El universo imaginario de Robert Margerit - Biblioteca Virtual Miguel ...

LOS ESPACIOS PÚBLICOS: EL ÁMBITO PÚBLICO
degolladeros. Asimismo, otros establecimientos margeritianos incitan a la evasión con
sus talleres de tortura o son el último techo de desdichados individuos que, excluidos
para siempre de la sociedad y rechazados por los demás reclusos, acabarán sus días en la
más absoluta soledad.
Por lo que respecta a las cavidades en las que se depositan los restos mortales de
los personajes margeritianos, hallamos, por un lado, sencillos regazos que apuntan al
cielo, acogedores cementerios que preservan la intimidad de los amantes y panteones
que garantizan el descanso eterno y, por otro, sobrecogedores camposantos repletos de
cruces y epitafios que evocan el incierto paradero de aquellos que nunca podrán reposar
al lado de sus seres queridos, vastas fosas excavadas junto a iglesias, en canteras o en
zonas desiertas tomadas por la maleza para arrojar los cadáveres de cientos de víctimas,
hoyos profundos que despiden olores atroces y frías sepulturas en las que se entierra a
un ser extraño y solitario o se soterra toda una carrera política.
Los locales públicos que dan alojamiento y los que sólo sirven comidas
satisfacen las necesidades más básicas aunque en ningún caso reemplazan a una casa.
Los primeros, cuanto más pequeños, son más íntimos; no obstante, los hay atractivos,
pero poco seguros; una habitación sencilla puede resultar cálida con compañía y triste
cuando se convierte en el refugio de un exiliado que añora tiempos mejores o echa de
menos a su amante y, en algunos cuartos, a los protagonistas les asaltan las dudas o les
comen los celos. A diferencia de ellos, los restaurantes no separan el ámbito de lo
privado del de las relaciones sociales: ofrecen el aliciente de poder romper con la
monotonía cotidiana celebrando un acontecimiento familiar o disfrutando del placer de
conversar con los amigos; si bien, en ocasiones, o no son nada tranquilos o en ellos se
libera la amargura agrediendo verbalmente a uno o varios comensales.
Los cafés constituyen el principal punto de encuentro de grupos políticos,
intelectuales, amantes y amigos. En ellos se intercambian información, opiniones y
afecto. Mientras en el exterior se pueden producir refriegas, en el interior se avivan
pasiones amorosas. La oposición dentro/fuera convierte estos salones en agradables
salas de estar y, a veces, en discretos despachos privados; pero, el mundo de los cafés
que Margerit nos presenta es muy variopinto. La atmósfera de los locales en los que la
curiosidad insatisfecha, la vanidad y la frivolidad se dan cita a diario invitan a salir a la
calle; en cambio, el ambiente de las terrazas suele ser más distendido: sus mesas han
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