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al organismo y se entra en un punto irreversible<br />
en el que no hay nada que hacer. Ni que decir tiene<br />
que las teorías de ambos sabios son la base de la Medicina<br />
moderna, pero durante toda la Edad Media y buena<br />
parte del Renacimiento se consideran el cumun maximus de la<br />
sanación, hasta tal punto que era despreciado todo aquél que<br />
proponía alternativas nuevas. Por citar un par de ejemplos,<br />
no se practicaba la disección de cuerpos humanos porque<br />
(aparte de estar prohibido por el cristianismo eso de toquetear<br />
a los difuntos por dentro) era innecesario: Galeno había dicho<br />
que por dentro el hombre es igual al cerdo, con lo que con estudiar<br />
al cerdo ya se sabía cómo era el ser humano (y el cerdo<br />
no tiene apéndice, con lo que se morían de apendicitis, perdón,<br />
de “mal del costado” los pobres desgraciados a los que<br />
les tocaba el mochuelo). Otro gran error de Hipócrates era<br />
considerar el pus de las heridas como bueno, pues significaba<br />
que el cuerpo expulsaba los malos humores… y así que les lucían<br />
las gangrenas.<br />
DIAGNÓSTICO DE LA ENFERMEDAD<br />
Para averiguar la dolencia que padece un enfermo (en concreto,<br />
qué humor o fluido se le ha corrompido o tiene desequilibrado),<br />
se examina con sumo detenimiento la lengua del<br />
paciente, ya que indica al médico el estado de la “cámara interior”<br />
(aparato digestivo e hígado). También se realizan palpaciones<br />
en el vientre en busca de durezas (bilis negra) en los<br />
intestinos, se mira si hay exceso de bilis amarilla (es decir, si<br />
hay fiebre) colocando la palma de la mano sobre el pecho, en<br />
el corazón, ya que es la caldera del organismo y el centro de<br />
calor vital. Se coloca la oreja también sobre el pecho para escuchar<br />
el latido del corazón, que si es demasiado rápido significa<br />
que hay exceso de sangre. Otros elementos que tiene el<br />
médico para estudiar al paciente son examinar sus sentidos<br />
(vista, gusto, tacto, olfato, oído) y sus secreciones corporales:<br />
esputos, vómitos, heces, sudor y sobre todo su orina. Médicos<br />
hay que presumen de saber la dolencia que padece el enfermo<br />
y su correcto tratamiento sólo con el examen de su orina: se<br />
analiza su color, olor, brillo, sedimentos, transparencia e incluso<br />
(no se me asusten) su sabor.<br />
TRATAMIENTO<br />
Una vez encontrado el humor que está corrompido o en exceso<br />
en el enfermo, se procede a quitárselo (el humor, y perdonen<br />
el juego de palabras, pero la cosa tiene su miga):<br />
a Exceso de flema (elemento agua): Resfriados, diarreas, exceso<br />
de sudor… Se le aplicará al paciente un buen vomitivo,<br />
para que expulse toda la flema corrompida.<br />
a Exceso de bilis amarilla (elemento fuego): Fiebre, delirios. Se<br />
someterá al paciente a baños templados, con cuidado, que es<br />
tratamiento que, al igual que la sangría, puede matarle…<br />
a Exceso de bilis negra (elemento tierra): Estreñimiento, dolores<br />
en el estómago o el hígado, mal aliento… Nada que<br />
no cure una buena lavativa, o un purgante.<br />
a Exceso de sangre (elemento aire): Dolores de cabeza,<br />
nervios, latidos de corazón muy rápidos. Se emplearán<br />
entonces sanguijuelas o se le pedirá a un cirujano-barbero<br />
que practique una sangría. Hablaremos de ella en<br />
un momento…<br />
Pars X2: Mores<br />
CONVALECENCIA<br />
<strong>El</strong> enfermo ha de estar en habitación cerrada, pues<br />
a través del aire fresco se transmiten los miasmas<br />
infecciosos. Tampoco es bueno que la habitación esté<br />
a oscuras, hay que procurar iluminarla con velas, que<br />
ya se sabe que la Muerte acecha en las sombras. <strong>El</strong> paciente<br />
guardará reposo casi absoluto, pues fatigarse estando<br />
enfermo puede provocarle la muerte (eso incluye<br />
practicar el sexo, lamentablemente), y comer una dieta “sana”:<br />
pollo, huevos, carnero, aves de campo, ciruelas y pasas. Para<br />
beber, vino del bueno, algo aguado, eso sí.<br />
UNA NUEVA ENFERMEDAD: LA PESTE<br />
Todas estas teorías y prácticas se van al traste cuando en<br />
1348 llega a Europa la peste negra. En diciembre del año<br />
anterior, tres mercantes llegaron al puerto de Messina, en<br />
Sicilia. En sus bodegas traían la rata negra, procedente de<br />
Asia Menor. La rata infectada trae unas pulgas que, en contacto<br />
con el ser humano, le transmiten la enfermedad que<br />
las ratas han extendido ya por Oriente hasta Constantinopla,<br />
de donde proceden los barcos. <strong>El</strong> año siguiente es el<br />
año de la peste. Avanza por Italia, España, Francia, Alemania,<br />
Inglaterra y Escandinavia. Sólo la detiene el frío eterno<br />
de las estepas rusas, casi a las puertas de Moscú. En 1348<br />
mata en Florencia a 70.000 personas, dos tercios de la población.<br />
En Valencia, la ciudad española más afectada, perecen<br />
20.000 personas en tres meses. Barcelona es apenas<br />
más afortunada, pierde dos tercios de su población, unas<br />
24.000 personas. En total, entre 1348 y 1361 la peste negra<br />
cosecha en Europa Occidental un total de 25 millones de<br />
muertos, un tercio de la población del continente, sin respetar<br />
edad, estado social, riqueza, ni credo, pese a que<br />
pronto se acusa a los judíos de propagar la enfermedad envenenando<br />
los pozos, y turbas enloquecidas asaltan las juderías<br />
(como es el caso de Barcelona) masacrando a cuantos<br />
encuentran a su paso.<br />
Los síntomas de un apestado son una fiebre alta, acompañada<br />
de una sudoración de olor fétido (lo que da nombre a la enfermedad)<br />
así como la aparición de unas bubas negras bajo las<br />
axilas o en el cuello (lo que le da el apellido de negra). La enfermedad<br />
se transmite por contacto con la sangre del infectado,<br />
por picadura de una pulga que lo haya picado<br />
previamente o por el aire, mediante sus esputos o saliva, que<br />
en cantidades minúsculas siempre llega a través del aliento.<br />
Beber de la misma escudilla, comer de la misma olla, compartir<br />
la cama, y otras actividades propias del Medievo no hacen<br />
sino propagar la enfermedad.<br />
Los médicos, ante esta nueva enfermedad, hacen lo que pueden,<br />
que tampoco es demasiado: se protegen a sí mismos con<br />
un largo abrigo, guantes y zapatos con gruesas suelas, para<br />
escapar del “humo pestífero” que según algunos es el causante<br />
de la epidemia, y que surge de la tierra, del agua estancada.<br />
Muchos se cubren con máscaras en forma de pico de<br />
pájaro, con hierbas perfumadas para no oler las emanaciones<br />
de los enfermos. A éstos los mantienen apartados de los<br />
sanos, al igual que se hace con los leprosos, se los confina en<br />
recintos cerrados y sin ventilación, para que los miasmas malignos<br />
no se propaguen al exterior, y tratan de combatir<br />
los vapores pestíferos quemando inciensos. A veces les<br />
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