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Aquelarre: Juego de rol demoníaco medieval<br />
hicieron que emigraran masivamente por el resto<br />
de la Península, a Castilla, Navarra y Aragón. Así,<br />
los judíos se extendieron por toda la Península, acumulando<br />
grandes fortunas y bienes, que se sumaban<br />
a las que ya poseían. Estos movimientos migratorios dieron<br />
con importantes asentamientos llamados aljamas. En la corona<br />
de Aragón se encontraban principalmente en Zaragoza,<br />
Barcelona, Gerona, Valencia y Mallorca; y otras menores en<br />
Huesca, Calatayud, Teruel, Tarragona y Játiva. Una aljama no era<br />
una barriada o gueto, una aljama era como se llamaba al total de<br />
judíos presentes en unas tierras concretas, no sólo dentro de un<br />
pueblo o ciudad, sino también en los pueblos de alrededor, en<br />
diferentes calles, no importa la distancia unas de otras. Más tarde,<br />
empezaron a reunirse en masa en zonas concretas de la ciudad<br />
donde se encontrasen viviendo, formando barriadas que llamaron<br />
kahal, en catalán call. En estos calls, eran tutelados por un consejo<br />
de ancianos o del linaje más antiguo que redactaban leyes<br />
internas (takkanot), dichas leyes debían obedecerse so pena de recibir<br />
el herem, equivalente, salvando las distancias, a la excomunión<br />
cristiana. <strong>El</strong> rey por su parte disponía de un rab mayor de<br />
enlace con los consejos, siendo usado para transmitir todo tipo<br />
de órdenes, solicitudes o inquietudes en ambas direcciones.<br />
Hasta bien entrado el siglo XIII los judíos vivían en una relativa<br />
tranquilidad siendo, eso sí, especialmente señalados por cargos<br />
eclesiásticos como peligrosos en su convivencia con los cristianos,<br />
siendo un ejemplo el IV Concilio de Letrán, donde se sugería<br />
que los judíos debían agruparse en barriadas separadas de<br />
los cristianos e incluso coserse parches de color rojo o amarillo a<br />
sus ropas, siempre en un lugar bien visible. Ya en el siglo XIV, y<br />
coincidiendo con el Cisma de Occidente (1378 – 1417), mientras<br />
la Inquisición vivía treinta y nueve años de sopor, las cosas empeoraron<br />
para los judíos. Se les señaló con el dedo haciéndolos<br />
culpables de los brotes de peste que asolaron el norte de la Península,<br />
se les tenía por usureros, gente que amasaba grandes<br />
fortunas sin trabajar duro. <strong>El</strong>los ocupaban importantes puestos<br />
como prestamistas, arrendatarios de los tributos reales o incluso<br />
el de contador mayor de Castilla, imponiendo importantes intereses<br />
a sus préstamos que muchos condenaban de usura. Además,<br />
los judíos eran tenidos como un estado dentro del Estado<br />
pues eran una nación sin territorio y, por ende, en busca de uno<br />
propio. Mucho más tarde, Martín Lutero lo dejaba especialmente<br />
claro en su Von den Juden und ihren Lügen (Sobre los judíos y sus<br />
mentiras), publicado en 1543.<br />
Desde aquel momento la política de separación se potenció.<br />
Las grandes ciudades se amotinaron y, apoyados e inspirados<br />
por un fuerte fanatismo religioso, cientos de judíos fueron perseguidos<br />
y asesinados. Las grandes revueltas populares eran<br />
encabezadas por el mismo pueblo llano que convivía con los<br />
judíos, otro frente hostil era el formado por los que tenían deudas<br />
económicas con ellos y, finalmente, había muchas comunidades<br />
rurales en las que se los consideraba explotadores. Se<br />
pasó a cuchillo a cientos de judíos en todas las ciudades importantes,<br />
quedando como única salida posible, la conversión.<br />
Todos los que no se convertían aceptando el cristianismo a la<br />
