El universo imaginario de Robert Margerit - Biblioteca Virtual Miguel ...

BREVE COMENTARIO DE LAS PRINCIPALES OBRAS DEL AUTOR
Por otro lado, habría que destacar el tono irónico empleado por el autor para
criticar el despotismo del tirano –en el capítulo dedicado a ridiculizar la fiesta del Ser
Supremo– y el profundo conocimiento del alma humana que demuestra tener cuando
presenta a personajes de la talla de Danton o Robespierre, cuyo comportamiento se
explica principalmente por su carácter: el primero, apasionado e inestable y el segundo,
bilioso y ascético.
Continuamente, Margerit intercala apuntes paisajísticos o ambientales que nos
permiten representarnos más fácilmente numerosas escenas históricas. A veces nos
deleita visualmente; si bien, con más frecuencia, percibimos un olor a pólvora y a
sangre que no resulta tan agradable, oímos las detonaciones de diversas armas de fuego
y escuchamos los gritos o los lamentos de quienes tratan de aferrarse a la vida. A
medida que avanza el libro, se acrecienta el pesimismo; da la impresión de que
Revolución es sinónimo de destrucción; a Claude, Lise y Bernard cada vez los
encontramos más decepcionados. Sin embargo, éstos han sobrevivido y fuera del país
las tropas de la república derrotan a sus enemigos; varias referencias a inventos de la
época tales como el globo aerostático, el vapor y el telégrafo sugieren que, a pesar de
todo, la humanidad progresa y, aunque el tema del amor no sea relevante en este tomo,
constituye un aliciente para Claude y Lise –que cada vez están más unidos–, para
Bernard y su futura esposa, para madame Roland, los Desmoulins, los Danton, para
Louvet y Lodoïska y otros muchos personajes secundarios.
La Révolution IV: Les hommes perdus
Por último, Les hommes perdus es una especie de apéndice de la trilogía
publicada en 1963. Escrito entre marzo de 1965 y mayo de 1967, el cuarto tomo de La
Révolution constituye el remate final de la obra. Por un lado, pone fin a un relato que
había quedado incompleto y, por otro, libera definitivamente al autor de un peso –o
tema– que arrastraba desde tiempo atrás. Margerit siente la necesidad de contarnos la
historia de aquellos miembros de la Convención que sobrevivieron al Terror, de ahí que
en este libro abarque más de cincuenta años. Hasta la página 338, el ritmo literario es
semejante al de los tomos anteriores; sin embargo, la tercera parte se extiende hasta
noviembre de 1852, momento en el que el último hombre perdido ocupa un escaño en el
Senado con Napoleón III. Ante la imposibilidad de narrar con el mismo detenimiento los
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