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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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—Vivo aquí, como podéis ver, y no puedo ofreceros gran<br />

cosa, pero por lo menos hay fuego. Supongo que estaréis <strong>de</strong><br />

acuerdo en que el fuego es el festín más excelente que se pue<strong>de</strong><br />

dar en una noche <strong>de</strong> frío y nieve, tanto si el invitado es un príncipe<br />

como un pordiosero. Hay un buen suministro <strong>de</strong> leña, por<br />

lo que aun cuando nos pasemos <strong>la</strong> noche hab<strong>la</strong>ndo, no tendré<br />

que usar <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas <strong>de</strong> los tiestos como combustible. Por favor,<br />

poneos cómodos.<br />

<strong>El</strong> noble, el merca<strong>de</strong>r, el artista y el sacerdote se sentaron<br />

con <strong>la</strong>s piernas cruzadas junto al hogar, y extendieron <strong>la</strong>s manos<br />

por encima <strong>de</strong> <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas. Kóetsu reflexionó en el gélido<br />

paseo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> Ógiya y <strong>la</strong> invitación a calentarse ante aquel<br />

fuego alimentado con ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> cerezo. Era en verdad como<br />

un festín, <strong>la</strong> auténtica esencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> diversión.<br />

—Ven tú también al <strong>la</strong>do <strong>de</strong>l fuego —dijo Yoshino. Sonrió<br />

invitadoramente a Musashi y se movió un poco para hacerle<br />

sitio.<br />

Musashi estaba impresionado al <strong>la</strong>do <strong>de</strong> tan ilustre compañía.<br />

Después <strong>de</strong> Toyotomi Hi<strong>de</strong>yoshi y Tokugawa Ieyasu, el<strong>la</strong><br />

era probablemente <strong>la</strong> persona más famosa <strong>de</strong> Japón. Por supuesto,<br />

estaba Okuni, célebre en el Kabuki, y <strong>la</strong> querida <strong>de</strong><br />

Hi<strong>de</strong>yoshi, Yodogimi, pero se consi<strong>de</strong>raba a Yoshino con más<br />

c<strong>la</strong>se que <strong>la</strong> primera y más ingenio, belleza y amabilidad que <strong>la</strong><br />

segunda. Los hombres que frecuentaban a Yoshino eran conocidos<br />

como los «compradores», mientras que a el<strong>la</strong> <strong>la</strong> l<strong>la</strong>maban<br />

«<strong>la</strong> Tayü». Cualquier cortesana <strong>de</strong> primera c<strong>la</strong>se recibía el<br />

nombre <strong>de</strong> Tayü, pero <strong>de</strong>cir «<strong>la</strong> Tayü» era referirse a Yoshino<br />

y nadie más. Musashi había oído <strong>de</strong>cir que tenía siete asistentas<br />

para bañar<strong>la</strong> y dos para cortarle <strong>la</strong>s uñas.<br />

Aquel<strong>la</strong> noche, por primera vez en su vida, Musashi se encontró<br />

en compañía <strong>de</strong> damas pintadas y refinadas, y reaccionó<br />

con una rígida formalidad, <strong>de</strong>bida en parte a que no podía evitar<br />

preguntarse qué encontraban los hombres tan extraordinario<br />

en Yoshino.<br />

—Por favor, relájate —le dijo el<strong>la</strong>—. Siéntate aquí.<br />

A <strong>la</strong> cuarta o quinta invitación, Musashi capituló. Sentándose<br />

a su <strong>la</strong>do, imitó a los <strong>de</strong>más y extendió <strong>la</strong>s manos sobre el<br />

fuego.<br />

Yoshino le miró <strong>la</strong> manga y vio una mancha roja. Mientras<br />

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