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dos de niños y llevan una vida muy poco casta. Las<br />
apariencias se guardan un poco más con los abades<br />
de los monasterios, aunque luego pasa lo que pasa,<br />
que empiezan a decir que los capones, esos pollos castrados<br />
y bien cebados, de carne tierna y mantecosa, no son<br />
carne, así como tampoco lo es el cerdo si se arroja del río, pues<br />
de él se pesca y pescado ha de llamarse. Y con tales picardías<br />
hurtan ayunos y cuaresmas, y sus redondas y bien cebadas panzas<br />
dan buena fe de lo tumbaollas que son.<br />
En el otro lado, los sacerdotes o frailes mendicantes de pies<br />
duros como el cuero de tanto ir descalzos por los caminos y<br />
que pasan hambre cuando sus feligreses también la pasan,<br />
aunque tampoco en demasía, que la religión cristiana reserva<br />
a los sacerdotes el derecho de absolución y, si se juzga que el<br />
pecado es demasiado grave, bien puede el santo varón exigir<br />
dineros o propiedades para pagar misas que alivien la estancia<br />
en el Purgatorio del sujeto, quedando la iglesia que él administra<br />
bien apuntalada y la familia del pecador, en la ruina,<br />
que ve escaparse de entre sus dedos la herencia, mucha o poca,<br />
que del moribundo se esperaba recibir. Y tampoco hay que olvidar<br />
que los sacerdotes hacen voto de celibato, que no de castidad,<br />
por lo que pueden tener manceba más o menos<br />
discretamente, pero nunca casarse con ella, que muchos “sobrinos<br />
de cura” hay en nuestros lares.<br />
BURGUESES Y VILLANOS<br />
Hasta entre los plebeyos hay clases, que no es lo mismo un comerciante,<br />
maestro gremial o cambista que el artesano humilde<br />
aprendiz de su oficio o el que, careciendo de éste, los hace todos<br />
y mal, viviendo día a día por un plato de comida, se consiga de<br />
donde se consiga (y si se consigue, que cuando el hambre llega,<br />
las más de las veces la honradez se va). Aunque todos viven en<br />
poblado, a los primeros se les llama habitantes de burgo, es decir,<br />
de la zona que rodea al castillo, para demostrar que, si no por<br />
cuna, sí por sus méritos o por sus dineros (que en su caso los dos<br />
son uno) están cerca de la nobleza. Y burgueses hay que la han<br />
alcanzado, pues han casado a sus hijas con miembros empobrecidos<br />
de la aristocracia, que cuando la dote es lo bastante cuantiosa,<br />
puede saltarse hasta las leyes que Dios ha hecho para los<br />
hombres. Los otros, los villanos, son considerados apenas mejores<br />
que los campesinos, ya que aunque al menos son hombres libres<br />
(cosa que no se puede decir de todos los rústicos) también son<br />
ciertas, la mayoría de las veces, sus hambres. Forman la mano de<br />
obra que bombea el corazón de la ciudad, como si de su sangre<br />
se tratara, que sin sus manos nada se haría. Pero también están<br />
entre ellos, como ya se ha insinuado, los parásitos, la hez de la<br />
sociedad: los ladrones, las prostitutas y los mendigos. Mala gente<br />
de la que ya se hablará cuando el momento llegue.<br />
CAMPESINOS<br />
Aquelarre: Juego de rol demoníaco medieval<br />
Los más pudientes entre ellos, los colonos, son los que han aceptado<br />
la oferta del rey de irse a tierras recién conquistadas por los<br />
musulmanes. No es negocio baladí: por un lado, la amenaza de<br />
las algaras de los infieles; a cambio, ser dueño de su propia tierra<br />
y no depender de los caprichos de un señor feudal. Y si la cosa<br />
sale bien y la frontera se desplaza al sur, sus hijos tendrán una<br />
vida más holgada, aunque con el tiempo siempre tengan que<br />
acabar pagando algún que otro diezmo a ésta o aquella orden<br />
