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El universo imaginario de Robert Margerit - Biblioteca Virtual Miguel ...

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LOS ESPACIOS PÚBLICOS: LA CIUDAD<br />

pasará el resto <strong>de</strong> sus días, pero casi siempre serán vanos sus esfuerzos. A su llegada:<br />

nubes fuliginosas y <strong>de</strong>shilachadas que se le echan encima, esqueletos <strong>de</strong> árboles, zarzas,<br />

una tierra áspera, un carricoche oxidado que hace agua, una vetusta morada que parece<br />

una tumba abierta, un cuarto oscuro y frío. Entre su anterior existencia y su nueva vida<br />

no hay parangón posible. La primera noche surge inevitablemente la imagen <strong>de</strong> su<br />

habitación parisina: cálida y luminosa, con las ventanas orientadas a la avenida Hoche,<br />

«[...] si calme la nuit, mais vivante». Harta <strong>de</strong> tanta afectación, la joven había <strong>de</strong>cidido<br />

abandonar «cette existence vi<strong>de</strong>»; no obstante, no pue<strong>de</strong> olvidar tan <strong>de</strong>prisa que a esa<br />

hora se estaría arreglando para asistir a un espectáculo, a un concierto e incluso a una<br />

conferencia, «[...] car ses cousins supportaient même une conférence, à condition<br />

qu’elle fût <strong>de</strong> celles où il faut être vu»; como tampoco pue<strong>de</strong> evitar pensar en los coches<br />

y en las casas <strong>de</strong> París: ella se hubiera conformado con poco, con un 5 CV, por ejemplo,<br />

pero, entre el Cadillac <strong>de</strong> sus primos, «mi-tank mi-paquebot» y el «monstre ferraillant»<br />

<strong>de</strong> su marido, la diferencia le resulta cuando menos <strong>de</strong>sconcertante. Gustave <strong>de</strong>bería<br />

haberle prevenido <strong>de</strong>l rostro poco alegre <strong>de</strong> su nueva resi<strong>de</strong>ncia pero, probablemente,<br />

estas cosas carecen <strong>de</strong> importancia para este hombre tan distinto <strong>de</strong> los que había<br />

conocido anteriormente: su simplicidad casi primitiva, «[...] évocatrice d’une vie<br />

tellement plus vraie que le perpétuel guignol parisien», le fascina y le inquieta al mismo<br />

tiempo: su oscura sensualidad, su falta <strong>de</strong> pudor, su nueva personalidad y la distancia<br />

que separa el tono <strong>de</strong> las palabras por él pronunciadas en Italia y en París y sus miradas,<br />

gestos y actitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> ahora le producen <strong>de</strong>sasosiego. Mientras le hizo la corte, estos<br />

lugares le procuraron una sensación <strong>de</strong> libertad, una renovación inesperadas para él,<br />

pero en cuanto vuelve a su medio habitual vuelve a ser el que era. Durante el día,<br />

Hélène se siente sola e ignorada ya que sólo se fija en ella a la hora <strong>de</strong> acostarse. Poco a<br />

poco, la vulgaridad <strong>de</strong> su marido comienza a hastiarle, su propia vitalidad se va<br />

extinguiendo y abandona su lucha contra la naturaleza que todo lo inva<strong>de</strong>: en las<br />

cercanías existen rincones en los que la vegetación construye refugios que protegen la<br />

intimidad <strong>de</strong> los hombres pero, en esta novela, casi siempre <strong>de</strong>staca por su aspecto<br />

salvaje. A excepción <strong>de</strong> las temporadas en que reciben la visita <strong>de</strong> su cuñado y salvo los<br />

ruidos y la falta <strong>de</strong> espacio <strong>de</strong> la capital, cualquier población resulta más atractiva que<br />

168 «L’aventure <strong>de</strong> Monsieur <strong>de</strong> Douhet», Les Œuvres Libres, nº 95, p. 32.<br />

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