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La Magia contra la Fe<br />
Tras despedir a su amigo, si es que puede haber amistad entre judíos y<br />
cristianos, se desplazó Lope al monasterio de las Huelgas. Necesitaba<br />
ayuda, y si no la iba a obtener del Diablo, pues tendría que pedírsela a<br />
Dios. En concreto, a ésa tal sor Recareda, que parecía muy ducha en<br />
esos temas y a la que en su día había recomendado el todavía desaparecido<br />
Ignotus. Se hizo de rogar la monja, que mucho protestó que ya no era<br />
mozuela como cuando en su juventud ayudaba a los servidores de Dios<br />
en su lucha contra el Maligno. Lope se humilló, pues no tenía nadie más<br />
a quien acudir, y finalmente ella aceptó.<br />
La mujer los estaba esperando algo apartada de las puertas del monasterio,<br />
como si anduviese temerosa de que las mismas sombras del lugar<br />
sagrado la hiriesen. Pero nada más pusieron Lope y la monja los pies en<br />
la calle se lanzó contra ellos.<br />
Dando un salto que nada tenía de humano.<br />
Eso alertó a Lope, que sentía crecer estos días, de peligros ciertos y recelos<br />
confirmados, una especie de sexto sentido que lo apartaba de todo mal.<br />
Apartó de sí con bastante poca cortesía a la religiosa y colocó el arma de<br />
tal modo que la bestia se empaló en ella. Era mujer, con garras y colmillos<br />
de bestia, y aún con tan terrible herida se debatía, de modo que hubo de<br />
rematarla con el cuchillo, que la espada hasta la cruz había quedado en<br />
su cuerpo.<br />
La monja meneó la cabeza, con cierto asco.<br />
—Una lamia… En verdad que me creo, rapaz, que no has andado exagerado<br />
en demasía allí dentro, cuando me has pedido ayuda…<br />
La monja purificó a Lope con penitencias y juras, para prepararlo en la<br />
batalla contra la servidora del Diablo que habría de librar. También<br />
ella rezó y ayunó, y el buen Dios la premió con una visión, y así se lo<br />
dijo a Lope a la mañana siguiente:<br />
—Esa ramera hija del Diablo se esconde entre las suyas, es decir, entre<br />
otras rameras que se abren de piernas por dineros, en lugar de hacerlo<br />
en el sagrado tálamo conyugal. Sé donde está el sitio y allí que te llevaré,<br />
pero antes debemos rezar y pedir la protección de San Cipriano, que es<br />
el más adecuado para ayudarnos en la lucha contra los adeptos al Diablo,<br />
ya que él mismo fue uno de ellos…<br />
STE capítulo tratará sobre las herramientas que Dios<br />
Epone a disposición de los verdaderos creyentes: los<br />
Rituales de Fe, denominados en ocasiones ritos o poderes<br />
de fe, permitirán que un personaje religioso, si<br />
su creencia es lo bastante sólida, obre grandes prodigios y milagros,<br />
ayudándole a sobrevivir unos días más en el mundo<br />
plagado de criaturas infernales y diabólicas de Aquelarre.<br />
Pero antes de comenzar debemos hacer una advertencia: los<br />
rituales de fe pretenden unificar en un único sistema de reglas<br />
una enorme diversidad de creencias, tantas como las que diferencian<br />
a las tres grandes religiones medievales de la Península.<br />
Ante tan hermoso panorama, nos hemos tomado la<br />
libertad de utilizar en la mayor parte de los rituales el punto<br />
de vista cristiano —más que nada por tratarse de la religión<br />
Pars 7: Ars Theologica<br />
—¿Un santo fue antes seguidor de Satanás? —se extrañó Lope.<br />
—Pues sí, y de los más poderosos. Hasta escribió un libro,<br />
que unos llaman de San Cipriano y otros simplemente el<br />
Ciprianillo, con recetas y conjuros mágicos de no poco poder.<br />
—¿Y cómo mudó de lealtades, el tal Cipriano?<br />
—Por lo mismo que se mueve el mundo de los hombres, hijo: por una<br />
mujer, que era cristiana devota, y al no poder seducirla con todos los<br />
hechizos que el Diablo le dio, quedó para él demostrado que Dios era más<br />
fuerte, se apartó del Demonio y se hizo cristiano… Y eran los tiempos en<br />
que a los seguidores de Jesús se les martirizaba, y Satanás nunca ha soportado<br />
bien tales desaires… Así que imagínate cómo acabó el pobre. Claro que así<br />
se ganó el martirio y la santidad, con lo que los que le rezamos ganamos de<br />
su protección, que es bastante más que nada.<br />
—Hermana, sois religiosa y no conocéis el pecado… Rezad por mí y decidme<br />
dónde está esa casa, que yo ya entraré solo.<br />
La monja se rió con ganas. Finalmente alcanzó a decir, enjugándose las<br />
lágrimas que la risa le había provocado:<br />
—¡Serás poco avisado, zagal! ¿Acaso te crees que nací con estos hábitos?<br />
¡Te aseguro que no será la primera mancebía a la que entre, ni las primeras<br />
rameras con las que me reúna!<br />
Lope miró el bigote de la religiosa, abrió la boca para preguntar…, y<br />
luego volvió a cerrarla. Había cosas que prefería no saber.<br />
OMO ya vimos en el capítulo VI, en el mundo de<br />
CAquelarre hay un enfrentamiento entre dos realidades.<br />
Por una parte está el mundo Irracional, del que<br />
forman parte la noche, la fantasía, la magia y el Diablo.<br />
Pero existe otro, el mundo Racional, del cual forman parte<br />
el día, el ser humano, las ciencias… y la Divinidad —llamémosla<br />
como queramos: Dios, Yahveh o Allah—. <strong>El</strong> primer<br />
mundo controla los hechizos, las invocaciones y los maleficios.<br />
<strong>El</strong> segundo cuenta con los sacramentos, los milagros y la Fe.<br />
<strong>El</strong> primero es poderoso. Y el segundo, también.<br />
Recordad pues las palabras del Evangelio: “<strong>El</strong> que cree en mí<br />
hará las obras que yo hago y las hará aún mayores que éstas”<br />
(San Juan 14, 12).<br />
Consideraciones Iniciales<br />
más extendida en el Medievo occidental—, añadiendo siempre<br />
que han sido posibles unos breves comentarios sobre la visión<br />
judía y musulmana del ritual. Animamos desde aquí a los Directores<br />
y Jugadores a que modifiquen los rituales a su gusto<br />
y conveniencia, y así poder utilizarlos en sus partidas sin problemas.<br />
LOS ELEGIDOS DE DIOS<br />
No todo el mundo está capacitado para llevar a cabo los rituales<br />
de fe, ni mucho menos. Para conseguirlo hay que ser una<br />
persona extremadamente creyente, con una fe a prueba de<br />
tentaciones, tan sólida y firme que pueda vencer a los pequeños<br />
y grandes desafíos que acontecen en la vida. Muy<br />
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