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fase 2 - El Grimorio

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garganta. Luce túnica amplia y oscura, de buen paño y<br />

con el cuello y los puños de las mangas forrados de armiño,<br />

lo que denota a las claras que es cristiano, y no judío<br />

ni moro. Es Estebanillo quien sirve el vino, aunque él conserva las<br />

formas de no sentarse hasta que no lo haga algún noble portador de<br />

espada o un clérigo, que superiores en rango son de él. Sólo entonces<br />

se dará acomodo, y tras mirar con ojos de ave de presa al grupo por él<br />

reunido les explicará:<br />

“Vuesas mercedes andan con preguntas, como es de natural, pero tengo<br />

todas las respuestas. Para ello he de presentarme, así que lo haré: maese<br />

Manuel me llaman, y tal soy, ni más ni menos, que carezco de apellidos<br />

ilustres, por ser mi casa bajuna. Por mercader me tengo, y negocios hago,<br />

pero siempre a la buena vera del Señor, que no practico la usura como<br />

hacen esos enjuínos que mataron a Cristo.<br />

Buscando negocio me fijé en torre vieja, casi en ruinas, que se encuentra<br />

en las cercanías, junto a un riachuelo que podría agrandarse con escaso<br />

esfuerzo. Olfateé oro, pues bien fácil que sería convertir la torre en molino<br />

de agua uniéndole un aspa de madera que el río moviera y una rueda de<br />

moler en su interior. Tan fácil, que me extrañó que nadie lo hubiera hecho<br />

antes. ¡Iluso de mí! Siendo como son estas tierras feudo de la orden de Santiago,<br />

