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Existen tres tipos de fráteres:<br />
a Los miles, que son la tropa de choque, los soldados.<br />
a Los doctus, que son los sabios, los estudiosos.<br />
a Los servus, los servidores que se dedican a trabajos menores,<br />
como la vigilancia, el robo y hasta el asesinato.<br />
Las leyes de la hermandad son sencillas: se jura obediencia absoluta<br />
y ciega a los superiores de la orden y el mandato de<br />
éstos se ejecuta sin preguntas, sin dudas y sin retrasos. Se jura<br />
también hostilidad eterna hacia el Demonio, y a partir del siglo<br />
XIII, contra aquéllos que practican la magia, por ser ésta un<br />
don del Infierno. Se considera a su vez que las criaturas mágicas<br />
son demonios, y como tales deben igualmente perecer.<br />
Aquellos hermanos que traicionen las sencillas normas de la<br />
orden serán exterminados por sus propios hermanos de<br />
armas. Las faltas menores son castigadas con gran severidad,<br />
decidiendo la pena el pater de cada región, según su sabiduría<br />
y el agravio cometido.<br />
ON la caída del Imperio Romano de Occidente y del<br />
Cinicio de la Edad Oscura (más conocida por los eruditos<br />
latinos como la Alta Edad Media) mucho fue lo<br />
que se perdió. No estamos hablando, obviamente, de<br />
la civilización romana, sino también de su cultura. Muchos saberes<br />
se olvidaron. Otros se conservaron gracias al minucioso<br />
trabajo de los copistas de los monasterios, agrupados según la<br />
norma de San Benito. Los benedictinos. Los monjes negros.<br />
Los guardianes del saber.<br />
Eso dice la historia oficial.<br />
Y como casi siempre, no miente.<br />
Pero tampoco dice por completo la verdad.<br />
San Benito de Nursia era partidario de salvar todo el saber<br />
que se pudiera, incluso aunque no fuera del agrado de los<br />
ojos de Dios. Por ello, piadosos monjes copistas salvaron los<br />
viejos textos de San Agustín, sí, pero también textos de magia<br />
arcana, como las Clavículas de Salomón, el libro de Simón el<br />
Mago y hasta varios textos de los paganos magos zoroástricos.<br />
Ni que decir tiene que pronto empezaron las críticas. De<br />
ahí nació el nombre de la orden, escondida dentro de los<br />
scriptorium, muchas veces oculta hasta para los propios hermanos<br />
que compartían monasterio con ellos: la Cofradía<br />
Anatema, ya que herejes eran considerados por la misma<br />
Iglesia a la que pertenecían.<br />
Ni que decir tiene que la historia de la Cofradía nunca<br />
transcurrió de modo sencillo ni fácil. Pronto se produjo el<br />
primer cisma importante entre sus filas: los que eran partidarios<br />
de recopilar tanto la magia blanca como la demoníaca,<br />
y los que, pese a no negarse a preservar la<br />
hechicería, abominaban de toda relación con el Diablo. Ganaron<br />
los segundos, y de los primeros nada más se supo<br />
(aunque, allá por el siglo XVII, apareció una sociedad secreta,<br />
llamada “La Cofradía Infernal” que decía ser descendiente<br />
de su semilla).<br />
Pars X3: Societates<br />
Aunque no siempre, la Fraternitas suele sentirse cómoda<br />
en el seno de la Iglesia, y muchos de sus<br />
miembros se disfrazan de prelados (cuando no lo<br />
son realmente) para mejor servir a los fines de la<br />
sociedad secreta. Esto se hizo especialmente evidente<br />
en Francia, donde la Fraternitas llegó a dominar<br />
durante casi cien años al papado, preso en sus dominios<br />
de Avignón.<br />
La Fraternitas Vera Lucis nunca usará, por supuesto, la magia,<br />
ni aun para enfrentarse a un mago. Prefieren siempre utilizar<br />
la fuerza bruta, la traición o las intrigas. Tienen varios símbolos<br />
y signos para reconocerse entre sí, siendo uno de los más<br />
usados un medallón de hierro esmaltado en rojo, con una cruz<br />
cretense (gamada) con las aspas orientadas a la izquierda (la<br />
suavástica): símbolo solar usado ya por las primeras tribus<br />
arias, algunos ven en él la representación de la oscuridad de<br />
la cerrazón, el negarse a ver lo evidente. Fuera a posta o por<br />
casualidad, si es que las casualidades existen, no se podía<br />
haber elegido símbolo más adecuado.<br />
La Confradía Anatema<br />
La Cofradía Anatema pronto tuvo que utilizar la magia para<br />
sobrevivir, tanto a la hora de defenderse de las fuerzas malignas<br />
que trataban de apoderarse de los secretos que atesoraban<br />
como para ocultarse de la Iglesia que los habría quemado sin<br />
dudarlo, tanto a ellos como a sus escritos. En el siglo XII encontraron<br />
lo que podría haber sido su brazo armado, la Fraternitas<br />
Vera Lucis, una hermandad dedicada a combatir el<br />
mal, de la que en estas páginas también se habla. Pero ese matrimonio<br />
de conveniencia duró cien escasos años. La Fraternitas<br />
atacó en el siglo XIII, durante la cruzada cátara, muchos de los<br />
monasterios y castillos donde los cofrades se ocultaban, declarando<br />
a partir de entonces la guerra a todo tipo de magia,<br />
fuera usada para el bien o para el mal. La Cofradía encontró<br />
entonces nuevos aliados en los caballeros del Temple, que por<br />
desgracia acabaron cayendo en la corrupción, muchos de ellos<br />
adorando al Diablo. Eso motivó la última alianza entre la Cofradía<br />
y la Fraternitas, pues ambos aunaron sus esfuerzos para<br />
acabar con ellos. Los de la Cofradía pecaron de ingenuos, pensando<br />
que se erradicaría sólo la parte podrida de la orden,<br />
pero pesó más la codicia de los reyes y del clero que la razón<br />
y la verdad, y la mayoría de los monjes guerreros fueron exterminados.<br />
Todo hay que decirlo, fue el último error de la Cofradía.<br />
A partir de entonces se organizaron como sociedad<br />
secreta, para muchos considerada una simple leyenda. Pero<br />
siguen allí. Escondidos en monasterios y en universidades,<br />
acogidos en castillos donde señores benevolentes los protegen,<br />
a sabiendas…, o no.<br />
Cofrades famosos en la historia han sido Alberto Magno,<br />
cuyo discípulo, Tomás de Aquino, acabó traicionándolo;<br />
Pedro Abelardo, famoso por sus clases en la Universidad de<br />
París y por la defensa de la inteligencia y aun el alma en la<br />
mujer; Ramón Llull —Raimundo Lulio para según qué cronistas—;<br />
Arnaldo de Vilanova, que tras ser médico y consejero<br />
de varios papas hubo de huir a tierra de moros y<br />
abjurar de su fe, para salvar su vida; Enrique de Villena,<br />
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