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fase 2 - El Grimorio

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como si fuera un comerciante más, y en verdad<br />

que lo es, aunque su negocio es la seguridad.<br />

Allí atiende los asuntos y problemas<br />

relacionados con los mercaderes, y el propio<br />

Concejo celebra en días de feria en dicha tienda sus<br />

reuniones.<br />

Las leyes que el merino y sus alguaciles velan por que<br />

sean cumplidas son sencillas:<br />

a En el recinto ferial está prohibido llevar armas, a no ser<br />

que se sea de nacimiento noble y el arma sea una espada<br />

(pero sí que se pueden llevar herramientas, desde<br />

hachas de cortar leña hasta mil y un tipos de cuchillo<br />

de mayor o menor tamaño. Por otro lado, no se pueden<br />

portar armas, pero sí adquirir las que los espaderos allí<br />

venden. Es decir, que no se puede entrar armado pero<br />

se puede salir cubierto de buen y afilado hierro hasta<br />

los dientes).<br />

a En caso de cometerse un robo o asalto contra los comerciantes<br />

en la Feria, los culpables cogidos in fraganti,<br />

aparte del castigo normal que imponga la ley, se les<br />

desnudará y azotará cien veces. Luego, maniatados y<br />

desnudos, se les paseará por todo el recinto ferial antes<br />

de ser conducidos a los calabozos del Concejo, en espera<br />

de juicio.<br />

a En estos días no se pueden tomar mercancías o bienes<br />

de un comerciante como prenda para el pago de una<br />

deuda.<br />

a Los comerciantes, a su vez, deben cumplir dos preceptos:<br />

dar el peso justo y pagar los impuestos de la ciudad<br />

que se hayan estipulado de antemano. En caso de<br />

no cumplirlos sufrirán igualmente severos castigos.<br />

LAS MERCANCÍAS<br />

Aquelarre: Juego de rol demoníaco medieval<br />

¿Qué se vende en una feria? Todo lo que Dios puso<br />

sobre la Tierra… y alguna cosa más. En las ferias realmente<br />

importantes, como la de Medina del Campo, es<br />

fácil encontrarse hasta con sedas de excelente calidad<br />

procedentes de la lejana Katay de la que hablara Marco<br />

Polo. También hay, a través de los comerciantes musulmanes,<br />

especias procedentes del Asia Central y alumbre<br />

del Asia Menor usado para fijar los tintes; esclavos negros<br />

de la costa africana traídos por mercaderes portugueses.<br />

Más especias y esencias aromáticas llegan a la<br />

Península a través de los mercaderes granadinos (que<br />

comercian directamente con Egipto). Otros productos<br />

de lujo son paños y calzado procedentes de Francia,<br />

Flandes e Inglaterra.<br />

Las llamadas “mercancías pobres”, es decir, más comunes<br />

y por lo tanto menos caras, se obtienen de lugares<br />

mucho menos lejanos. En la Península las poblaciones<br />

costeras (en especial las de Galicia) abastecen de productos<br />

del mar al interior. Éstas, a su vez, proporcionan sal<br />

para elaborar los salazones, única manera de que el pescado<br />

aguante sin estropearse (como es el caso de la isla<br />

de Ibiza o de Villafáfila, en Zamora). Asimismo se comercia<br />

con el cerdo y sus productos (Pamplona), con<br />

vinos y pieles curtidas (las ciudades de Castilla).<br />

CONSILIUM ARBITRO:<br />

CASTELLANO ANTIGUO<br />

Entre los distintos elementos de los que nos podemos servir<br />

para crear una ambientación adecuada durante la partida<br />

y ayudar a los jugadores a meterse en la piel de un<br />

hombre o una mujer medieval, disponemos de uno particularmente<br />

bueno: el lenguaje. De todos es sabido que las<br />

gentes del Medievo tenían una forma de expresarse algo<br />

diferente a la actual, pues el castellano, como idioma, aún<br />

estaba evolucionando del latín y enriqueciéndose con numerosos<br />

vocablos de origen vasco, visigodo, árabe y judío.<br />

Con un pequeño esfuerzo, podemos tratar de reproducir<br />

algunas de estas diferencias en los diálogos entre personajes<br />

durante una partida para darle a la escena un sabor<br />

genuinamente medieval. Bastará con que tengamos en<br />

cuenta algunas de sus peculiaridades:<br />

a No existe el sonido fricativo velar sordo, es decir, el sonido<br />

j o g delante de e, i. Estas consonantes se pronuncian como<br />

la y consonántica de ‟yate”. Ejemplo: “gente” se pronunciaría<br />

“yente”.<br />

a No existe el sonido interdental fricativo sordo, es decir, z<br />

o c delante de e, i. La z adquiere un sonido sibilante como<br />

el del inglés zoom, mientras que la c delante de e, i se pronuncia<br />

como la s. Ejemplo: “cicatriz” se pronunciaría “sicatriz”.<br />

a <strong>El</strong> sonido ch, representado por la x, se pronuncia como la<br />

sh inglesa. Ejemplo: “chamizo” se pronunciaría “shamizo”<br />

y se escribiría “xamizo”.<br />

a La v es labiodental, se pronuncia colocando los dientes<br />

sobre el labio inferior.<br />

a A veces la h adquiere un sonido aspirado parecido al del<br />

inglés he, sobre todo a principio de palabra.<br />

a Para los perfectos compuestos de los verbos que implican<br />

movimiento (ir, llegar, venir, etc.) se usaba el verbo “ser”<br />

como auxiliar, en lugar del verbo “haber”. Por ejemplo,<br />

en vez de decir “las mujeres han llegado”, se decía “las<br />

mujeres son llegadas”. Adviértase, asimismo, que el participio<br />

concierta en género y número con el sujeto de la oración.<br />

No viene mal recordar en este ejemplo, además, que<br />

no se dice “mujer”, sino “muyer”, según las características<br />

fonéticas comentadas más arriba.<br />

a Para los demás verbos se usaba la fórmula actual, con el<br />

verbo “haber” como auxiliar, pero en esta ocasión el participio<br />

concuerda en género y número con el objeto de la<br />

oración, no con el sujeto. Por ejemplo, en lugar de decir<br />

“Pedro ha comprado dos gallinas”, se decía “Pedro ha<br />

compradas dos gallinas”.<br />

a En lugar del verbo “tener”, se usa el verbo “haber”:<br />

“Buena espada has” (“Tienes una buena espada”).<br />

a Los pronombres personales átonos (me, te, se, etc.) solían<br />

ponerse detrás de cualquier forma verbal: “Besóle la<br />

mano”. “Parecesme buen mozo”.<br />

a <strong>El</strong> orden de las palabras es mucho más libre que en el castellano<br />

actual, aunque, como en latín, los verbos se solían<br />

poner al final de la frase: “A Granada con numeroso ejército<br />

el rey partió”.<br />

a <strong>El</strong> léxico era algo diferente. Se solían usar palabras como<br />

assaz (“bastante, muy”), et (“y”), etc.<br />

Por supuesto, no es necesario hacer un uso exhaustivo de<br />

todas estas reglas para lograr un efecto satisfactorio. Las tienes<br />

ahí para ayudarte en caso de que lo necesites.

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