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deben llevar sólo medio manto, no pueden llevar<br />
joyas, y no pueden ir embozadas. Me temo que ha<br />
confundido a Perra con una señora, digamos, de la<br />
cofradía de la profesión más antigua del mundo. Y<br />
le está ordenando que muestre su rostro y se dirija al barrio<br />
de la mancebía, donde ejercen estas chicas.<br />
En fin, más o menos igual que antes, pero no es lo mismo<br />
darle una paliza a unos estudiantes borrachos, que es cosa que<br />
pasa todos los días y a la que nadie da la menor importancia,<br />
a meterse con el merino y sus chicos. En fin. Habrá que correr<br />
mucho por las viejas calles.<br />
La idea es que Perra —y por ende los PJs— se habrá hecho en<br />
dos patadas más famosa que la Dolores de Calatayud. Se impondría<br />
algún tipo de disfraz, pero yo soy sólo el que escribe<br />
esto. Ahora, el problema es de los PJs. Tampoco es tuyo, DJ.<br />
¡Eh!, ellos fueron los que dijeron que querían jugar…<br />
A la que lleven un par de calles del casco viejo recorridas,<br />
Perra levantará la nariz y empezará a husmear. A la que los<br />
jugadores se descuiden empezará a correr entre la multitud,<br />
metiéndose por las callejas. Los llevará hasta la fachada de una<br />
casa señorial, casi un pequeño palacio de lo más chic…<br />
Hasta que un hombre vestido de negro sale lanzado por una<br />
de las ventanas.<br />
Es hora de que el DJ pregunte a los personajes: ‟¿Qué hacéis?”<br />
<strong>El</strong> palacio de Hqiqiy'yun Nur<br />
Aquelarre: Juego de rol demoníaco medieval<br />
A no ser que se lancen a por ella o la lleven de una traílla —práctica<br />
no común en la Çaragoça de la época que nos ocupa—, Perra<br />
se lanzará hacia la puerta del palacete. Dentro se oyen ruidos de<br />
lucha. Por el volumen, parece que dos docenas de demonios por<br />
bando se estén masacrando a espadazos.<br />
Si los PJs entran dentro, verán a cinco espadachines vestidos<br />
con las capas negras que llevaban los sicarios Vera Lucis que<br />
les atacaron rodeando a un hombre que se defiende con bracamante<br />
y daga, espalda contra la pared. Lleva en el espinazo<br />
un canuto de cuero, como los que suelen emplear los soldados<br />
viejos para guardar títulos y privilegios, e intenta evitar con<br />
su cuerpo que los guerreros se lo arrebaten. Todos sus ropajes<br />
están cubiertos de sangre, y desfallece de dolor y cansancio.<br />
Aun así, no baja el arma.<br />
Detrás de los sicarios un hombre vestido con una rica chilaba<br />
se echa las manos a la cabeza y grita pidiendo ayuda. La capucha<br />
le cubre completamente la cara, por lo que los personajes<br />
no podrán ver su rostro, pero su acento es el propio de los<br />
musulmanes, o de cristianos del sur.<br />
Al ver a los PJs, el guerrero solitario levanta la cabeza e intenta<br />
abrir la boca, como para deciros algo…<br />
Y entonces, una espada le atraviesa el pecho.<br />
No hace falta mucha imaginación para pensar que los PJs tirarán<br />
de filosa. Los sicarios se defenderán bastante bien, pero<br />
no lo bastante. Es de esperar que en pocos minutos hayan recibido<br />
el premio que les prometió su orden, es decir, una vida<br />
mejor. Si los PJs se ven un poquito apurados, Perra echará una<br />
mano. Si alguno puede, huirá.<br />
Una vez finalizada la pelea, Perra se lanzará a olisquear al<br />
guerrero caído. Sus gemidos y lamentos hacia los PJs son<br />
claros: éste es —o era— Polo. <strong>El</strong> espadachín aún vive. La<br />
herida es espectacular, y ha sangrado mucho, pero<br />