militar. Los que deciden no arriesgarse y se quedan en el<br />
norte han de jurar vasallaje a un señor feudal, y entregarle<br />
tributo, tanto en especie (una parte de la cosecha)<br />
como en trabajo, que cuarenta son los días que puede<br />
exigir el señor para que trabaje gratis para él su vasallo.<br />
Peor lo tienen los siervos de la gleba (pagesos de remença en Cataluña,<br />
pecheros en Vizcaya, que los nombres varían aunque todos<br />
sean lo mismo) que forman parte de la propiedad del señor feudal<br />
y son comprados y vendidos junto con la tierra en la que trabajan,<br />
aunque técnicamente son hombres libres, pues un<br />
cristiano no puede tener a otro como esclavo. Delicado eufemismo,<br />
cuando, si un siervo trata de huir de su tierra y del férreo<br />
dominio del señor feudal durante mil días, no es delito matarle,<br />
lo haga quien lo haga. Que ya lo dicen los sabios doctores de la<br />
Iglesia: “A los que no conviene la libertad, Dios misericordioso<br />
los destina a la servidumbre”. A lo que los campesinos, siempre<br />
descreídos y bastante paganos (que no olvidemos que la palabra<br />
viene del latín pagus, es decir, campesino) contestan entre dientes<br />
y por lo bajito: “Mientras Adán araba y Eva hilaba… ¿Dónde<br />
estaba el noble?”. Respuesta hay para eso (que la Santa Madre<br />
Iglesia las tiene para todo) y de ello luego se hablará.<br />
ESCLAVOS<br />
Los esclavos, musulmanes o negros, son en cambio objeto de lujo.<br />
Se les enseña un oficio o a servir como criados y son muy cuidados<br />
y apreciados. No hay esclavos judíos, ya que todos los judíos<br />
son, técnicamente, propiedad del rey. Un esclavo puede acceder<br />
a su libertad si declara querer hacerse cristiano. Pero como ello<br />
depende de su buena fe, y si la tiene buena o mala depende de lo<br />
que diga su amo, sumando además que como esclavo vive mejor<br />
que como hombre libre, pocas son en verdad las conversiones<br />
que se logran. Alguno hay que intenta huirse hasta su tierra, más<br />
allá de la frontera cristiana y, muchas veces, lo ayudan las comunidades<br />
mudéjares (es decir, musulmanes que viven en territorio<br />
cristiano). Peor lo tienen los de piel negra, que se distinguen como<br />
una mosca en un plato de leche. Poca piedad se puede esperar<br />
por parte de los amos si los esclavos son capturados, que lo<br />
menos que se les hace es desollarles las espaldas a latigazos o cortarles<br />
una oreja, para que todo el mundo sepa que es esclavo poco<br />
sumiso y nada de fiar.<br />
LA SOCIEDAD MUSULMANA<br />
También dividida por estamentos como la cristiana, tiene<br />
como principales diferencias que la clase alta suele estar formada<br />
por grandes funcionarios, es decir, por la gente que lleva<br />
el reino, aunque las más de las veces los cargos les sean concedidos<br />
por su familia y contactos que no por sus méritos y<br />
pericia. Con todo, suelen ser más cultos que sus homónimos<br />
cristianos. En la otra punta de la cadena, los esclavos son mano<br />
de obra barata y, por lo tanto, muy utilizada, aunque pueden<br />
llegar a alcanzar grandes cargos al servicio de los poderosos<br />
(en tal caso se les suele castrar, para asegurarse su fidelidad al<br />
no poder engendrar descendencia).<br />
LA SOCIEDAD JUDÍA<br />
Propiedad de los reyes (que sus buenos dineros les cuesta),<br />
encerrados en juderías que son su cárcel y su protección,<br />
sin derecho a poseer tierra (atrás quedaron los años de las<br />
pueblas judías, pequeñas villas formadas exclusivamente<br />
por enjuinos ), los hebreos son por obligación urbanitas.<br />
Los hay ricos y poderosos, que prestan dinero (con usura,