fuerza, o huían o eran perseguidos y asesinados por las exaltadas<br />
masas. De esta forma, las conversiones se multiplicaron<br />
por toda la Península.<br />
Pero la mayoría de los judíos, obligados a convertirse o morir,<br />
mantenían internamente su fe. Se reunían con sus hermanos<br />
y llevaban a cabo sus fiestas sagradas, continuando con<br />
sus rituales y tradiciones. Esto no pasó desapercibido<br />
y se iniciaron las denuncias de falsos conversos.<br />
Incurrían en apostasía y entonces, se sujetaban al control<br />
de la Inquisición.<br />
Por tanto, tenemos que el advenimiento de la Inquisición medieval<br />
fue constituido por estos hechos principales.<br />
a Las herejías meridionales, principalmente los cátaros y los<br />
valdenses.<br />
a <strong>El</strong> resto de exaltados espirituales, cualquiera que sea el<br />
nombre por el que se identifiquen, ya sea fratichelos, hermanos<br />
de la vida pobre, beguinos, beguinas (éstos recorrían<br />
los caminos profetizando la inminente venida del Anticristo<br />
para el 1325), begardos, etc., desde que el papa Juan<br />
XXII, el 17 de febrero de 1317, ordena a los inquisidores del<br />
Languedoc que les persigan allá donde éstos aparezcan.<br />
a Y finalmente la brujería; estando incluido bajo este título<br />
un amplio abanico de “subcategorías” como la adivinación,<br />
la astrología, la demonología, la magia, la alquimia y un<br />
largo etcétera.<br />
a <strong>El</strong> posterior resurgir que dio finalmente con la Inquisición<br />
moderna, de la cual nada trataremos nosotros, se debió al<br />
problema de los judíos falsos conversos.<br />
La Inquisición tenía plenos poderes para actuar como considerara<br />
oportuno ante estas circunstancias, y más aún, Benedicto<br />
XIII les otorgó poderes para actuar contra crímenes de<br />
derecho común, como el adulterio, el incesto, el concubinato<br />
y en definitiva, todo acto sacrílego o contra natura.<br />
LA INQUISICIÓN ARAGONESA<br />
Si bien se le llama “Inquisición medieval” a la que se centra en<br />
estos años de los que venimos hablando, desde el 1220 ó 1230<br />
hasta finales del siglo XV, sería mas conveniente llamarla, en<br />
el caso de España, ‟Inquisición aragonesa”, pues sólo en estos<br />
territorios se dio Inquisición formalizada y estructurada como<br />
hoy la comprendemos. En el resto de la Península no fue hasta<br />
fechas finales (s. XV) cuando de la mano de Alonso de Ojeda,<br />
un dominico sevillano, y, por supuesto, los reyes Isabel y Fernando,<br />
que se implantó definitivamente una Inquisición que<br />
no entendía de fronteras ni jurisdicciones. Hasta entonces, se<br />
podría afirmar que fuera de Aragón, su actividad fue prácticamente<br />
nula, quedando las labores de investigación y castigo<br />
a los obispos y el brazo secular que se encargaba de aplicar el<br />
castigo adecuado.<br />
Sólo la corona de Aragón dio entrada a la Inquisición medieval,<br />
sobre todo, como hemos dicho anteriormente, por su proximidad<br />
con la frontera francesa, por donde llegaban los<br />
herejes huidos o refugiados desde Francia. Jaime I promulgó<br />
un edicto en el que precisó los medios y las personas que habían<br />
de ser empleados en la búsqueda de herejes, esto sería:<br />
un sacerdote de nombramiento episcopal asistido por dos o<br />
tres laicos, a los que al poco, el Papa ordenó que se unieran<br />
dominicos y franciscanos.<br />
Esta Inquisición, dirigida por obispos, inició su andadura en<br />
Lérida y Tarragona en el 1232, quedando especialmente localizada<br />
en la zona nordeste, y su primer tribunal se instauró en<br />
Lérida, se calcula que hacia el 1238, del que cuidaba el obispo