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Carmela Rodrigo<br />
Jonás abrió la puerta al joven cortesano que tan fieros aldabonazos daba<br />
en el portón, y recibió de lleno un soberano golpe con tranca de buena<br />
madera de roble, que le torció para siempre la mandíbula y lo hizo caer<br />
cuan largo era. La monja entró a grandes trancos, gritando con su ensordecedor<br />
vozarrón:<br />
—¡A ver! Las que sean rameras normales y los pecadores, que se<br />
vayan. Los que ya han estado en el Infierno porque de él vienen…<br />
¡Que se queden!<br />
—Y esto es lo que ella entiende por una “entrada discreta” —gruñó Lope.<br />
Putas y clientes la miraron espantados, tomándola por loca (que no lo<br />
era) y por peligrosa (que eso sí que lo era, y en grado sumo). Ninguno<br />
osó moverse, y la religiosa pasó la mirada de uno en uno, hasta que se<br />
quedó mirando fijo a una de las rameras, la más hermosa de todas.<br />
—Te reconozco. ¡Engendro de Satán! ¡Muestra tu verdadero rostro para<br />
que todos vean tu maldad!<br />
La mujer se transformó al instante, para sorpresa de todos, empezando<br />
por ella misma. Ya no era joven y hermosa, sino una vieja de aspecto<br />
repugnante, encorvada por una corcova torcida y apoyada en un nudoso<br />
bastón. Cojeó hacia ellos, disimulando con una sonrisa desdentada la<br />
rabia de haber sido tan pronto descubierta. Empezaron a burbujear criaturas<br />
monstruosas desde las sombras, el aire se llenó del metálico olor de<br />
la magia, y la vieja rió y dijo:<br />
—¡Yo también te conozco, Recareda Ibarreñez! ¿Has dejado por fin al<br />
castrado de tu Dios para suplicar el perdón de mi amo por las muchas<br />
faltas que le has causado? ¿Por ello me traes como presente a este mocito,<br />
que tiene algo que es mío?<br />
—Él no lo tiene —dijo una voz calmosa, en el umbral—. Lo tengo yo.<br />
Ignotus jugueteaba con un trozo de cuerda, para gran sorpresa de Lope,<br />
A palabra demonio viene de daimon, transcripción la-<br />
Ltina de la palabra griega con la que se denominaba a<br />
una especie de geniecillo o espíritu protector que todo<br />
ser humano llevaba consigo durante su vida. Personajes<br />
ilustres, como Sócrates, el padre del racionalismo occidental,<br />
hacían referencia a menudo a su daimon y a los múltiples<br />
servicios que les reportaba. <strong>El</strong> que una palabra que en principio<br />
designaba a un protector del hombre sirva hoy día para nombrar<br />
a su principal enemigo no es algo que debiera asombrarnos:<br />
los judíos, anclados en un monoteísmo feroz y monolítico,<br />
no vacilaron en considerar a las deidades de los pueblos vecinos<br />
como parte de esa horda de ángeles caídos que habían sido expulsados<br />
del Cielo y se habían hecho adorar como dioses en la<br />
Tierra. Esto explica la gran profusión de demonios y engendros<br />
que pululan en la demonología clásica, y de los cuales verás una<br />
buena muestra en estas páginas.<br />
EL DIABLO HEBREO<br />
Ya en las mismas Sagradas Escrituras podemos encontrar una<br />
referencia al propio Lucifer, concretamente en el segundo ver-<br />
Pars 8: Rerum Demoni<br />
que bien sabía que el objeto maléfico lo portaba él.<br />
—Creo que lo llamáis ”nudo maléfico” y, si con tanta saña<br />
lo has buscado, quiere decir que está listo para ser usado…<br />
Sólo hay que atar algo que pertenezca a la persona a la que<br />
se quiera maldecir, pronunciar las palabras adecuadas y…<br />
La meiga estaba como hipnotizada, mirando con odio y fascinación<br />
al viejo guerrero. Dio un par de pasos más, ignorando a la religiosa<br />
y al joven cortesano, y alzando la mano sarmentosa aulló:<br />
—¡Algo portas que me ciega! ¡Pero siento el poder aquí, muy cerca! ¡Dámelo,<br />
y vuestra muerte será rápida!<br />
Más rápido fue Lope, que ante un empujón de Recareda sacó el cordel<br />
bueno del bolsillo, y lo anudó en torno al bastón de la meiga. Alguien<br />
recitó entonces unas palabras, que sonaron claras por encima de los gritos<br />
y aullidos. Lope nunca recordó qué palabras fueron. Sólo que no parecían<br />
humanas.<br />
Y la meiga quedó paralizada.<br />
Quizá por la magia, quizá por la sorpresa, quizá por la oración. Quizá<br />
por todo, quizá por nada. Pero fue suficiente para que Lope le cercenara<br />
la cabeza limpiamente de un certero espadazo.<br />
La cabeza rodó hasta sus pies. Los ojos, aún con vida, lo miraron. Y sus<br />
labios se movieron susurrando una última palabra:<br />
—Agaliaretph…<br />
USTO ahora, en el medio del camino de este ma-<br />
Jnual, llega el momento de hablar del Infierno y de<br />
sus habitantes, del Diablo y sus sirvientes, de los demonios<br />
y sus atribuciones. Seguid pues mis pisadas,<br />
pues aquí mismo, al pie de este monte, se encuentra una<br />
puerta en cuyo dintel se puede leer la siguiente advertencia:<br />
“¡Perded toda esperanza los que entráis!”.<br />
La Imagen del Diablo<br />
sículo del capítulo catorce del Libro de Isaías: “¡Cómo has caído<br />
de los cielos, Lucero, hijo de la aurora! ¡Has sido abatido a tierra,<br />
dominador de naciones”. Pero existen otras muchas tradiciones<br />
hebreas que amplían esta leyenda, pues Lucifer no es<br />
otra cosa que un ángel de gran poder, un ser orgulloso cuyo<br />
pecado ha sido considerarse mayor y más poderoso que el<br />
mismo Dios, llegando incluso a desafiarlo colocando su trono<br />
por encima de las estrellas de Jehová. Lo que ocurre a continuación<br />
es conocido por todos: Lucifer es precipitado al Seol<br />
(el Infierno hebreo) junto a todos los ángeles que le han seguido<br />
en su rebelión.<br />
Y es que, pese a todas sus ansias de grandeza, el Diablo hebreo<br />
está totalmente supeditado a la Divinidad: no tiene ningún<br />
poder sobre aquéllos que están protegidos por Jehová. La enseñanza<br />
es sencilla: siguiendo la Ley de Dios piadosamente se<br />
está protegido por Él, ya que se cumple el pacto de la Alianza.<br />
No seguir los Mandamientos de Dios equivale a romper dicha<br />
Alianza y, por consiguiente, a caer bajo el poder del Diablo.<br />
Vemos a Lucifer, pues, como el reverso de la bondad divina:<br />
no es otra cosa más que la espada de Damocles de todo<br />
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