milagrosamente no le ha matado. <strong>El</strong> canuto de cuero<br />
sigue atado a su espalda.<br />
<strong>El</strong> misterioso hombre permanecerá todo el rato a un lado, frotándose<br />
nervioso las manos. Bajo ningún concepto permitirá<br />
que le levanten la capucha. Si aun así los jugadores le obligan,<br />
verán que lleva sobre los ojos una especie de quevedos, con<br />
vidrios de color verde. Está enfermo, les dirá, y la luz ataca a<br />
sus ojos. Ojos que, por cierto, si pudieran ver comprobarían<br />
que son de un azul muy claro.<br />
<strong>El</strong> hombre se presentará como Hqiqiy'yun Nur. ¿Algún personaje<br />
ha dicho expresamente que habla árabe? ¿Verdad que<br />
no? Una pena. De hablarlo, les sorprendería que la traducción<br />
del nombre al castellano fuese algo así como “Verdadera Luz”.<br />
Casualidades.<br />
Nur —le llamaremos así para abreviar— es el dueño de este<br />
palacio, o al menos eso afirma. <strong>El</strong> espadachín, dice, entró escapando<br />
de la partida que le seguía. Ni a unos ni a otros conoce<br />
de nada, pero se ofrece a hacer curar al herido. Tiene un<br />
tubib (médico) a su servicio, según dice experto en heridas de<br />
guerra. A una palmada suya acudirán varios servidores, y siguiendo<br />
sus instrucciones llevarán al herido, inconsciente,<br />
hacia una de las habitaciones de la planta superior.<br />
La casona realmente no es de Nur. Hasta hace unos días era la<br />
consulta de un herborista, que marchó repentinamente a la<br />
corte (esa información la podrían obtener los PJs de los vecinos,<br />
si les preguntan, además de pensar que Nur era algún<br />
tipo de servidor que la mantenía). <strong>El</strong> espadachín entró por su<br />
propia voluntad, pensando que Nur vivía ahí, y que era un<br />
miembro de la Cofradía Anatema. <strong>El</strong> canuto que lleva el espadachín<br />
a la espalda (el mismísimo bachiller Antonio de Polo,<br />
para ser exactos) contiene unos manuscritos que han sido trabajosamente<br />
elaborados al sur de Despeñaperros.<br />
Un libro sin alma.<br />
Polo había llegado a Çaragoça con los manuscritos, pensando<br />
que se le iba a facilitar una reunión con los cofrades. Error. Nur<br />
pretende destruir ambos libros. ¡Qué gran triunfo sería eso<br />
para la razón! Tan pronto como Polo entró en casa de Nur, sus<br />
sicarios intentaron sorprenderle. Y entonces llegaron los personajes.<br />
Ahora, DJ, continúa la acción. Que se nos oxidan los PJs. Recapitulamos:<br />
tan pronto como los servidores saquen a Polo de<br />
la vista de los jugadores, le soplarán el canuto, a no ser que los<br />
PJs desconfíen e intenten quedarse a su lado. <strong>El</strong> médico no es<br />
tal, sino un servidor de Nur disfrazado. La herida no parece<br />
mortal a corto plazo (el espadachín ha perdido bastante sangre<br />
por otras heridas) por lo que el plan es hacer marchar a los PJs,<br />
y rematarlo entonces tranquilamente. Así, inconsciente, tampoco<br />
tienen prisa. Si interrogan al “médico” o lo ven trabajar,<br />
descubrirán en seguida que no tiene ni idea.<br />
Sería conveniente que Polo durase un poco más en el módulo.<br />
Si te has fijado, en las películas el malo siempre espera a apretar<br />
el botón que destruye el mundo —o lo que sea— a que el<br />
bueno tenga una opción de salvarlo. Pues eso. De momento,<br />
conténtate con que desaparezca el manuscrito.<br />
Nur intentará despistar a los PJs con diversas zalemas, hasta<br />
que éstos empiecen a sospechar. Tan pronto como los PJs tengan<br />
la mosca detrás de la oreja, intentará tomar las de Villa-