El universo imaginario de Robert Margerit - Biblioteca Virtual Miguel ...

LOS ESPACIOS PÚBLICOS: LAS PARTES DE LA CIUDAD
delectación léxica los secretos de la vida monástica del siglo XII 663 . En Frédéric-Charles
Messonier descubrimos una nota autobiográfica en la que el escritor rechaza los
métodos empleados en el instituto y en el colegio para enseñar la historia de Francia,
porque, «[...] s’adressant à la mémoire non pas à la sensibilité imaginative [...]», no
despiertan el interés de los alumnos por los hechos ocurridos en tiempos pasados 664 .
Y en Singulier pluriel 665 , Charles evoca los años de escuela laica y de colegio.
La nostalgia le invade cuando piensa en la primera: sus maestros, sus compañeros, los
juegos e incluso las tareas escolares ocupan un lugar preferente en su memoria; sin
embargo, del segundo tan sólo echa de menos el gimnasio, el patio en el que practicaba
el atletismo y la pequeña y austera vivienda del capellán. La escuela resulta acogedora;
en cambio, el colegio de su primera infancia parece la antítesis del cálido hogar: a pesar
de que una maestra, que «[...] avait malhereusement au menton des poils [...] qui
piquaient», le consolaba cada mañana cuando se ponía a llorar, este establecimiento ha
sido concebido por el autor como una especie de cárcel. Por otro lado, la escuela laica y
el colegio se vuelven a oponer en lo que se refiere al origen social de los niños y a
algunas inclinaciones de los mismos. Charles compara el comportamiento intachable de
los hijos de pequeños artesanos, empleados, hortelanos o ferroviarios con las
costumbres impuras de los vástagos de la burguesía y se burla de la «buena educación»
de estos últimos. No obstante, en el primer caso distingue entre el lenguaje utilizado por
los chicos en el patio y en las aulas y en el segundo subraya las diferencias existentes
entre los internos y los externos, ya que, en su opinión, es la reclusión del internado la
que invita a practicar la homosexualidad 666 .
En lo que se refiere a las bibliotecas públicas, hay que decir que no abundan los
ejemplos y que, salvo la B.M. de Le Dieu nu, cuyas vertiginosas ventanas dejan que el
inmenso cielo penetre en las salas de estudio y cuyas paredes tapizadas de libros se
agitan sobre un fondo de nubes inmóviles 667 , son receptáculos concebidos para la
663
Op. cit., p. 73.
664
Op. cit., p. 154.
665
Op. cit., pp. 126-129.
666
A este respecto hay que añadir que Geneviève recuerda el dormitorio en el que, una vez apagada la
luz, algunas sombras blancas cambiaban de cama y su propia iniciación «[...] aux jeux qui se pratiquent,
plus ou moins en secret, dans tous les pensionnats du monde»; véase Par un été torride, pp. 53-54.
667
Símbolo de la vertiginosa perspectiva que le brinda el primer amor y del desasosiego que éste le
produce; véase Op. cit., p. 73.
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