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fase 2 - El Grimorio

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dos de niños y llevan una vida muy poco casta. Las<br />

apariencias se guardan un poco más con los abades<br />

de los monasterios, aunque luego pasa lo que pasa,<br />

que empiezan a decir que los capones, esos pollos castrados<br />

y bien cebados, de carne tierna y mantecosa, no son<br />

carne, así como tampoco lo es el cerdo si se arroja del río, pues<br />

de él se pesca y pescado ha de llamarse. Y con tales picardías<br />

hurtan ayunos y cuaresmas, y sus redondas y bien cebadas panzas<br />

dan buena fe de lo tumbaollas que son.<br />

En el otro lado, los sacerdotes o frailes mendicantes de pies<br />

duros como el cuero de tanto ir descalzos por los caminos y<br />

que pasan hambre cuando sus feligreses también la pasan,<br />

aunque tampoco en demasía, que la religión cristiana reserva<br />

a los sacerdotes el derecho de absolución y, si se juzga que el<br />

pecado es demasiado grave, bien puede el santo varón exigir<br />

dineros o propiedades para pagar misas que alivien la estancia<br />

en el Purgatorio del sujeto, quedando la iglesia que él administra<br />

bien apuntalada y la familia del pecador, en la ruina,<br />

que ve escaparse de entre sus dedos la herencia, mucha o poca,<br />

que del moribundo se esperaba recibir. Y tampoco hay que olvidar<br />

que los sacerdotes hacen voto de celibato, que no de castidad,<br />

por lo que pueden tener manceba más o menos<br />

discretamente, pero nunca casarse con ella, que muchos “sobrinos<br />

de cura” hay en nuestros lares.<br />

BURGUESES Y VILLANOS<br />

Hasta entre los plebeyos hay clases, que no es lo mismo un comerciante,<br />

maestro gremial o cambista que el artesano humilde<br />

aprendiz de su oficio o el que, careciendo de éste, los hace todos<br />

y mal, viviendo día a día por un plato de comida, se consiga de<br />

donde se consiga (y si se consigue, que cuando el hambre llega,<br />

las más de las veces la honradez se va). Aunque todos viven en<br />

poblado, a los primeros se les llama habitantes de burgo, es decir,<br />

de la zona que rodea al castillo, para demostrar que, si no por<br />

cuna, sí por sus méritos o por sus dineros (que en su caso los dos<br />

son uno) están cerca de la nobleza. Y burgueses hay que la han<br />

alcanzado, pues han casado a sus hijas con miembros empobrecidos<br />

de la aristocracia, que cuando la dote es lo bastante cuantiosa,<br />

puede saltarse hasta las leyes que Dios ha hecho para los<br />

hombres. Los otros, los villanos, son considerados apenas mejores<br />

que los campesinos, ya que aunque al menos son hombres libres<br />

(cosa que no se puede decir de todos los rústicos) también son<br />

ciertas, la mayoría de las veces, sus hambres. Forman la mano de<br />

obra que bombea el corazón de la ciudad, como si de su sangre<br />

se tratara, que sin sus manos nada se haría. Pero también están<br />

entre ellos, como ya se ha insinuado, los parásitos, la hez de la<br />

sociedad: los ladrones, las prostitutas y los mendigos. Mala gente<br />

de la que ya se hablará cuando el momento llegue.<br />

CAMPESINOS<br />

Aquelarre: Juego de rol demoníaco medieval<br />

Los más pudientes entre ellos, los colonos, son los que han aceptado<br />

la oferta del rey de irse a tierras recién conquistadas por los<br />

musulmanes. No es negocio baladí: por un lado, la amenaza de<br />

las algaras de los infieles; a cambio, ser dueño de su propia tierra<br />

y no depender de los caprichos de un señor feudal. Y si la cosa<br />

sale bien y la frontera se desplaza al sur, sus hijos tendrán una<br />

vida más holgada, aunque con el tiempo siempre tengan que<br />

acabar pagando algún que otro diezmo a ésta o aquella orden<br />

