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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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do interesarme por nadie más, y mucho menos por un débil<br />

como tú? ¡Te <strong>de</strong>testo!<br />

Matahachi se echó a temb<strong>la</strong>r. Soltó una risa cruel y dijo:<br />

—Así que me <strong>de</strong>testas, ¿eh? Bien, es una lástima, porque<br />

tanto si te gusta como si no, ¡a partir <strong>de</strong> esta noche tu cuerpo<br />

es mío!<br />

Otsü se estremeció <strong>de</strong> ira.<br />

—Me he criado en un templo, nunca vi a mis padres. La<br />

muerte no me asusta lo más mínimo.<br />

—¿Acaso bromeas? —gruñó él, <strong>de</strong>jándose caer a su <strong>la</strong>do y<br />

atrayéndole el rostro hacia el suyo—. ¿Quién ha hab<strong>la</strong>do <strong>de</strong><br />

muerte? Matarte no me daría ninguna satisfacción. ¡Esto es lo<br />

que voy a hacer! —Cogiéndo<strong>la</strong> por el hombro y <strong>la</strong> muñeca izquierda,<br />

le c<strong>la</strong>vó los dientes a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> manga en el brazo.<br />

Gritando y retorciéndose, el<strong>la</strong> intentó liberarse, pero<br />

Matahachi apretó más los dientes c<strong>la</strong>vados en su brazo. No <strong>la</strong><br />

soltó aun cuando <strong>la</strong> sangre se <strong>de</strong>slizaba hasta <strong>la</strong> muñeca que<br />

aferraba.<br />

Pálida como <strong>la</strong> cera, Otsü se <strong>de</strong>smayó <strong>de</strong> dolor. Al notar <strong>la</strong><br />

<strong>la</strong>ngui<strong>de</strong>z <strong>de</strong> su cuerpo, él <strong>la</strong> soltó y se apresuró a abrirle <strong>la</strong><br />

boca para asegurarse <strong>de</strong> que no se había cortado <strong>la</strong> lengua con<br />

los dientes. <strong>El</strong> rostro <strong>de</strong> <strong>la</strong> joven estaba bañado en sudor.<br />

—¡Otsü! —exc<strong>la</strong>mó quejumbroso—. ¡Perdóname!<br />

La sacudió hasta que volvió en sí.<br />

En cuanto el<strong>la</strong> pudo hab<strong>la</strong>r, se tendió en el suelo y balbució<br />

histéricamente:<br />

—¡Ah, me duele! ¡Cómo me duele! ¡Jotaró! ¡Ayúdame,<br />

Jdtaró!<br />

Matahachi, pálido y sin aliento, le dijo:<br />

—¿Te duele? ¡Qué lástima] Incluso <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que se cure,<br />

<strong>la</strong> señal <strong>de</strong> mis dientes permanecerá ahí durante <strong>la</strong>rgo tiempo.<br />

¿Qué dirá <strong>la</strong> gente cuando <strong>la</strong> vea? ¿Qué pensará Musashi? Lo<br />

<strong>de</strong>jo ahí como una marca, para que todos sepan que uno <strong>de</strong><br />

estos días me pertenecerás. Si quieres huir, hazlo, pero esto<br />

hará que me recuer<strong>de</strong>s siempre.<br />

En el oscuro y un tanto polvoriento santuario, sólo los sollozos<br />

<strong>de</strong> Otsü rompían el silencio.<br />

—Deja <strong>de</strong> lloriquear, me pones nervioso. No voy a tocarte,<br />

así que cál<strong>la</strong>te <strong>de</strong> una vez. ¿Quieres que te traiga agua?<br />

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