El universo imaginario de Robert Margerit - Biblioteca Virtual Miguel ...

LOS ESPACIOS PÚBLICOS: LAS PARTES DE LA CIUDAD
entrada de la luz, refleja el paso de las horas y de los días: «Avec les changements de la
lumière, cette surface passait d’un tendre carmin matinal au vermillon cuivré, éclatant
comme une fanfare, puis à un rose de joue bronzée, enfin s’estompait de lilas et de bleu
pastel. Les jours de pluie, elle devenait du satin rouge, mordoré». Insensible a estos
cambios, Rex impone aquí sus propias normas de disciplina y convierte esta habitación
en un espacio opresivo: sumisión, sacrificio y silencio son los principales preceptos que
han de cumplir los subordinados del hombre que desprecia a aquellos que no llevan una
vida ascética como la suya y que, ratificándose a cada momento en sus principios, aquí
se siente seguro. En contraste con esta parte del periódico, por un lado, el pasillo a cielo
descubierto por el que pasan charlando los obreros que, después de comer
correctamente 677 , vuelven al trabajo y, por otro, el piso de abajo, en el que el director de
la Imprimerie Catholique, cura de cara ancha y sonrosada, «perillán» y buen vividor,
pasa a máquina sus propias cartas 678 .
En lo que concierne a La femme forte, podemos decir que, junto a Dominique, el
periódico es el verdadero protagonista de la novela. El autor lo equipara a una persona
que, si bien al iniciar la jornada está fresca, tras haber realizado un esfuerzo continuado,
necesita hacer un descanso para poder acabar con su tarea. Así, entre las doce y la una
del mediodía, lo encontramos tranquilo, limpio, aireado e iluminado por la luz del sol;
mientras que, en el rato libre que sigue a la confección de la primera página, los suelos
están llenos de colillas de cigarros y trozos de papel, se respira un aire viciado –mezcla
de tabaco, cola y sudor– y el silencio y la oscuridad preludian la elaboración del resto
del diario. El ritmo cotidiano de este ser vivo, que a determinadas horas desarrolla una
actividad desbordante, está bajo el control de la «femme forte» hasta el día en que llega
el redactor jefe. La presse constituye desde hace siete años el domicilio habitual de la
secretaria general y el techo bajo el cual trabajan de forma organizada los empleados,
pero, desde el momento en que Romain asume las funciones que le han sido
encomendadas, reina la confusión porque ella se siente desplazada 679 .
Partiendo de esta intriga, Margerit nos sumerge en el mundillo de los
profesionales del periodismo y nos introduce en todos y cada uno de los rincones que
677 No como él, que se conforma con un «frustulum» que se come a solas sobre su mesa de trabajo.
678 Par un été torride, pp. 106-114.
679 Op. cit., pp. 76, 86, 128 y 193.
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