El universo imaginario de Robert Margerit - Biblioteca Virtual Miguel ...

LOS ESPACIOS PÚBLICOS: LAS PARTES DE LA CIUDAD
investigación o la instrucción personal: las bibliotecas de Tulle y de Guéret son el lugar
idóneo para que el protagonista de Singulier pluriel se documente en profundidad sobre
las regiones del Limousin y la Marche antes de publicar su estudio; la Biblioteca
Nacional y la del Arsenal contienen valiosa información que interesa no sólo a
periodistas y escritores sino también a aquellos que se sienten atraídos por los tesoros
que sus muros preservan del paso del tiempo. Y algunas mansiones aristocráticas que,
con sus célebres fondos bibliográficos, pasaron a manos del Estado se convierten en
depósitos sagrados del saber 668 .
Afines a las bibliotecas, los archivos margeritianos custodian preciados
documentos del pasado que son de gran utilidad para los estudiosos que buscan
precisiones sobre determinados periodos de la historia de una región, sobre personas o
edificios desaparecidos. Son lugares a los que acuden algunos personajes del autor para,
tras meses y meses de indagaciones, hacer un pequeño gran hallazgo. Pero también son
espacios de iniciación; así, para poder pagarse sus estudios de derecho, Frédéric-Charles
empieza a trabajar en un archivo que le depara revelaciones tales como el
descubrimiento de los registros parroquiales: libros que, además de recoger los
nacimientos, los matrimonios y las defunciones, contienen anotaciones sobre el paso de
las estaciones, las cosechas, la llegada de diversos destacamentos de soldados y otros
hechos «insignificantes» que no suelen figurar en los libros de texto y que, sin embargo,
el joven protagonista considera mucho más interesantes 669 .
Y para la primera experiencia laboral de Philippe, Margerit también elige un
archivo: un edificio que al principio le desconcierta, pero en el que Mora acabará
sintiéndose a gusto. En este caso, el narrador hace hincapié en la correspondencia que
existe entre el recinto, los documentos que en él se conservan y la persona encargada de
su custodia. Una puerta, monumental y pesada, nos introduce en el vestíbulo –
silencioso, solemne y frío. Y la escalera de piedra nos permite subir al despacho del
archivero: una especie de pozo rectangular, dos veces más alto que ancho, oscurecido
con enormes cortinas herméticamente cerradas y cubierto de estanterías, repletas de
668
Véanse respectivamente Singulier pluriel, p. 169, Frédéric-Charles Messonier, pp. 154-155 y La
Révolution III, p. 88.
669
Singulier pluriel, p. 169, Journal de «La Révolution», p. 38 y Frédéric-Charles Messonier, pp.
154-155.
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