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El universo imaginario de Robert Margerit - Biblioteca Virtual Miguel ...

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LOS ESPACIOS PÚBLICOS: LAS PARTES DE LA CIUDAD<br />

abolengo se limitan a co<strong>de</strong>arse con ellos en el club, las pistas <strong>de</strong> tenis o los campos <strong>de</strong><br />

golf 260 .<br />

Diversas calles unen y separan al mismo tiempo; en particular, las <strong>de</strong> las islas <strong>de</strong><br />

L’île <strong>de</strong>s perroquets. Des<strong>de</strong> los barrios portuarios hasta la parte más alta <strong>de</strong> Galapas, los<br />

caballeros <strong>de</strong> fortuna suben por una pendiente muy pronunciada que va ganando en<br />

luminosidad a medida que van ascendiendo. Entre las zonas más sombrías y aquellas<br />

que dominan toda la bahía existen estadios intermedios que apenas son relevantes, ya<br />

que <strong>de</strong> lo que se trata es <strong>de</strong> llegar a la cumbre, lugar en el que Antoine toma conciencia<br />

<strong>de</strong> la belleza <strong>de</strong>l entorno y <strong>de</strong>l horror <strong>de</strong>l garrote. En un extremo <strong>de</strong> Cumaña, la<br />

Alameda <strong>de</strong>l Mar aisla el palacio <strong>de</strong>l virrey, al bifurcarse en dos ramales que lo ro<strong>de</strong>an<br />

completamente y, a un lado <strong>de</strong> éste, reúne auténticas joyas <strong>de</strong> la arquitectura<br />

hispanoárabe que miran o a la playa o a las arenas <strong>de</strong> la laguna; en dirección al centro,<br />

el paseo se estrecha, se inclina hacia arriba y disminuye la exuberancia <strong>de</strong> los jardines<br />

<strong>de</strong> las propieda<strong>de</strong>s privadas 261 . En Frédéric-Charles Messonier 262 mo<strong>de</strong>rnas vías, que<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la ciudad nueva se a<strong>de</strong>ntran en el casco viejo, divi<strong>de</strong>n barrios que permanecen en<br />

la Edad Media: con callejas <strong>de</strong> casas <strong>de</strong> adobe y vigas <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, entre las cuales las<br />

mujeres ponen a secar la ropa en ten<strong>de</strong><strong>de</strong>ros <strong>de</strong> palo <strong>de</strong> escoba, y arroyos por los que<br />

corren riachuelos malolientes a las puertas <strong>de</strong> las viviendas 263 .<br />

La calle es, a<strong>de</strong>más, el espacio abierto en el que los empleados <strong>de</strong> un periódico<br />

<strong>de</strong> provincias pue<strong>de</strong>n respirar aire puro <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber estado absorbiendo los vapores<br />

<strong>de</strong> plomo que <strong>de</strong>spi<strong>de</strong>n las máquinas <strong>de</strong> la sección local 264 . A pesar <strong>de</strong> estar vacía,<br />

resulta acogedora para el que vuelve a sus itinerarios cortos y familiares tras haberse<br />

visto engullido por una inhóspita maraña <strong>de</strong> avenidas y pasajes subterráneos; menos<br />

íntima a la hora en que cierran las tiendas y se llena <strong>de</strong> empleados y clientes tardíos 265 .<br />

260<br />

Op. cit., pp. 37 y 53-56.<br />

261<br />

Op. cit., pp. 46-47 y 219-220.<br />

262<br />

Op. cit., p. 152.<br />

263<br />

Refiriéndose a las ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> provincias, Eugen Weber: Francia: fin <strong>de</strong> siglo, Madrid: Debate,<br />

1989, p. 82, habla <strong>de</strong> los viajeros que, a finales <strong>de</strong>l siglo XIX, se lamentaban <strong>de</strong> la <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> las<br />

calles medievales sin prestar <strong>de</strong>masiada atención a los olores pestilentes que emanaban <strong>de</strong> dichos lugares.<br />

Por la <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> <strong>Margerit</strong>, <strong>de</strong>ducimos que la conjunción <strong>de</strong> lo pintoresco y lo pestífero se prolonga<br />

en la ciudad natal <strong>de</strong>l protagonista hasta la primera mitad <strong>de</strong>l siglo XX.<br />

264<br />

La femme forte, p. 62.<br />

265 Une tragédie bourgeoise, pp. 30 y 227.<br />

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