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LA PROSTITUTA<br />
Cuando no hay doncellas que seducir, ni campesinas<br />
que violar, y uno se ha cansado de su legítima… ¿A quién acude<br />
si no es a la profesional más vieja del mundo? Las hay de todos<br />
los tipos: desde damas que habitan en palacios, damas hermosas<br />
y cultas con las que pasar una noche cuesta una pequeña<br />
fortuna…, hasta rameras de baja cuna y peor condición, jornaleras<br />
y plebeyas que se abren de piernas por un poco de comida<br />
LA MESA EN CASA<br />
DE LOS PODEROSOS<br />
La bebida cristiana de la Edad Media es, y no podría ser de otro<br />
modo, el vino, que por algo es sangre del Hijo de Dios. Suele<br />
ser áspero y tener su punto avinagrado, por lo que se consume<br />
deprisa y con generosidad, que bien que se estropea. Claro está<br />
que, si eso le pasa, bien que puede hervirse con miel y especias<br />
(nuez moscada, clavo, canela), creando el famoso hipocrás en<br />
el que los mojos disimulan el mal sabor. Es cosa sabida que el<br />
vino frío es malo para la salud, por lo que se mezcla con agua<br />
caliente o, aún mejor, se le aplica un hierro al rojo antes de servirlo.<br />
En las marchas y para calmar la sed se toma vinagrillo,<br />
que no es otra cosa que agua con un punto de vinagre, para calmar<br />
la sed y por motivos de salud, que bien que se sabe que el<br />
agua no es sana, ni por dentro, ni por fuera (chanzas aparte, algo<br />
de razón tenían, que con tantos residuos fecales, beber de un río<br />
o de una fuente era postularse para un buen tifus).<br />
Muchos de los más ilustres linajes de la nobleza lucen, con<br />
tanto o más orgullo que si fuera una sierpe o un dragón, uno<br />
o más calderos en su escudo heráldico. Y hablamos de los<br />
Lara, los Manrique, los Guzmán…, no de hijosdalgo de tres al<br />
cuarto. La razón es muy sencilla: están diciendo con inmodestia<br />
que los de su casa comen. Que no es poco (y aún será más,<br />
en el Siglo de Oro, pero ésa es otra historia).<br />
En esas venerables, heráldicas ollas se echa la carne que se tenga<br />
a mano, ya venga del corral o sea de caza: desde el bienaventurado<br />
cerdo pasando por el carnero, la gallina, el ciervo, el jabalí<br />
y el oso. Muchas de estas carnes (sobre todo las últimas) son de<br />
natural tan duras que hay que hervirlas primero para poder<br />
ablandarlas y asarlas después. Con manteca de cerdo, por supuesto,<br />
que el aceite es cosa santa reservada para los óleos sagrados,<br />
la cocina de Cuaresma (esos cuarenta días al año en los<br />
que no se puede comer carne) o, en crudo, como aderezo, tratándolo<br />
como el oro líquido que es. <strong>El</strong> caldo que dejan las carnes<br />
tras ser hervidas no se tira, que sirve de base para hacer sopas<br />
y potajes. En una comida como Dios y los cánones mandan, primero<br />
ha de servirse algo de fruta fresca, como uvas o manzanas,<br />
para atemperar el estómago y prepararlo para la colación.<br />
Luego llega la reverendísima olla. <strong>El</strong> caldo se sirve en escudillas<br />
hondas, las más de las veces untadas con ajo y enlosadas con<br />
rebanadas de pan de trigo o de centeno, que es la mejor manera<br />
de comerlo para los que no tienen buena dentadura (que por<br />
otro lado, son los más). <strong>El</strong> caldo se bebe a sorbos. La cuchara de<br />
madera se usa para comer luego lo sólido, ablandado por el lí-<br />
Pars X2: Mores<br />
La Alimentación<br />
con la que alimentar a su familia o a ella misma, como<br />
complemento a su trabajo de criada, campesina o<br />
madre. Entre una y otra, las que se ofrecen en ferias,<br />
mercados y tabernas, las que van en carro pintarrajeado<br />
de rojo de pueblo en pueblo, o las que se han<br />
aposentado en mancebía, donde recibir cómodamente<br />
a los clientes. Éstos reciben placer, y a menudo, una buena<br />
enfermedad venérea, que por donde han pasado tantos, dudoso<br />
es que no hayan dejado nada.<br />
quido hirviente. La carne asada se sirve en tajadas, sobre pan<br />
sin levadura, que hace las veces de plato y que se va empapando<br />
con los jugos. Luego los criados se pelearán por tan sabrosas sobras<br />
—y si la casa es tan rica que hasta los criados van bien servidos,<br />
se darán de limosna a los indigentes—. No sólo de carne<br />
asada viven los que pueden permitírselo, que a veces también<br />
la guisan, y con excentricidades venidas del sur, de tierra del<br />
moro, o del este, de las más refinadas comarcas francesas e italianas.<br />
La carne empieza a servirse con salsas ácidas: las de vinagre<br />
aromatizado con perejil y laurel y la de agua de rosas,<br />
vinagre y miel son las más comunes, dejando aparte los que se<br />
limitan al siempre socorrido zumo de limón. Fuera cual fuese<br />
el líquido, se espesa luego con hígado y yema de huevo hervidos,<br />
almendras tostadas y harina de trigo bien fina. Todo bien<br />
majado y unido hasta formar un mejunje que se echa sobre las<br />
carnes para deleite de los que mucho abusan del pecado de la<br />
gula, y para ascos de las gentes recias, que consideran que es de<br />
ahembrados estropear las carnes con tales aditivos. Con todo,<br />
la carne las más de las veces está un poco más que pasada, y<br />
tales salsas (o las no mucho más sobrias especias, de las que se<br />
usa y abusa en abundancia) sirven para disimular el sabor ligeramente<br />
a podrido que las viandas empiezan a hacer notar. <strong>El</strong><br />
avisado lector notará sin duda que poca verdura se ha mentado<br />
en esta relación de comidas, y es que lo verde que crece en la<br />
tierra se tiene por comida sin sustancia ni fundamento alimenticio,<br />
apta para animales y para plebeyos, que al fin y al cabo,<br />
en poco se diferencian los unos de los otros.<br />
LA COMIDA DE LOS POBRES<br />
Los humildes han de contentarse con gachas y tortas de harina.<br />
La harina suele ser de centeno, cebada, mijo y a veces<br />
hasta de avena. Normalmente, una mezcla de todo ello, molido<br />
con dos piedras, como en tiempos de los paganos, que si<br />
se lleva al molino hay que pagarle tasas al señor feudal. <strong>El</strong> resultado<br />
es una harina gruesa y grosera, que hace un pan negro<br />
y duro y unas gachas que más bien parecen engrudo. Son tan<br />
amigos de la cazuela o más que sus señores, pero es bien distinto<br />
lo que echan en la olla: normalmente se consume potaje<br />
de legumbres (lentejas, alubias, guisantes, habas) acompañados<br />
de cardos, borrajas, malvas, ortigas. Cuando hay carne,<br />
suele ser de muflo, nutria, erizo, tejón, gato, perro, conejo cazado<br />
mediante trampa de liga, y todo lo que vuela y se pueda<br />
coger: garza, golondrina, grajo, vencejo, gorrión…, así como<br />
todo lo que se arrastra: lagartos, culebras…, sapos no, que<br />
son cosa del Diablo (y son venenosos). Nunca el dicho de<br />
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