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El universo imaginario de Robert Margerit - Biblioteca Virtual Miguel ...

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LOS ESPACIOS PRIVADOS: LAS PARTES DE LA CASA<br />

ante la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> tener que hacer lo que la gente cree que hacen. La tensión crece para el<br />

lector mientras <strong>de</strong>ja impasible a monsieur Franchot, quien, con un beso «au coin <strong>de</strong> la<br />

bouche» y un «buenas noches» antes <strong>de</strong> darse la vuelta, cree haber cumplido con sus<br />

obligaciones maritales. <strong>El</strong> silencio que sigue aumenta la frustración <strong>de</strong> la esposa y <strong>de</strong> la<br />

suegra; al otro lado <strong>de</strong>l tabique, Léa se siente cómplice <strong>de</strong> su hija y espera escuchar los<br />

sonidos «qui auraient suivi, quand elle était une jeune mariée». Exceptuando la voz <strong>de</strong><br />

bronce <strong>de</strong> la catedral St-Étienne y los maullidos implorantes <strong>de</strong> los gatos <strong>de</strong> la calle,<br />

ningún otro eco resuena en esta noche <strong>de</strong> <strong>de</strong>cepción 378 .<br />

En el extremo opuesto, el temperamento aparentemente apático <strong>de</strong> Gustave<br />

encubre unos instintos bestiales que se <strong>de</strong>satan con la mera presencia <strong>de</strong> su mujer. Sólo<br />

con contemplarla: «souple et ron<strong>de</strong>, les hanches moulées dans sa robe», su animalidad<br />

<strong>de</strong>sbordante busca la satisfacción <strong>de</strong> los impulsos más primarios. A Hélène le agrada que<br />

su marido admire sus piernas y todo su cuerpo, pero su mirada silenciosa e inerte le<br />

perturba. Le <strong>de</strong>sconcierta que reclame «plus que la délicatesse <strong>de</strong> ces chevilles, cette<br />

élégance du mollet, plus que la finesse du bas et la douceur <strong>de</strong> la chair transparaissante,<br />

plus encore que toute cette essentielle féminité...». Sus modales groseros –«ces manières<br />

<strong>de</strong> portefaix»– y sus tímidas palabras se contradicen. Su <strong>de</strong>claración: «vous êtes très<br />

belle», pertenece al hombre que conoció en París; sus gestos, al tosco campesino que<br />

recobra su personalidad al volver a La Vernière. La mano que penetra bruscamente bajo<br />

el vestido, el ardor y la avi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> sus labios y el choque violento <strong>de</strong> sus dientes revelan<br />

«une espèce <strong>de</strong> sauvagerie cachée». Salvo en los primeros encuentros, en los que ella se<br />

siente arropada y protegida: «Entre ces bras puissants et cette poitrine, elle avait fait son<br />

nid et elle s’y croyait hors d’atteinte <strong>de</strong> tout ce qui n’était pas joie, exaltation <strong>de</strong> la vie»,<br />

la brutalidad <strong>de</strong>l mayor <strong>de</strong> los Dupin le produce repulsión. Si en los primeros contactos,<br />

las brasas <strong>de</strong> la chimenea enar<strong>de</strong>cen su pasión, en lo sucesivo, entra en su cama con una<br />

sensación <strong>de</strong> <strong>de</strong>sazón, asco y horror. La puerta que comunica las habitaciones <strong>de</strong> ambos<br />

378 Op. cit., pp. 15-17.<br />

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