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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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—Muy bien, ahora repite eso una vez más.<br />

—¡Patán engreído! ¡Temeroso <strong>de</strong> una mujer!<br />

Jótaró sólo había <strong>de</strong>senvainado a medias su espada <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />

cuando Matahachi le hizo vo<strong>la</strong>r por encima <strong>de</strong>l camino<br />

hasta un bosquecillo <strong>de</strong> bambúes. <strong>El</strong> chico cayó <strong>de</strong> espaldas en<br />

un arroyuelo, aturdido, casi inconsciente.<br />

Cuando se recuperó lo suficiente para arrastrarse como una<br />

angui<strong>la</strong> hasta el camino, ya era <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong>. La vaca se<br />

alejaba pesadamente a paso <strong>la</strong>rgo, Otsü todavía montada en su<br />

lomo y Matahachi corriendo <strong>de</strong><strong>la</strong>nte con <strong>la</strong> cuerda en <strong>la</strong> mano.<br />

—¡Bastardo! —gimió Jótaro, irritado por su propia impotencia.<br />

Demasiado aturdido para levantarse, permaneció allí<br />

tendido, rabiando y maldiciendo.<br />

Como a una mil<strong>la</strong> <strong>de</strong> allí, sobre un cerro, Musashi daba un<br />

<strong>de</strong>scanso a sus pies fatigados y se preguntaba ociosamente si<br />

<strong>la</strong>s nubes se movían o si, como parecía, estaban suspendidas<br />

permanentemente entre el monte Koma y <strong>la</strong>s anchas estribaciones<br />

por <strong>de</strong>bajo.<br />

Tuvo un sobresalto, como si se hubiera producido alguna<br />

comunicación silenciosa, sacudió sus miembros y se puso<br />

en pie.<br />

La verdad es que no hacía más que pensar en Otsü, y cuanto<br />

más pensaba tanto más intenso era su enojo. En <strong>la</strong> rebalsa<br />

bajo <strong>la</strong>s cascadas se había <strong>de</strong>sprendido <strong>de</strong> <strong>la</strong> vergüenza y el<br />

resentimiento, pero a medida que pasaban los días <strong>la</strong>s dudas le<br />

acosaban con insistencia. ¿Había actuado mal al reve<strong>la</strong>rle su<br />

pasión? ¿Por qué le había rechazado el<strong>la</strong>, apartándose <strong>de</strong> él<br />

como si le <strong>de</strong>spreciara?<br />

—Déja<strong>la</strong> atrás —dijo en voz alta.<br />

Sin embargo, sabía que se engañaba a sí mismo. Le había<br />

dicho que cuando llegaran a Edo, el<strong>la</strong> podría estudiar lo que<br />

más le conviniera mientras que él seguiría su propio camino.<br />

Esto llevaba implícita una promesa para el futuro más lejano.<br />

Se había marchado <strong>de</strong> Kyoto con el<strong>la</strong> y tenía <strong>la</strong> responsabilidad<br />

<strong>de</strong> permanecer a su <strong>la</strong>do.<br />

«¿Qué me ocurrirá? ¿Qué será <strong>de</strong> mi espada si vivimos juntos?»<br />

Alzó los ojos a <strong>la</strong> montaña y se mordió <strong>la</strong> lengua, aver-<br />

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