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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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<strong>de</strong> ilusiones pocos utilizaban sus nombres reales. Hayashiya<br />

Yojibei era sólo el seudónimo <strong>de</strong>l propietario <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa que<br />

visitaban, pero casi todo el mundo le l<strong>la</strong>maba Ógiya, que era<br />

el nombre <strong>de</strong>l establecimiento. Junto con <strong>la</strong> Kikyóya, era una<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong>s casas más afamadas <strong>de</strong>l distrito, <strong>de</strong> hecho <strong>la</strong>s dos únicas<br />

con <strong>la</strong> reputación <strong>de</strong> ser absolutamente <strong>de</strong> primera c<strong>la</strong>se. La<br />

belleza reinante en <strong>la</strong> Ógiya era Yoshino Dayü, y su colega en<br />

<strong>la</strong> Kikyoya se l<strong>la</strong>maba Murogimi Dayü. Ambas damas gozaban<br />

<strong>de</strong> una fama en <strong>la</strong> ciudad tan sólo igua<strong>la</strong>da por <strong>la</strong> <strong>de</strong>l más gran<strong>de</strong><br />

daimyo.<br />

Aunque Musashi se afanaba por no quedarse boquiabierto,<br />

estaba asombrado por <strong>la</strong> elegancia <strong>de</strong> su entorno, que se aproximaba<br />

a <strong>la</strong> <strong>de</strong> los pa<strong>la</strong>cios más opulentos. Los techos reticu<strong>la</strong>res,<br />

los travesanos que formaban un enrejado y estaban primorosamente<br />

tal<strong>la</strong>dos, <strong>la</strong>s barandil<strong>la</strong>s exquisitamente curvadas,<br />

los jardines interiores cuidados con minuciosidad..., todo era<br />

una fiesta para <strong>la</strong> vista. Absorto en una pintura o en el panel <strong>de</strong><br />

ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> una puerta, Musashi no se dio cuenta <strong>de</strong> que sus<br />

compañeros habían seguido a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, hasta que Kóetsu regresó<br />

en su busca.<br />

La luz <strong>de</strong> <strong>la</strong>s lámparas transformó en un líquido brumoso<br />

<strong>la</strong>s puertas p<strong>la</strong>teadas <strong>de</strong> <strong>la</strong> habitación en <strong>la</strong> que entraron. Uno<br />

<strong>de</strong> los <strong>la</strong>dos daba a un jardín al estilo <strong>de</strong> Kobori Enshü, con<br />

arena bien rastril<strong>la</strong>da y una disposición <strong>de</strong> rocas que sugería un<br />

paisaje montañoso chino, como el que podría verse en una pintura<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> dinastía Sung.<br />

Quejándose <strong>de</strong>l frío, Shoyü se sentó en un cojín y juntó los<br />

hombros. KSetsu también tomó asiento e invitó a Musashi a<br />

que hiciera lo mismo. Pronto llegaron sirvientas con sake caliente.<br />

Al ver que <strong>la</strong> taza que había ofrecido a Musashi ya estaba<br />

fría, Shoyü se mostró insistente.<br />

—Bebe, muchacho —le dijo—, y toma una taza caliente.<br />

Tras haber repetido dos o tres veces estas pa<strong>la</strong>bras, los modales<br />

<strong>de</strong> Shoyü empezaron a bor<strong>de</strong>ar <strong>la</strong> ru<strong>de</strong>za.<br />

—¡Kobosatsu! —gritó a una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s sirvientas—. ¡Hazle beber!<br />

¡Eh, Musashi! ¿Qué te ocurre? ¿Por qué no bebes?<br />

—Lo estoy haciendo —protestó Musashi.<br />

<strong>El</strong> viejo ya estaba un poco achispado.<br />

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