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fase 2 - El Grimorio

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Los Peligros de la Magia<br />

No les había mentido el pobre Mijail, que el nombre de Carmela Rodrigo<br />

era harto conocido. Entre los que se atrevían a susurrarlo, hubo<br />

quien les indicó un viejo escondrijo suyo, una cueva donde solía retirarse<br />

a hacer sus hechicerías al abrigo de ojos curiosos. Iban solos,<br />

pues por mucho que lo había buscado, no había encontrado Lope quien<br />

le diera razón de Ignotus, cosa que lamentaba. Le hubiera gustado<br />

tener su veterana espada a su vera. Con todo, el judío andaba mucho<br />

más que confiado, pues decía que por su saber (que tampoco era tanto)<br />

no descubría señales recientes de actividad mágica, por lo que el cubil<br />

debía encontrarse abandonado.<br />

Y lo estaba.<br />

Aunque mala sería la dueña que no dejara un guardián para proteger<br />

su dominio.<br />

<strong>El</strong> ser era bajo, costroso, vestido con una especie de harapos que se entremezclaban<br />

con su apelmazada pelambrera natural y unas lascas como<br />

de piedra que parecían brotarle, como si de manchas de lepra se trataran,<br />

aquí y allá por todo el cuerpo. Surgió de la roca, o quizá poseía la facultad,<br />

al ser él mismo similar a ella, de disimularse con la piedra hasta<br />

tal punto que no se notara diferencia alguna. Al judío lo cogió por sorpresa.<br />

Lope, más desconfiado, llegó a distinguir el movimiento y empujó<br />

a su amigo, librándole de una muerte segura. No había tiempo de preparar<br />

hechizos ni estrategias, ni siquiera había tiempo de huir. Lope<br />

logró esquivar otro golpe que le hubiera arrancado la cabeza e hincó su<br />

arma en un hueco de las protecciones de su enemigo. Aunque aturdido,<br />

Micael alcanzó a reptar hasta la espalda del ser, sin que éste se fijara<br />

en él, furioso como estaba por la herida recibida y concentrado en Lope.<br />

Por ello, pudo el judío sacar sin apuros un cuchillo largo de media vara<br />

y hundírselo calmosamente en la espalda a la criatura, que se dolió<br />

mucho, dando un aullido que a los dos recordó al sonido de las rocas al<br />

desprenderse. Luego, la cosa no terminó en combate, sino en asesinato.<br />

Que no estaban los dos amigos para dar cuartel a quienes trataran de<br />

matarles.<br />

Más tarde Micael realizó sus magias. Y no supo si reír o llorar, al encontrar<br />

lo que buscaba.<br />

—La muy hija de su madre está en Burgos, Lope. La hemos tenido bajo<br />

las narices todo el rato.<br />

—Burgos es grande, Micael… ¿No puedes decirme en qué casa para<br />

prenderle fuego?<br />

—Lo siento, pero no. Además, quizá al ser engendro del Infierno el fuego<br />

no le haga daño… en cambio, harías que toda la ciudad ardiera como la<br />

yesca. No, mejor piensa en otra cosa.<br />

—Supongo que tendré que esperar a que me envíe otro de sus asesinos,<br />

a ver si consigo hacerle hablar antes de que muera…, o que me mate.<br />

* * *<br />

Las palabras del hidalgo resultaron proféticas. No había pasado una semana<br />

cuando Micael recibió la visita de su amigo, tinto de sangre propia<br />

y ajena. Mientras curaba sus heridas con remedios tanto naturales como<br />

mágicos, éste no paraba de farfullar:<br />

—Era un hombre y no lo era, Micael… era peludo y fuerte, y enseñaba<br />

Pars 6: Ars Magica<br />

los dientes como si de un lobo se tratara…<br />

—¿Llegó a morderte?<br />

—No, que bien que guardé mi cuerpo de que se acercase<br />

demasiado, y siempre se encontró con mi acero delante. Pero<br />

eso no me liberó de sus garras.<br />

—Has salido bien librado entonces, pues era un lobisome, un ser<br />

poseído por el espíritu salvaje de un lobo, y podría haberte pasado<br />

la maldición. ¿No crees que es mejor que lances bien lejos ese trozo de<br />

cuerda maldito y que otro apechugue con la maldición?<br />

Lope lo miró con fiereza, desde la fiebre de sus heridas:<br />

—A nadie le deseo la carga que me han dado, pero te juro que esto no<br />

terminará hasta que la bruja me mate… o yo la mate a ella.<br />

* * *<br />

Ignotus le salió al paso a Micael en una callejuela, tan quedo que por un<br />

instante el judío lo tomó por un ladrón, y temió tanto por su vida como<br />

por su bolsa.<br />

—Burgos ya no es segura para ti, Micael Bonishah. <strong>El</strong> mercader al que<br />

compras los productos que usas para tus magias ha decidido que ya te ha<br />

sacado bastantes dineros, y le ha ido con el cuento de tus actividades a<br />

los que se dedican a cazar a gentes como tú.<br />

—¡No puedo dejar a Lope solo ahora! ¡Necesita de mi saber!<br />

Ignotus enarcó una ceja, sonriendo a medias.<br />

—Necesita amigos y los necesitará siempre. Y se quedará sin uno si te<br />

quedas mucho más. Vete a la frontera con el moro. A una ciudad llamada<br />

<strong>El</strong>iossanna. En la primera casa a la izquierda entrando por el camino<br />

del norte, llama tres veces y pregunta por Hardeck. Te contestarán que<br />

en esa casa sólo viven gentes con nombres de mártires y de ángeles. Responde<br />

que es un ángel el que te envía, un ángel sin nombre. Te darán<br />

cobijo y aprenderás mucha de esa magia que ansías conocer…, con una<br />

condición.<br />

—¿Cuál?<br />

—Que dejes de coquetear con la magia negra. Es más poderosa, sí…,<br />

pero su poder no está hecho para seres humanos. Ninguna magia lo está,<br />

pero la magia de los demonios puede perderte para siempre.<br />

—¿Y qué pasará con Lope?<br />

—Lope es cosa mía.<br />

UNQUE los judíos aseguren que no debe pisar la<br />

Atierra nadie “que practique adivinación, astrología,<br />

hechicería o magia, ningún encantador ni consultor<br />

de espectros o adivinos, ni evocador de muertos”<br />

(Deuteronomio, 18, 10-11); los cristianos recuerden a San Pablo,<br />

ante cuya presencia “bastantes de los que habían practicado<br />

la magia reunieron los libros y los quemaron delante de todos”<br />

(Hechos, 19, 19); o los musulmanes tengan en mente el sagrado<br />

Corán, donde se asegura que “el mago no prosperará, venga<br />

de donde venga” (Corán 20, 69), lo cierto es que en el mundo<br />

de Aquelarre la magia es una fuerza viva, poderosa y terrible.<br />

Recordad pues las palabras del sabio: “La magia abre a tus<br />

pies dos senderos. <strong>El</strong>ige el que desees. Si eres digno, serás recompensado…”<br />

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