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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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sashi, Jotaro había dado credibilidad al rumor <strong>de</strong> que Musashi<br />

seguía en <strong>la</strong> Ógiya.<br />

—Comprendo —se limitó a <strong>de</strong>cir Musashi, y miró inquisitivamente<br />

a Jotaro, el cual se rascó <strong>la</strong> cabeza, se retiró a un rincón<br />

y procuró pasar tan <strong>de</strong>sapercibido como fuese posible.<br />

La muchacha siguió diciendo:<br />

—No es preciso que te diga lo que ocurriría si intentara<br />

marcharse. Todavía andan por ahí muchos hombres <strong>de</strong> Yoshioka,<br />

esperando a que enseñes <strong>la</strong> cara. Eso está causando<br />

gran<strong>de</strong>s dificulta<strong>de</strong>s a Yoshino y el dueño, porque Kóetsu les<br />

rogó que cuidaran <strong>de</strong> ti. La Ógiya no pue<strong>de</strong> permitir que salgas<br />

y caigas en sus garras. Yoshino ha resuelto protegerte.<br />

»Esos samurais son muy insistentes. Han mantenido una<br />

vigi<strong>la</strong>ncia constante y enviado hombres en varias ocasiones,<br />

acusándonos <strong>de</strong> escon<strong>de</strong>rte. Nos hemos librado <strong>de</strong> ellos, pero<br />

aún no están convencidos. La verdad es que no lo comprendo.<br />

Actúan como si estuvieran en una gran campaña. Más allá <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

mural<strong>la</strong> <strong>de</strong>l barrio, hay tres o cuatro fi<strong>la</strong>s <strong>de</strong> ellos, con vigías<br />

por todas partes, y están armados hasta los dientes.<br />

»Yoshino cree que <strong>de</strong>berías quedarte aquí otros cuatro<br />

o cinco días, o por lo menos hasta que ellos se cansen <strong>de</strong> esperar.<br />

Musashi le agra<strong>de</strong>ció su amabilidad y preocupación, pero<br />

añadió crípticamente:<br />

—Tengo mi propio p<strong>la</strong>n.<br />

Accedió en seguida a que un sirviente fuese a casa <strong>de</strong><br />

Kóetsu en lugar <strong>de</strong> Jotaro. <strong>El</strong> enviado regresó menos <strong>de</strong> una<br />

hora <strong>de</strong>spués, con una nota <strong>de</strong> Kóetsu que <strong>de</strong>cía: «Cuando tengamos<br />

otra oportunidad, encontrémonos <strong>de</strong> nuevo. Aunque <strong>la</strong><br />

vida pueda parecer <strong>la</strong>rga, en realidad es <strong>de</strong>masiado corta. Te<br />

ruego que cui<strong>de</strong>s bien <strong>de</strong> ti mismo. Un saludo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lejos».<br />

Aunque escasas, estas pa<strong>la</strong>bras parecían afectuosas y muy características<br />

<strong>de</strong> quien <strong>la</strong>s había escrito.<br />

—Tus ropas están en este paquete —le dijo <strong>la</strong> sirvienta—.<br />

La madre <strong>de</strong> Kóetsu me ha encargado especialmente que<br />

te transmita sus mejores <strong>de</strong>seos.<br />

Hizo una reverencia y salió.<br />

Musashi miró el kimono <strong>de</strong> algodón, viejo y <strong>de</strong>sgastado, expuesto<br />

con tanta frecuencia al rocío y <strong>la</strong> lluvia, con manchas <strong>de</strong><br />

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