y sus componentes mágicos podemos llegar a contemplar<br />
e incluso a utilizar.<br />
Debe quedar claro que dentro del campo de la Irracionalidad<br />
podemos encontrar no sólo la magia, sino también la<br />
locura, el mito, la noche y, como contraposición a un Dios<br />
racional, nos encontramos a un Diablo irracional, que<br />
campa a sus anchas por el mundo de la IRR, congregando a<br />
su alrededor a demonios, diablillos, criaturas infernales varias,<br />
acólitos y, como no podía ser menos, aquelarres. Por<br />
tanto, aquellos humanos que deseen recorrer el camino de<br />
la magia y la brujería deberían ir pensando en aumentar su<br />
Irracionalidad, pues una mayor creencia supone también<br />
un mayor control sobre ella, aunque también implica —todo<br />
gran poder posee un reverso tenebroso— una mayor vulnerabilidad<br />
a sus efectos.<br />
Por último, debemos advertir al lector que en ningún momento<br />
hemos hablado de nociones absolutas del bien y del<br />
mal, pues las características de Racionalidad e Irracionalidad<br />
no tienen nada que ver con ellas: ni los seguidores de