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L mundo en el que transcurren las aventuras de<br />
EAquelarre es el de los reinos peninsulares de los siglos<br />
XIV y XV, dos siglos en los que tienen lugar diversos<br />
conflictos y hechos de gran trascendencia<br />
para la historia de dichos reinos y para los de sus habitantes,<br />
A llegada del siglo XIII encuentra a la corona de<br />
LCastilla envuelta en la anarquía y el desgobierno,<br />
pues los nobles y el rey de Aragón intentan por<br />
todos los medios influir o, mejor aún, derribar al todavía<br />
niño Fernando IV, al que su madre, la regente María de<br />
Molina, tiene que defender a capa y espada, consiguiendo finalmente<br />
que sea declarado rey en 1301, lo que no acaba ni<br />
mucho menos con la caótica situación del reino, pues tiene el<br />
nuevo rey que seguir haciendo frente a levantamientos nobiliarios<br />
y a las pretensiones aragonesas hasta el mismo día de<br />
su muerte en 1312, cuando se halla en Jaén preparando la toma<br />
de Algeciras. Y según cuenta la leyenda, su muerte fue provocada<br />
por una maldición lanzada un mes antes por los hermanos<br />
Carvajales, enemigos del monarca que éste había<br />
ordenado ajusticiar encerrándolos en una jaula para, a continuación,<br />
despeñarlos por un precipicio, aunque antes emplazaron<br />
al rey a una muerte segura en poco tiempo. Debido a<br />
esa leyenda, Fernando IV sería recordado como <strong>El</strong> Emplazado.<br />
Sea como fuere, la muerte del monarca deja el trono castellano<br />
en manos de su hijo, Alfonso XI, que cuenta tan sólo con un<br />
añito de edad, por lo que María de Molina, su abuela, se arremanga<br />
las sayas y se convierte de nuevo en regente, aunque<br />
acompañada esta vez de la esposa y de los hermanos del rey<br />
fallecido —todo quedaba en familia—, hasta que en 1325, con<br />
quince años, Alfonso XI es declarado mayor de edad y asume<br />
sus tareas como rey de Castilla, dedicándose desde entonces<br />
REYES DE CASTILLA<br />
Nombre Años<br />
Fernando IV 1295 – 1312<br />
Alfonso XI 1312 – 1350<br />
Pedro I 1350 – 1366<br />
Enrique II 1366 – 1367<br />
Pedro I 1367 – 1369<br />
Enrique II 1369 – 1379<br />
Juan I 1379 – 1390<br />
Enrique III 1390 – 1406<br />
Juan II 1406 – 1454<br />
Enrique IV 1454 – 1474<br />
Isabel I 1454 – 1504<br />
Pars X1: Chronicae<br />
Corona de Castilla<br />
un tiempo en el que la guerra es una realidad cotidiana,<br />
el hambre llega en forma de sequía para los<br />
campos, la enfermedad aparece de mano de la<br />
peste negra y la Muerte es una invitada a comer en<br />
todas las casas.<br />
a darle fuerte y flojo a tanto noble levantisco, que entre ajusticiamientos,<br />
asesinatos y emboscadas, los deja bastante mal parados,<br />
ganándose el sobrenombre de <strong>El</strong> Justiciero entre sus<br />
seguidores —los nobles posiblemente le llamarían cosas peores—.<br />
También invierte dinero y esfuerzos en proseguir la guerra<br />
contra Granada que había empezado su padre, venciendo<br />
a los moros en la batalla del Salado (1340) y conquistando Algeciras<br />
(1344), claro que no contento el buen hombre, que creía<br />
que estaba en racha, prosigue el avance hasta Gibraltar, donde<br />
en 1350 se le acaba la suerte; y es que un año antes, en el puerto<br />
de Barcelona, había desembarcado una nueva enfermedad, la<br />
peste negra, que rápidamente se extendió por la Península, y<br />
se llevó consigo, entre varios millones de personas, al propio<br />
rey —al que, por cierto, enterraron en dos partes: el cuerpo fue<br />
llevado a Sevilla y los intestinos se quedaron en Jaén: misterios<br />
de la historia, oiga—. Pero lo que nadie puede negarle al buen<br />
Alfonso XI es que supo divertirse, pues además de los dos<br />
hijos legítimos que tiene con su esposa, María de Portugal, tenemos<br />
que mencionar a los diez hijos, diez, que le dio su<br />
amante, Leonor de Guzmán, lo que traerá cola, como ahora<br />
mismo veremos.<br />
Y es que, claro, muerto el rey le sucede su legítimo hijo, Pedro<br />
I, quien convierte en consejero principal a su ayo, el portugués<br />
Juan Alfonso de Alburquerque, que ni corto ni perezoso le dice<br />
al nuevo rey que está tardando ya en quitar de en medio a la<br />
amante de su padre —que tras ser torturada es ejecutada al<br />
año siguiente— y, de paso, mandar encerrar a tanto hermanastro<br />
como tiene, que a éstos se les da la mano y luego te<br />
piden un reino, a no ser claro que se sometan con las mayores<br />
pruebas de arrepentimiento, lo que hacen casi todos ellos (aunque<br />
de poco les sirve: en los años siguientes serían ejecutados).<br />
Otra de las ideas del ayo del rey es que Pedro se case con la<br />
hija del rey francés, Blanca de Borbón, a la que dos días después<br />
abandona para volver a los brazos de su amante, María<br />
de Padilla —ya lo dice el refrán: de tal palo…—, aunque tampoco<br />
le dura mucho, pues en cuanto el rey consigue que se<br />
anule su matrimonio con la francesa, abandonóa a su amante<br />
y se vuelve a casar con Juana de Castro. Poquito a poco, el muchacho,<br />
que no cuenta aún con veinte años, se va ganando el<br />
sobrenombre de <strong>El</strong> Cruel.<br />
Ante tan despótico gobierno, muchos son los que se niegan<br />
a seguir siendo gobernados por Pedro I y, desde 1353, se va<br />
sucediendo una rebelión nobiliaria tras otra, encabezadas por<br />
Enrique de Trastámara, uno de los hermanastros del rey,<br />
hasta que finalmente estalla la guerra civil en Castilla y, a<br />
pesar de que Enrique recibe la ayuda bajo cuerda del rey de<br />
Aragón, Pedro IV, nada puede contra el rey castellano, que<br />
tras vencer a los sublevados inicia una sangrienta represión<br />
contra los nobles vencidos. Enrique de Trastámara hace<br />
mutis y se oculta en Aragón, metiendo en el fregado<br />
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