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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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Duermo con él cuando estoy al aire libre, estoy acostumbrado<br />

a él.<br />

—¡No harás semejante cosa! —exc<strong>la</strong>mó Myoshü severamente—.<br />

Pue<strong>de</strong> que a ti no te importe, pero <strong>de</strong>bes pensar en<br />

los <strong>de</strong>más. En esas elegantes habitaciones parecerías un trapo<br />

sucio. Los hombres acu<strong>de</strong>n ahí a pasarlo bien y olvidar sus problemas.<br />

Quieren estar ro<strong>de</strong>ados <strong>de</strong> cosas bel<strong>la</strong>s. No pienses<br />

que se trata <strong>de</strong> vestir bien para parecer algo que no eres. De<br />

todos modos, estas prendas no son tan lujosas como <strong>la</strong>s que<br />

llevan algunos hombres. Sólo son pulcras y están limpias. ¡Anda,<br />

pónte<strong>la</strong>s!<br />

Musashi <strong>la</strong> obe<strong>de</strong>ció.<br />

Cuando se hubo vestido, Myoshü observó jovialmente:<br />

—Vaya, estás muy guapo.<br />

Cuando estaban a punto <strong>de</strong> salir, Kóetsu fue al altar budista<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> vivienda y encendió en él una ve<strong>la</strong>. Tanto él como su madre<br />

eran miembros <strong>de</strong>votos <strong>de</strong> <strong>la</strong> secta Nichiren.<br />

Myóshü había <strong>de</strong>positado dos pares <strong>de</strong> sandalias con correas<br />

nuevas ante <strong>la</strong> entrada principal. Mientras se <strong>la</strong>s calzaban,<br />

<strong>la</strong> anciana hab<strong>la</strong>ba en voz baja con uno <strong>de</strong> los sirvientes, el<br />

cual estaba esperando para cerrar <strong>la</strong> puerta principal tras ellos.<br />

Kóetsu se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> su madre, pero el<strong>la</strong> alzó <strong>la</strong> vista rápidamente<br />

y le dijo:<br />

—Espera un momento.<br />

Su ceño fruncido evi<strong>de</strong>nciaba que estaba preocupada.<br />

—¿Qué ocurre? —le preguntó su hijo.<br />

—Este hombre dice que tres samurais <strong>de</strong> aspecto pen<strong>de</strong>nciero<br />

acaban <strong>de</strong> venir aquí y han hab<strong>la</strong>do muy groseramente.<br />

¿Crees que es algo importante?<br />

Kóetsu dirigió una mirada inquisitiva a Musashi.<br />

—No hay motivo para temer nada —le aseguró Musashi—.<br />

Probablemente son <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa Yoshioka. Pue<strong>de</strong> que me ataquen,<br />

pero no tienen nada contra vosotros.<br />

—Uno <strong>de</strong> los trabajadores ha dicho que lo mismo sucedió<br />

hace un par <strong>de</strong> días. Era un solo samurai, pero cruzó el umbral<br />

sin que le invitaran a hacerlo y miró por encima <strong>de</strong>l seto junto<br />

al sen<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> té don<strong>de</strong> te alojabas.<br />

—Entonces estoy seguro <strong>de</strong> que se trata <strong>de</strong> los hombres <strong>de</strong><br />

Yoshioka.<br />

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