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fase 2 - El Grimorio

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LA PROSTITUTA<br />

Cuando no hay doncellas que seducir, ni campesinas<br />

que violar, y uno se ha cansado de su legítima… ¿A quién acude<br />

si no es a la profesional más vieja del mundo? Las hay de todos<br />

los tipos: desde damas que habitan en palacios, damas hermosas<br />

y cultas con las que pasar una noche cuesta una pequeña<br />

fortuna…, hasta rameras de baja cuna y peor condición, jornaleras<br />

y plebeyas que se abren de piernas por un poco de comida<br />

LA MESA EN CASA<br />

DE LOS PODEROSOS<br />

La bebida cristiana de la Edad Media es, y no podría ser de otro<br />

modo, el vino, que por algo es sangre del Hijo de Dios. Suele<br />

ser áspero y tener su punto avinagrado, por lo que se consume<br />

deprisa y con generosidad, que bien que se estropea. Claro está<br />

que, si eso le pasa, bien que puede hervirse con miel y especias<br />

(nuez moscada, clavo, canela), creando el famoso hipocrás en<br />

el que los mojos disimulan el mal sabor. Es cosa sabida que el<br />

vino frío es malo para la salud, por lo que se mezcla con agua<br />

caliente o, aún mejor, se le aplica un hierro al rojo antes de servirlo.<br />

En las marchas y para calmar la sed se toma vinagrillo,<br />

que no es otra cosa que agua con un punto de vinagre, para calmar<br />

la sed y por motivos de salud, que bien que se sabe que el<br />

agua no es sana, ni por dentro, ni por fuera (chanzas aparte, algo<br />

de razón tenían, que con tantos residuos fecales, beber de un río<br />

o de una fuente era postularse para un buen tifus).<br />

Muchos de los más ilustres linajes de la nobleza lucen, con<br />

tanto o más orgullo que si fuera una sierpe o un dragón, uno<br />

o más calderos en su escudo heráldico. Y hablamos de los<br />

Lara, los Manrique, los Guzmán…, no de hijosdalgo de tres al<br />

cuarto. La razón es muy sencilla: están diciendo con inmodestia<br />

que los de su casa comen. Que no es poco (y aún será más,<br />

en el Siglo de Oro, pero ésa es otra historia).<br />

En esas venerables, heráldicas ollas se echa la carne que se tenga<br />

a mano, ya venga del corral o sea de caza: desde el bienaventurado<br />

cerdo pasando por el carnero, la gallina, el ciervo, el jabalí<br />

y el oso. Muchas de estas carnes (sobre todo las últimas) son de<br />

natural tan duras que hay que hervirlas primero para poder<br />

ablandarlas y asarlas después. Con manteca de cerdo, por supuesto,<br />

que el aceite es cosa santa reservada para los óleos sagrados,<br />

la cocina de Cuaresma (esos cuarenta días al año en los<br />

que no se puede comer carne) o, en crudo, como aderezo, tratándolo<br />

como el oro líquido que es. <strong>El</strong> caldo que dejan las carnes<br />

tras ser hervidas no se tira, que sirve de base para hacer sopas<br />

y potajes. En una comida como Dios y los cánones mandan, primero<br />

ha de servirse algo de fruta fresca, como uvas o manzanas,<br />

para atemperar el estómago y prepararlo para la colación.<br />

Luego llega la reverendísima olla. <strong>El</strong> caldo se sirve en escudillas<br />

hondas, las más de las veces untadas con ajo y enlosadas con<br />

rebanadas de pan de trigo o de centeno, que es la mejor manera<br />

de comerlo para los que no tienen buena dentadura (que por<br />

otro lado, son los más). <strong>El</strong> caldo se bebe a sorbos. La cuchara de<br />

madera se usa para comer luego lo sólido, ablandado por el lí-<br />

Pars X2: Mores<br />

La Alimentación<br />

con la que alimentar a su familia o a ella misma, como<br />

complemento a su trabajo de criada, campesina o<br />

madre. Entre una y otra, las que se ofrecen en ferias,<br />

mercados y tabernas, las que van en carro pintarrajeado<br />

de rojo de pueblo en pueblo, o las que se han<br />

aposentado en mancebía, donde recibir cómodamente<br />

a los clientes. Éstos reciben placer, y a menudo, una buena<br />

enfermedad venérea, que por donde han pasado tantos, dudoso<br />

es que no hayan dejado nada.<br />

quido hirviente. La carne asada se sirve en tajadas, sobre pan<br />

sin levadura, que hace las veces de plato y que se va empapando<br />

con los jugos. Luego los criados se pelearán por tan sabrosas sobras<br />

—y si la casa es tan rica que hasta los criados van bien servidos,<br />

se darán de limosna a los indigentes—. No sólo de carne<br />

asada viven los que pueden permitírselo, que a veces también<br />

la guisan, y con excentricidades venidas del sur, de tierra del<br />

moro, o del este, de las más refinadas comarcas francesas e italianas.<br />

La carne empieza a servirse con salsas ácidas: las de vinagre<br />

aromatizado con perejil y laurel y la de agua de rosas,<br />

vinagre y miel son las más comunes, dejando aparte los que se<br />

limitan al siempre socorrido zumo de limón. Fuera cual fuese<br />

el líquido, se espesa luego con hígado y yema de huevo hervidos,<br />

almendras tostadas y harina de trigo bien fina. Todo bien<br />

majado y unido hasta formar un mejunje que se echa sobre las<br />

carnes para deleite de los que mucho abusan del pecado de la<br />

gula, y para ascos de las gentes recias, que consideran que es de<br />

ahembrados estropear las carnes con tales aditivos. Con todo,<br />

la carne las más de las veces está un poco más que pasada, y<br />

tales salsas (o las no mucho más sobrias especias, de las que se<br />

usa y abusa en abundancia) sirven para disimular el sabor ligeramente<br />

a podrido que las viandas empiezan a hacer notar. <strong>El</strong><br />

avisado lector notará sin duda que poca verdura se ha mentado<br />

en esta relación de comidas, y es que lo verde que crece en la<br />

tierra se tiene por comida sin sustancia ni fundamento alimenticio,<br />

apta para animales y para plebeyos, que al fin y al cabo,<br />

en poco se diferencian los unos de los otros.<br />

LA COMIDA DE LOS POBRES<br />

Los humildes han de contentarse con gachas y tortas de harina.<br />

La harina suele ser de centeno, cebada, mijo y a veces<br />

hasta de avena. Normalmente, una mezcla de todo ello, molido<br />

con dos piedras, como en tiempos de los paganos, que si<br />

se lleva al molino hay que pagarle tasas al señor feudal. <strong>El</strong> resultado<br />

es una harina gruesa y grosera, que hace un pan negro<br />

y duro y unas gachas que más bien parecen engrudo. Son tan<br />

amigos de la cazuela o más que sus señores, pero es bien distinto<br />

lo que echan en la olla: normalmente se consume potaje<br />

de legumbres (lentejas, alubias, guisantes, habas) acompañados<br />

de cardos, borrajas, malvas, ortigas. Cuando hay carne,<br />

suele ser de muflo, nutria, erizo, tejón, gato, perro, conejo cazado<br />

mediante trampa de liga, y todo lo que vuela y se pueda<br />

coger: garza, golondrina, grajo, vencejo, gorrión…, así como<br />

todo lo que se arrastra: lagartos, culebras…, sapos no, que<br />

son cosa del Diablo (y son venenosos). Nunca el dicho de<br />

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