militar. Los que deciden no arriesgarse y se quedan en el<br />

norte han de jurar vasallaje a un señor feudal, y entregarle<br />

tributo, tanto en especie (una parte de la cosecha)<br />

como en trabajo, que cuarenta son los días que puede<br />

exigir el señor para que trabaje gratis para él su vasallo.<br />

Peor lo tienen los siervos de la gleba (pagesos de remença en Cataluña,<br />

pecheros en Vizcaya, que los nombres varían aunque todos<br />

sean lo mismo) que forman parte de la propiedad del señor feudal<br />

y son comprados y vendidos junto con la tierra en la que trabajan,<br />

aunque técnicamente son hombres libres, pues un<br />

cristiano no puede tener a otro como esclavo. Delicado eufemismo,<br />

cuando, si un siervo trata de huir de su tierra y del férreo<br />

dominio del señor feudal durante mil días, no es delito matarle,<br />

lo haga quien lo haga. Que ya lo dicen los sabios doctores de la<br />

Iglesia: “A los que no conviene la libertad, Dios misericordioso<br />

los destina a la servidumbre”. A lo que los campesinos, siempre<br />

descreídos y bastante paganos (que no olvidemos que la palabra<br />

viene del latín pagus, es decir, campesino) contestan entre dientes<br />

y por lo bajito: “Mientras Adán araba y Eva hilaba… ¿Dónde<br />

estaba el noble?”. Respuesta hay para eso (que la Santa Madre<br />

Iglesia las tiene para todo) y de ello luego se hablará.<br />

ESCLAVOS<br />

Los esclavos, musulmanes o negros, son en cambio objeto de lujo.<br />

Se les enseña un oficio o a servir como criados y son muy cuidados<br />

y apreciados. No hay esclavos judíos, ya que todos los judíos<br />

son, técnicamente, propiedad del rey. Un esclavo puede acceder<br />

a su libertad si declara querer hacerse cristiano. Pero como ello<br />

depende de su buena fe, y si la tiene buena o mala depende de lo<br />

que diga su amo, sumando además que como esclavo vive mejor<br />

que como hombre libre, pocas son en verdad las conversiones<br />

que se logran. Alguno hay que intenta huirse hasta su tierra, más<br />

allá de la frontera cristiana y, muchas veces, lo ayudan las comunidades<br />

mudéjares (es decir, musulmanes que viven en territorio<br />

cristiano). Peor lo tienen los de piel negra, que se distinguen como<br />

una mosca en un plato de leche. Poca piedad se puede esperar<br />

por parte de los amos si los esclavos son capturados, que lo<br />

menos que se les hace es desollarles las espaldas a latigazos o cortarles<br />

una oreja, para que todo el mundo sepa que es esclavo poco<br />

sumiso y nada de fiar.<br />

LA SOCIEDAD MUSULMANA<br />

También dividida por estamentos como la cristiana, tiene<br />

como principales diferencias que la clase alta suele estar formada<br />

por grandes funcionarios, es decir, por la gente que lleva<br />

el reino, aunque las más de las veces los cargos les sean concedidos<br />

por su familia y contactos que no por sus méritos y<br />

pericia. Con todo, suelen ser más cultos que sus homónimos<br />

cristianos. En la otra punta de la cadena, los esclavos son mano<br />

de obra barata y, por lo tanto, muy utilizada, aunque pueden<br />

llegar a alcanzar grandes cargos al servicio de los poderosos<br />

(en tal caso se les suele castrar, para asegurarse su fidelidad al<br />

no poder engendrar descendencia).<br />

LA SOCIEDAD JUDÍA<br />

Propiedad de los reyes (que sus buenos dineros les cuesta),<br />

encerrados en juderías que son su cárcel y su protección,<br />

sin derecho a poseer tierra (atrás quedaron los años de las<br />

pueblas judías, pequeñas villas formadas exclusivamente<br />

por enjuinos ), los hebreos son por obligación urbanitas.<br />

Los hay ricos y poderosos, que prestan dinero (con usura,

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