a los santiaguistas me fui, y previo pago de una sustanciosa donación<br />

para su santa causa conseguí permiso para levantar molino y moler harina,<br />

quedando entendido que ellos se quedarían con una parte de la misma,<br />

pues bien saben vuesas mercedes que los molinos son propiedad feudal, y<br />

nunca se venden, siempre se arriendan.<br />

Ya me parecía que lo más difícil del negocio estaba hecho cuando,<br />

¡pobre de mí! Me encontré con algo que, forastero que soy en esta tierra,<br />

desconocía: los del lugar temen las ruinas de la torre por considerarlas<br />

malditas, y ni a fuerza de todos los dineros del mundo lograría<br />

yo que se acercasen a trabajar para convertirlo en molino, y mucho<br />

menos que me vendiesen el grano o me comprasen luego la harina que<br />

allí fabricara. Caía en la desesperación cuando supe que había forasteros<br />

como yo, que no temen las supersticiones del lugar. Pues puedo<br />

jurarles que por mucho que he recorrido las ruinas, tanto de noche<br />

como de día, no he encontrado fantasma alguno, y sigo sano y salvo.<br />

Necesito de gentes que demuestren que tal superstición es falsa, y así<br />

se lo hagan ver a los naturales del lugar. Éste es el negocio que os<br />

quiero proponer, y por el cual 60 monedas de plata por persona estoy<br />

dispuesto a pagar. ¿Os place el trato?”<br />

Si a los personajes les parece poco el pago lo elevará a 90 de inmediato.<br />

Para conseguir que llegue a 120 habrá que hacer tirada confrontada<br />

de Comerciar y ganarla (maese Manuel tiene 90% en<br />

dicha competencia, así que deseo suerte al personaje que lo intente).<br />

Si el margen es ancho (más de 50 de diferencia), puede llegar<br />

a 150 monedas, y no más, que va a la ruina. Ni que decir tiene que<br />

el pago se hará una vez concluido el trabajo, y no antes, que maese<br />

Manuel no se va a mover, mientras que los personajes pueden irse<br />

cuando quieran. Esto último NO es negociable.<br />

Si alguien hace tirada de Empatía para ver si el mercader oculta<br />

algo, el Director de Juego le pondrá secretamente una dificultad<br />

de Imposible (es decir, restarle -75% puntos al valor de su competencia).<br />

Lo más fácil es que la falle, por lo que se le podrá decir,<br />

honradamente:<br />

Dice la verdad, y ninguna agañaza oculta.<br />

En el caso harto difícil de que le saliera tirada buena, se le dirá en<br />

privado:<br />

Te parece que algo esconde…, pero no sabrías decir qué. Algo más hay de<br />

lo que dice.<br />

Nada impide que los personajes hagan las preguntas que quieran<br />

a maese Manuel. Algunas de las más probables son:<br />

a ¿Dónde está la torre que queréis convertir en molino?<br />

Fabula 2: Fabula de Umbris<br />

A veinte minutos del pueblo, cruzando un bosquecillo que<br />

se encuentra al sur. Una vez atravesados los árboles, bien<br />

que se ve. No hay pérdida alguna.<br />

a ¿De dónde sois, maese Manuel?<br />

De una pequeña aldea llamada Madrid. Luego he residido<br />

en muchos lugares, buscando hacer fortuna, y no me ha ido<br />

mal, pero tampoco tan bien como desearía. Creo que por fin aquí,<br />

en Bullas, me ha sonreído la suerte… si tenéis éxito.<br />

a ¿A quién se le puede preguntar sobre los rumores de la superstición?<br />

A cualquiera en el pueblo, aunque donde más se desatan las lenguas,<br />

ni que decir tiene, es en la taberna.<br />

Por cierto, el vino de la jarra está realmente bueno, si alguno se decide<br />

a probar. De hecho, será la firma del negocio, el brindar todos<br />

juntos, tanto maese Manuel como los personajes. Si algún personaje<br />

es judío o musulmán en secreto,… ¡a ver cómo se las compone!<br />

II. CHISMORREOS<br />

Si los personajes y maese Manuel cierran el acuerdo, a los primeros<br />

les toca cumplir con lo pactado. Todos en la población saben de la<br />

leyenda, que es cuento viejo, de los que se cuentan a los niños para<br />

que no se alejen en demasía de lugar poblado. Y como creen en<br />

ella, si se les menta a cielo abierto se santiguarán y cerrarán la boca,<br />

que no es cosa de mentar a los muertos así como así. Sólo Estebanillo<br />

—que por ser natural de la zona sabe la historia, y siente que<br />

es servir a su señor contársela a los personajes— y gentes reunidas<br />

en la taberna —que ya se sabe que el vino desata las lenguas—, podrán<br />

relatarla:<br />

“Esa vieja torre por la que preguntáis está doblemente maldita, que la alzaron<br />

manos paganas, los romanos, y la maldijeron enemigos de la fe, los<br />

moros. Pues cercana a ella escondió un príncipe musulmán sus tesoros,<br />

matando luego a los esclavos que habían cavado el escondrijo. Él mismo<br />

murió luego a manos de los cristianos, y sus riquezas quedaron sin amo...,<br />

pero protegidas por las almas en pena de los que allí murieron, comandadas<br />

por el diablo de moro, que no dejará que nadie se acerque a su riqueza…”.<br />

Será necesaria una tirada de <strong>El</strong>ocuencia (o de Mando, si el que la<br />

realiza es de nivel social superior al de campesino o villano) para<br />

arrancar un trozo más jugoso de la verdad:<br />

“Lo cierto es que nunca le hicimos demasiado caso a la leyenda (que por<br />

aquí las hay, y todas las que uno quiera, y a veces uno se encuentra con<br />

una y se la merienda, o cosas peores) pero hace unos meses Pedro Ramales,<br />

῾el del Jornalero’, nos vino jurando y perjurando que era historia muy<br />

cierta, que él mismo había visto los fantasmas. Y como él era el que menos<br />

se creía la leyenda de la maldición (aunque no en lo de los tesoros, ojo) y<br />

como ha estado enfermo desde aquella noche…, pues nos lo creímos, que<br />

estas cosas son graciosas hasta que dejan de hacer gracia…”<br />

Los personajes han de enterarse de esta información a toda costa para<br />

pasar a lo siguiente, que es buscar al tal Pedro. Por ello, como Director<br />

de Juego, dales un poco de manga ancha, y da por buena casi cualquier<br />

cosa que se les ocurra: desde una tirada por Seducción (con un miembro<br />

del sexo opuesto, claro está) hasta invitar a rondas (dando bonificadores<br />

a la tirada correspondiente cuando más bebida ande la<br />

víctima). Esperemos que a ningún bruto se le ocurra recurrir al Tormento,<br />

pero bueno, las competencias están para ser usadas…<br />

III. LA VERDAD<br />

Sea como fuere, los personajes habrán salido del anterior apartado<br />

con un nombre: Pedro Ramales. Cualquiera del pueblo<br />

al que se le pregunte puede dar datos sobre él, sin necesidad<br />

de tirada alguna:<br />

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