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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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que se libraba <strong>de</strong> más aburrimiento, fue el primero en alcanzar<br />

<strong>la</strong> puerta. Yoshino se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más uno tras otro, pero<br />

a él no le dijo nada. Cuando se disponía a salir, <strong>la</strong> cortesana le<br />

cogió discretamente <strong>de</strong> <strong>la</strong> manga.<br />

—Pasa <strong>la</strong> noche aquí, Musashi. Por alguna razón..., no quiero<br />

que vuelvas a casa.<br />

<strong>El</strong> rostro <strong>de</strong> una virgen importunada no habría enrojecido<br />

más. Trató <strong>de</strong> ocultarlo fingiendo que no oía, pero los <strong>de</strong>más<br />

se dieron cuenta <strong>de</strong> que estaba <strong>de</strong>masiado turbado para<br />

hab<strong>la</strong>r.<br />

Yoshino se volvió hacia Shóyü y le preguntó:<br />

—No hay ningún impedimento para que se que<strong>de</strong> aquí,<br />

¿verdad?<br />

Musashi apartó <strong>la</strong> mano <strong>de</strong> Yoshino <strong>de</strong> su manga.<br />

—No, me marcho con Koetsu.<br />

Se apresuró hacia <strong>la</strong> puerta, pero Koetsu le <strong>de</strong>tuvo.<br />

—-No seas así, Musashi. ¿Por qué no pasas aquí esta noche?<br />

Pue<strong>de</strong>s volver a mi casa mañana. Al fin y al cabo, <strong>la</strong> dama ha<br />

sido tan amable <strong>de</strong> mostrar su preocupación por ti.<br />

Dicho esto, y sin esperar <strong>la</strong> reacción <strong>de</strong>l joven, fue a reunirse<br />

con los otros dos hombres.<br />

La caute<strong>la</strong> <strong>de</strong> Musashi le advertía <strong>de</strong> que estaban tratando<br />

<strong>de</strong> embaucarle para que se quedara, a fin <strong>de</strong> reírse más tar<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> él. No obstante, <strong>la</strong> seriedad que veía en los rostros <strong>de</strong> Yoshino<br />

y Koetsu parecía contra<strong>de</strong>cir que se tratara sólo <strong>de</strong> una<br />

broma.<br />

Shóyü y Mitsuhiro, divertidísimos por su incomodidad, insistían<br />

en bur<strong>la</strong>rse <strong>de</strong> él.<br />

—Eres el hombre más afortunado <strong>de</strong>l país —le dijo uno <strong>de</strong><br />

ellos, y el otro se ofreció para quedarse en su lugar.<br />

Las chanzas cesaron con <strong>la</strong> llegada <strong>de</strong> un hombre a quien<br />

Yoshino había encargado que echara un vistazo por el barrio.<br />

<strong>El</strong> enviado ja<strong>de</strong>aba y los dientes le castañateaban <strong>de</strong> miedo.<br />

—Los <strong>de</strong>más caballeros pue<strong>de</strong>n marcharse —dijo—, pero<br />

Musashi <strong>de</strong>bería pensarlo dos veces. Ahora sólo está abierta <strong>la</strong><br />

entrada principal, y a cada <strong>la</strong>do <strong>de</strong> el<strong>la</strong>, alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa <strong>de</strong><br />

té Amigasa y a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> <strong>la</strong> calle, hay enjambres <strong>de</strong> samurais<br />

fuertemente armados, que <strong>de</strong>ambu<strong>la</strong>n en pequeños grupos.<br />

Son <strong>de</strong> <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> Yoshioka. Los merca<strong>de</strong>res temen que pueda<br />

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