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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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Musashi se apartó <strong>de</strong> <strong>la</strong> ventana y se escondió entre los<br />

árboles.<br />

—¿Dón<strong>de</strong>? —gritó Gonnosuke. Estaba <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa y<br />

se apresuró a entrar.<br />

La anciana se asomó a <strong>la</strong> pequeña ventana.<br />

—Debe <strong>de</strong> estar por aquí. Le he oído toser.<br />

—¿Estás segura <strong>de</strong> que no te ha engañado el oído?<br />

—Mi oído está bien y estoy segura <strong>de</strong> que he visto una cara<br />

en <strong>la</strong> ventana. <strong>El</strong> humo <strong>de</strong>l fuego <strong>de</strong>be <strong>de</strong> haberle hecho toser.<br />

Gonnosuke avanzó quince o veinte pasos con lentitud y<br />

suspicacia, mirando a <strong>de</strong>recha e izquierda, como un centine<strong>la</strong><br />

que vigi<strong>la</strong>ra una fortaleza.<br />

—Pue<strong>de</strong> que tengas razón —dijo entonces—. Creo que noto<br />

el olor <strong>de</strong> un ser humano.<br />

Dejándose guiar por <strong>la</strong> expresión <strong>de</strong> los ojos <strong>de</strong> Gonnosuke,<br />

Musashi esperó su oportunidad. Había algo en <strong>la</strong> postura<br />

<strong>de</strong>l hombre que invitaba a <strong>la</strong> caute<strong>la</strong>. Parecía ligeramente inclinado<br />

hacia a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> cintura. Musashi no podía discernir<br />

qué c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> arma empuñaba, pero cuando el hombre se<br />

volvió vio que tenía un garrote <strong>de</strong> cuatro pies a <strong>la</strong> espalda. No<br />

era un palo ordinario, pues presentaba <strong>la</strong> pátina <strong>de</strong> un arma<br />

muy usada y parecía parte integral <strong>de</strong>l cuerpo <strong>de</strong> su portador.<br />

Musashi comprendió que éste lo tenía siempre a mano y sabía<br />

exactamente cómo usarlo.<br />

Salió <strong>de</strong> su escondite y gritó:<br />

—¡Tú, quienquiera que seas! ¡He venido a por mis compañeros!<br />

Gonnosuke le miró ferozmente y en silencio.<br />

—Devuélveme a <strong>la</strong> mujer y el chico que raptaste en <strong>la</strong> carretera.<br />

Si no han sufrido daño alguno, <strong>de</strong>jaremos <strong>la</strong>s cosas así.<br />

Pero si están lesionados, ya pue<strong>de</strong>s prepararte.<br />

La nieve fundida que alimentaba los arroyos en aquel<strong>la</strong><br />

zona daba a <strong>la</strong> brisa una frialdad cortante que <strong>de</strong> alguna manera<br />

realzaba el silencio.<br />

—¡Entrégamelos ahora mismo!<br />

La voz <strong>de</strong> Musashi era más cortante que el viento.<br />

Gonnosuke sujetaba el bastón con lo que se l<strong>la</strong>maba una<br />

presa invertida. Con el pelo en punta como un erizo, se en<strong>de</strong>rezó<br />

cuan <strong>la</strong>rgo era y gritó:<br />

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