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fase 2 - El Grimorio

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REYES DE PORTUGAL<br />

Nombre Años<br />

Dionisio I 1279 – 1325<br />

Alfonso IV 1325 – 1357<br />

Pedro I 1357 – 1367<br />

Fernando I 1367 – 1383<br />

Juan I 1385 – 1433<br />

Eduardo I 1433 – 1438<br />

Alfonso V 1438 – 1481<br />

Juan II 1481 – 1495<br />

Manuel I 1495 – 1521<br />

militares fallidas, tiene que callarse la boca y aceptar la<br />

cuestión.<br />

La segunda guerra tiene lugar cuando el duque de Lancaster,<br />

Juan de Gante, que acababa de invadir Galicia alegando que<br />

él también tiene más derecho al trono castellano que el bastardo<br />

que lo ocupa, convence al portugués para ir los dos de<br />

excursión hasta la corte del de Trastámara, que sin embargo<br />

los recibe mucho antes, en León, acompañado, eso sí, de un<br />

nutrido ejército, que utiliza para convencerlos a base de espada<br />

de que no hay nada que rascar en Castilla ni para uno ni<br />

para otro.<br />

Al final, Fernando I muere en 1383 sin dejar herederos varones,<br />

lo que además de suponer el final de la dinastía portuguesa<br />

de los Borgoña, deja el reino en manos de su esposa,<br />

Leonor Téllez, que no es que fuera precisamente Miss Simpatía,<br />

pues los portugueses no podían ni verla, sobre todo<br />

porque era castellana y aseguraban que una vez en el poder<br />

entregaría la corona a Castilla, idea que, por cierto, no era<br />

del todo infundada, pues el rey castellano, Juan I, estaba casado<br />

con una hija del difunto Fernando I y, por tanto, la corona<br />

recaía sobre él, lo quisieran o no los portugueses. Pero<br />

lo cierto es no quisieron y, obstinados como pocos, buscaron<br />

una salida al problema sucesorio y, al final, declararon como<br />

heredero al trono a Juan I de Avis, hijo ilegítimo de Pedro I<br />

y hermanastro, por tanto, del difunto rey. Como ya dijimos<br />

en secciones anteriores, Juan I de Castilla se pilló un rebote<br />

padre, y se fue para la frontera portuguesa para darle a los<br />

que consideraba ya sus súbditos lecciones sobre política exterior,<br />

o al menos lo intentó, pues en Aljubarrota los portugueses<br />

le dieron a él otra lección que está a punto de costarle<br />

el reino y la vida. Al final tiene que pactar, y Juan I de Portugal<br />

se convierte en el primer monarca de la dinastía portuguesa<br />

de los Avis, pasando a la historia con los<br />

sobrenombres de <strong>El</strong> Grande y <strong>El</strong> de Buena Memoria, pues<br />

fue un periodo largo y próspero, en el que Portugal inicia su<br />

expansión marítima de mano de Enrique el Navegante, hijo<br />

del rey.<br />

Pars X1: Chronicae<br />

En 1433 muere Juan I víctima de la peste negra y le<br />

sucede su primogénito, Eduardo I de Portugal, que<br />

prosigue la política de su padre de pacificación interior<br />

y expansión exterior, ayudado por su hermano<br />

Enrique. Apasionado por la cultura, Eduardo<br />

dejará escritos varios tratados y obras poéticas y un intento<br />

de reformar la legislación portuguesa, tarea que<br />

deja inconclusa pues muere cinco años después de ser coronado,<br />

afectado por la misma enfermedad que su padre, la<br />

peste negra, y deja como heredero a su hijo mayor, Alfonso V,<br />

que cuenta por entonces seis años. Para gobernar durante la<br />

infancia del joven rey, las Cortes designan a Pedro de Coimbra,<br />

tío del niño y hermano del rey fallecido, que se crece como<br />

regente y empieza a emitir una serie de leyes y decretos que,<br />

al tiempo que fortalecen el reino, disminuyen el poder de los<br />

nobles, lo que disgusta a muchos de ellos. Para asegurar más<br />

aún su poder, Pedro se atreve incluso a casar a su hija con el<br />

joven Alfonso V —que era su primo hermano—, aunque no le<br />

serviría de mucho, pues una vez que éste es declarado mayor<br />

de edad en 1448, manda a la papelera de reciclaje todas las<br />

leyes emitidas por su tío (y a la vez, suegro) y le declara la guerra,<br />

acabando con él en Alfarrobeira.<br />

En los años siguientes, Alfonso V amplía las posesiones portuguesas<br />

en Áfricay llega incluso a Tánger —lo que le permite<br />

ganarse el sobrenombre de <strong>El</strong> Africano—, y su control<br />

sobre el océano Atlántico. También se mete en los asuntos<br />

de Castilla, pues se había prometido con Juana la Beltraneja<br />

y al morir el padre de ésta, el rey de Portugal se nombra a sí<br />

mismo rey de Castilla y León, y se enfrenta a la heredera designada,<br />

Isabel I. Como ya vimos al hablar de Castilla, Isabel<br />

le quitará las ganas de nombrarse cosas tras la batalla de<br />

Toro, lo que tuvo que afectarle más de lo que creemos, pues<br />

muchos aseguran que después de aquello se convirtió en<br />

hombre taciturno y melancólico, hasta tal punto que llegó a<br />

abdicar en su hijo Juan para retirarse al monasterio de Sintra,<br />

donde moriría en 1481.<br />

Juan II de Portugal fue llamado <strong>El</strong> Príncipe Perfecto —sobre<br />

todo posteriormente, por ciertos historiadores que vieron<br />

referencias de él en <strong>El</strong> Príncipe de Maquiavelo—, aunque no<br />

es un nombre que tuvieran a menudo los nobles portugueses<br />

en mente para referirse a él, pues los tuvo cogidos de<br />

sus partes desde el mismo momento en que llegó al trono,<br />

cuando inicia una serie de medidas para frenar su poder.<br />

En poco tiempo, las conspiraciones e intrigas se extienden<br />

por el reino, pero Juan II, lejos de achantarse por tanta hostilidad<br />

se define como “señor de señores y no sirviente de<br />

sirvientes” y corta por lo sano: al duque de Braganza lo<br />

manda ejecutar en Évora tras encontrarle cartas conspiratorias<br />

de la reina de Castilla, al duque de Viseu le hace tres<br />

cuartas de lo mismo y al obispo de Évora lo envenena en<br />

prisión. Y la verdad es que fue mano de santo, pues nadie<br />

más se atrevió a pensar en tocarle un pelo a <strong>El</strong> Príncipe Perfecto,<br />

que dedica el resto de su reinado a proseguir la expansión<br />

marítima de Portugal: llega al cabo de Buena<br />

Esperanza, busca la tierra del preste Juan y firma el Tratado<br />

de Tordesillas con Castilla para repartirse el Atlántico, una<br />

política que continuaría su sucesor, su primo y cuñado<br />

Manuel I, coronado en 1495.<br />

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