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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino
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Personajes y lugares AKEMI, la hija
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Prólogo Podemos decir sin temor a
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ca, que llegó a ser el abad más j
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Otra gran transición en los inicio
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fenece de pleno a la gran corriente
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maestro principal del estilo de Kyo
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para no dar la impresión de que le
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ñeca. Su actitud había cambiado p
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nía la vista fija en el estrecho a
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- Page 111 and 112: —¿Podrías guardarme este manto?
- Page 113 and 114: —Sí, pero estaba cerrada. —Uno
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- Page 117 and 118: —Algo por el estilo —dijo el ot
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Musashi ya no estaba allí. —¿Ha
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7 Los elegantes —¡Ningún noble
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—¿Estás bien, viejo bergante?
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Shoyu dio unos pasos y se sentó di
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—No hay motivo para traerle aquí
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Alzó la cabeza de la rodilla de Su
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chéis, os lo ruego. Yoshino Dayu e
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—Vivo aquí, como podéis ver, y
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8 El laúd roto Los cuatro o cinco
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El poema de Takuan era de estilo ja
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ocurrir algo terrible, por lo que h
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Lo último que deseaba era converti
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ma en voz baja, en un estilo equidi
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Un gallo cantó a lo lejos. La luz
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—Espera, iré a buscarle. Al entr
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—¿Te has enterado de eso? —Sí
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del Daitokuji, pasé por casa de Ko
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mos ser capaces de curar las enferm
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Musashi ya nos ha causado muchos pr
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tar seguro. Para alcanzar una venta
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un manto pulcramente doblados. Depo
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sudor. El contacto de la prenda con
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178 —¿Una mujer? —¿Y eso qué
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—Me llamarían cobarde. —No sea
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taban preparados era aquélla a la
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te de su humillación y rehabilitar
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go. Si juras que no interferirás e
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—Si tus adversarios no saben dón
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Musashi se detuvo pero no dijo nada
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to a la posibilidad de morir pronto
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el mañana 12 Un brindis por Mataha
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pero probablemente podremos darle p
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—No llegué a hacerlo, pero más
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nía dinero? ¿Corno puedo seguir a
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mortal 13 La trampa La luna aún es
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Genjiro, un chiquillo de trece año
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se, cayó una lluvia de pinaza y fr
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—Tienes toda la razón. Espero qu
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serán inútiles a menos que hoy ma
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ía decidido marcharse a Edo, y le
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—Sí, no sabía que se hubieran m
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Kojiro no le respondió. —Todo pa
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Con una sonrisa en los labios, Musa
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Musashi le miró con suspicacia.
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todas las dificultades de la vida e
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—No seas así, Jotaro —le dijo
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estaba preparada para morir si él
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Su silenciosa apelación casi desar
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15 Gansos extraviados —Espérame,
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—¡Debe de ser ahí abajo! —exc
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seriedad. Matahachi intentó escuch
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—¡Por ahí no, Matahachi! —¿P
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—Sospecho que ha enrolado a vario
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Se arrodilló, con el cuerpo en ten
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«Todo ha sido inconsciente. No ten
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la provincia de Mimasaka. He venido
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El grito surgió desde la elevació
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hubiera recorrido cuarenta pasos, M
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Más espantosa todavía era la visi
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Pero sus advertencias no causaron l
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to enfundado en una túnica blanca
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Daishi y Genshin, hicieron muchas i
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tonces preguntó en tono muy ásper
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—¡Estás diciendo tonterías!
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tiguos, que, según se dice, se inc
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io—. ¿Dónde te duele? Puedes pa
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propio pueblo. Por culpa de ella se
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La mujer miró asombrada a Osugi mi
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dones para los huéspedes. Una anci
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—En tiempos como éstos, nunca ll
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—Tendré los ojos abiertos para e
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—Escúchame —le dijo jovialment
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unos ignorantes, pero ahora lo cons
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totalmente entregado al Camino de l
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19 Ramas entrelazadas —He regresa
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—¡Estás mintiendo! —estalló
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—La verdad es que no lo sé. Tard
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prisas y partió hacia Seta, palade
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—Lo mismo que a mediados del vera
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—¡Estás completamente equivocad
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persona que montaba la vaca era Ots
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nes, la mayor de las cuales parecí
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Por alguna lógica perversa, le par
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tos años era impotente contra aque
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21 El rapto Más allá del puerto d
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caja torácica en expansión. Sigui
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Llena de repulsión, Otsu se dijo:
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gonzado de su mezquindad. Contempla
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—¡Ella es! —respondió Musashi
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Musashi se apartó de la ventana y
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un confitero maneja la arropía: un
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—Antes de sentarte, lleva al samu
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Gonnosuke se detuvo y le dijo: —S
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23 Colmillos venenosos Desde lejos,
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pone a predicar sobre la necesidad
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Cogió una escudilla de barro del a
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24 Una advertencia maternal —Est
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—Sí, pero supongo que he estado
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Musashi cerró la puerta tras él y
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Ha era la primera vez que la veía
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—Espera aquí. Voy a subir ahí y
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estuvo ante Musashi con el bastón
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pero ella estaba plenamente convenc
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dera demasiado alta! —gritó, y e
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índice Resumen de los volúmenes a