You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
de sol a sol para su señor y viendo que no tiene<br />
suficiente para alimentar a sus hijos, acaba echándose<br />
al monte para meterse en algún mal negocio que<br />
no hará más que traerle más problemas de los que pueda encargarse,<br />
y así, acabará muerto, pasto de los lobos, maldito por<br />
una bruja, ahorcado por la justicia local, muerto de hambre,<br />
de frío o por una herida mal curada.<br />
Cuando juegues al Aquelarre tómatelo con calma. No tengas<br />
prisa por echarte a andar y sacar tu espada a pasear a la<br />
primera de cambio. Queda con los amigos en casa (o donde<br />
sea), monta una cena con productos del marrano y algo de<br />
vino (esto es opcional), al acabar haz los personajes, y<br />
cuando estén listos pon la banda sonora de <strong>El</strong> Nombre de la<br />
Rosa (también es opcional), relájate y prepárate a meterte<br />
en el increíble mundo del Aquelarre. Un mundo más real de<br />
lo que parece, real y cercano. Entre tirada y tirada veremos<br />
pasar a putas y reyes, a brujas y frailes, guerras y pestes, y<br />
de casi todo podremos salir con la tirada adecuada de<br />
dados. Deja que el Director de Juego te hable de esas mujeres<br />
que viven apartadas del resto del mundo, en una cabaña<br />
en aquellas montañas que no cruzan ningún camino.<br />
Visita la posada de Alvar el Honesto —así se llamaba<br />
cuando lo conocí—, desconfía de esas luces que se ven en<br />
el Camposanto a medianoche, no aceptes recoger manuscritos<br />
en ningún monasterio por San Joan, no aceptes la piedra<br />
negra de ese tipo con aspecto de desesperado, ¡ni<br />
aunque te la regale! En fin, esto es Aquelarre.<br />
Introduce tu tierra en tus partidas. Esa vieja historia que vienes<br />
escuchando desde que eras un crío bien podría encerrar un secreto<br />
que podrías compartir con tus jugadores en forma de<br />
aventura. Ese rincón de tu ciudad o pueblo, sí, ése en el que<br />
hace muchísimos años pasó algo de lo que se habló en toda la<br />
región, o quizá en toda la Península. O ese apartado lugar en<br />
la montaña, sí, ya sabes a cuál me refiero. ¡Ahí tienes tu partida<br />
de Aquelarre! Compártelo con tus amigos, haz que jueguen tus<br />
recuerdos. Llévales de la mano a tu particular visión del Aquelarre.<br />
Desde el más RRacional, con locas y enfermos en lugar<br />
de brujas y poseídos, leyendas para espantar a los niños y la<br />
cruel realidad del hambre, las enfermedades, las pestes, la servidumbre<br />
al señor feudal, hasta el aspecto más IRRacional, con<br />
espíritus en los bosques, criaturas demoníacas caprichosas,<br />
pactos con el Diablo, cuevas y lutines, el Gaueko…<br />
Tú decides.<br />
Si eres un veterano de mil batallas y ya conoces el Aquelarre,<br />
estás de enhorabuena. Este manual que tienes en las manos es<br />
una nueva edición del juego que nos encandiló hace años. Le<br />
hemos lavado la cara, hemos quitado aquí y puesto allá y ya<br />
ves el resultado. ¡Un Aquelarre nuevo, sí, sí, nuevo, oiga!<br />
Pero sin perder nada de su esencia. Si Aquelarre quieres, Aquelarre<br />
encontrarás.<br />
Si por el contrario eres un recién llegado, todo va a ser<br />
nuevo para ti, así que ándate con ojo: el Diablo ronda por<br />
estas páginas.<br />
MI AQUELARRE<br />
Por Juan Pablo Fernández<br />
Aquelarre. Esta palabra, que designa al decano de los juegos<br />
de rol españoles, evoca recuerdos diferentes a cada uno de los<br />
Pars X4: Ars Dramatica<br />
jugadores que se han sumergido en él y han buceado<br />
en el fantástico mundo que abría ante ellos. Algunos<br />
