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Aquelarre: Juego de rol demoníaco medieval<br />
uno era una persona honrada y de moral intachable;<br />
en el que las disputas entre hombres poderosos<br />
se dirimían mediante los ‟juicios de Dios”,<br />
luchando a muerte dentro de un círculo. Y así, entre<br />
lamia y salamandra, iban aprendiendo poco a poco a sobrevivir<br />
en el siglo XIV, como niños que van descubriendo<br />
el mundo y se integran en él por ensayo y error (o, lo que es<br />
lo mismo, aprendiendo a base de palos).<br />
Así que, cuando se me demanda una aventura de Aquelarre,<br />
tras la visita de rigor a la biblioteca, además de la pantalla y<br />
los dados, nunca dejo atrás mi castellano medieval, mi pluma<br />
y mi tintero, mi buen vino en vaso de madera y mis escudillas<br />
para las patatas fritas; nunca dejo atrás mi introducción histórica<br />
para poner en situación y preparar el hechizo que les teletransportará<br />
seiscientos años atrás; nunca olvido poner mi<br />
CD de música medieval cuando se acercan a la plaza del pueblo;<br />
y siempre tengo presente que la mejor forma de aprender<br />
es jugar, jugar y jugar.<br />
BUSCANDO EL EQUILIBRIO<br />
Por Pedro J. Ramos<br />
Conocí Aquelarre cuando todavía iba al colegio, no recuerdo<br />
si a 7º u 8º de E.G.B. Yo ya llevaba un tiempo jugando a rol,<br />
y concretamente mi grupo y yo jugábamos todas las semanas<br />
al “rol del bueno”, ése de dragones y mazmorras. En<br />
una de esas escasas ocasiones en las que yo no hacía de Director<br />
de Juego resulta que me llamó uno de mis compañeros<br />
de juego para decirme que nuestro Director de Juego no<br />
podía venir, pero que él se ofrecía a dirigirnos, concretamente<br />
en un juego llamado Aquelarre. Yo nunca había oído<br />
hablar de ese juego, pero sí sabía lo que significaba su nombre,<br />
y tengo que admitir que me dejó cierta intranquilidad.<br />
¿Sería un juego satánico? ¿Usaría güija? En fin, perdonad<br />
las tonterías de la edad, pero por aquel entonces mi imaginación<br />
era aún mayor de lo que es hoy, y muchas cosas que<br />
hoy en día nos parecen inocentes resultaban para mí terriblemente<br />
reales…, y justamente lo mismo ocurre en mis<br />
partidas de Aquelarre, ¡qué casualidad!<br />
Si queréis saber cómo es para mí dirigir Aquelarre, la mejor<br />
respuesta que os puedo dar es la que da el título de este<br />
breve ensayo: buscar el equilibrio. ¿Equilibrio entre qué?<br />
Pues entre las dos facetas del juego, la demoníaca y la medieval.<br />
Tenemos entre manos un juego que nos ofrece todo<br />
el potencial de la Edad Media española, una época fascinante<br />
y que da para interesantísimas historias jugando únicamente<br />
en un sentido histórico estricto, pero por otro lado<br />
tenemos lo que tenemos. Al Diablo. ¿Y a quién no le fascina<br />
bailar con él?<br />
Aquelarre nos ofrece también lo mejor de los mitos y leyendas<br />
medievales para ser utilizados en nuestras partidas. Desde los<br />
asturianos trasgus hasta las malhadadas mandrágoras, la oportunidad<br />
de que nuestros jugadores interactúen con todos estos<br />
seres no es sino fascinante, sobre todo en un mundo como el<br />
actual en el que pasamos muy poco tiempo ocupándonos de<br />
cosas que no sean tangibles o, más concretamente, visibles por<br />
nuestros propios ojos.<br />
Así pues, permíteme que emplee el espacio que los autores de<br />
este libro me han dado para transmitirte una sola idea: haz<br />
que tus jugadores se muevan entre la cotidianeidad de la<br />
vida medieval y la increíble magia del mundo de lo<br />
irracional, busca el equilibrio adecuado para tu grupo<br />
de juego entre ambos polos (como si tu partida fuera<br />
un personaje y debieras repartir los cien puntos entre Racionalidad<br />
e Irracionalidad, si quieres verlo así) y una vez encuentres<br />
el equilibrio, no dejes de agitarlo de cuando en<br />
cuando. Si los personajes se ven envueltos en un misterio cotidiano<br />
y al final descubren que tras todo el asunto hay una<br />
explicación sobrenatural, conseguirás un efecto desestabilizador<br />
tan grande como si investigan un asunto presuntamente<br />
más allá de la razón y al final todo se justifica por una serie de<br />
casualidades o una explicación lógica. Mantener a los personajes<br />
jugadores en un equilibrio inestable puede ser la clave<br />
para conseguir contar una historia que a todos os guste recordar<br />
en el futuro.<br />
Pero como ya he mencionado, aunque de pasada, también<br />
puedes jugar una partida puramente histórica o puramente<br />
fantástica. Introducir esa clase de “desequilibrios” en el equilibrio<br />
de tus partidas de Aquelarre no solamente les sorprenderá,<br />
sino que puede que os renueven las ganas de seguir<br />
jugando al decano de los juegos de rol en España.<br />
Y creo que esto es todo por mi parte. He preferido transmitiros<br />
un único consejo porque sé que lo que dicen mis compañeros<br />
está repleto de verdades como puños que os pueden ser muy<br />
útiles a la hora de dirigir. Yo sólo quería daros la balanza con<br />
la que encontrar vuestro equilibrio.<br />
Bienvenido a Aquelarre, Director de Juego. Ahora tuya es la<br />
balanza.<br />
LOS REGLONES TORCIDOS DEL ROL<br />
Por Antonio Polo<br />
Hace unos meses, mientras —piedra va, piedra viene— en el<br />
Equipo A (de Aquelarre) discutíamos sobre las reglas del juego,<br />
comentando lo divino y lo humano, se me ocurrió la idea de<br />
que todo aquél que quisiera aportara su granito de arena sobre<br />
cómo dirigen, ven o disfrutan este juego. Si has leído este capítulo<br />
hasta aquí ya habrás visto el resultado, por lo que poco<br />
más puedo aportar sin parecer redundante, pues mi parecer<br />
se ve reflejado en muchas de las ideas desarrolladas en los textos<br />
de mis compañeros.<br />
Así que voy a dedicar estas breves líneas a hablar del Aquelarre<br />
que me gusta. Luego, si queréis extrapolarlo a vuestra<br />
propia experiencia, seguramente descubriréis que el mismo<br />
juego cambia según el color del cristal de las gafas del DJ que<br />
lo maneja.<br />
En resumen, mi Aquelarre es demoníaco y medieval... ¡Un momento!<br />
Antes de que soltéis a los perros por la perogrullada<br />
que acabo de soltar dejadme que me explique. Gracias (tuso,<br />
tuso, perrito guapo, ale, ale...).<br />
Yo juego (sobre todo dirijo, aunque jugué mucho en su momento)<br />
a Aquelarre porque me gusta la historia, y no sólo la<br />
medieval, sino la historia en general, aunque me decanto<br />
especialmente por la historia cotidiana, la del día a día, los<br />
“Usos y Costumbres” si queréis encontrarlo en un catálogo<br />
bibliotecario: cómo vivía la gente en tiempos pasados, qué<br />
comían, cómo criaban a sus hijos, cómo vestían, cómo hablaban,<br />
qué se contaban, a dónde viajaban, qué era lo que<br />
les entretenía, cómo “folgaban” (y en qué posturas), cómo