recordarán esos durísimos combates, en los<br />
que tras recibir dos golpes tuvieron que ser atendidos<br />
por el médico del grupo; otros se estremecerán<br />
al pensar en las poderosísimas entidades que se<br />
paseaban por la España medieval, ese ejército de demonios<br />
capitaneado por Lucifer, capaces de arrastrar al Infierno<br />
a cualquiera de los pecadores que poblaban ese oscuro<br />
mundo, con sólo desearlo; habrá quien recuerde con una sonrisa<br />
a esa carantoña con la que compartió una bota de vino, o<br />
a aquel pequeño duende que le jugó una mala pasada en<br />
aquella taberna dejada de la mano de Dios; y muchos recordarán<br />
con deleite aquella España medieval en la que las leyendas<br />
se hacían realidad y en la que las brujas eran tan<br />
capaces de invocar criaturas terribles como de sobrevolar el<br />
castillo del conde cabalgando sobre una escoba y lanzando terribles<br />
maldiciones sobre los que en él moraban.<br />
Sin embargo, yo siempre recordaré Aquelarre como el juego<br />
que me abrió los ojos, que me hizo saber que los españoles<br />
habíamos tenido un pasado, y que ese pasado había sido<br />
una realidad que, como diría el maestro Ricard, supera la<br />
ficción. Las luchas intestinas entre nobles, el hambre y las<br />
plagas de peste, el choque entre las diferentes culturas presentes<br />
en aquel tiempo en la Península, escondían mil y una<br />
historias tan verídicas como increíbles, historias tan emocionantes<br />
que no necesitaban apenas de componente fantástico<br />
para poder disfrutar de ellas. ¿Quién quiere luchar<br />
a muerte contra una mandrágora o huir de las iras de Guland<br />
cuando puede ser contratado para intentar liberar al<br />
rey Pedro I de su cautiverio en la cárcel de Toro, o acompañar<br />
al Gran Capitán en una de sus incursiones al reino de<br />
Granada?<br />
Aquelarre me hizo buscar libros de Historia para conocer los<br />
usos y costumbres de los españoles medievales, me hizo preguntarme<br />
cómo eran las puertas, qué eran las reglas de caballería,<br />
qué pasaba si uno se negaba a cumplirlas o qué excusa<br />
podía dar, cómo era la vida en un campamento, qué hacía la<br />
gente para divertirse, qué había que hacer para estudiar, por<br />
qué los nobles tenían tantas posesiones en las fronteras y por<br />
qué los reyes se esforzaban tanto en tener contenta a la alta nobleza.<br />
Y así, me enteré de que Alfonso XI había muerto de<br />
peste mientras sitiaba Gibraltar, del periplo de Enrique II por<br />
Francia y Aragón hasta que volvió a Castilla y mató a su hermanastro,<br />
el rey Pedro I, vengando así el asesinato de sus hermanos.<br />
Pero aprendí también que la historia la escriben los<br />
vencedores, y que el mismo rey Pedro fue llamado <strong>El</strong> Justiciero<br />
mientras gobernó Castilla, y <strong>El</strong> Cruel una vez que Enrique II<br />
subió al trono.<br />
En resumen, gracias a Aquelarre y a mi empecinada búsqueda<br />
de información para ambientar las partidas y ofrecer emocionantes<br />
aventuras a mis jugadores, he aprendido muchas cosas,<br />
y he comprobado el gran poder didáctico de los juegos de rol.<br />
Por eso, siempre que mis amigos me piden una aventura de<br />
Aquelarre, les hago partícipes de los hechos de la historia, intento<br />
trasladarles a ese Medievo en el que las gentes aún temían<br />
a un Dios más castigador que misericordioso; en el que<br />
la muerte era algo cotidiano, lo que hacía que la actitud ante<br />
ella fuera muy diferente a la actual; en el que había que mofarse<br />
de los condenados a la horca para dar a entender que<br />
469