07.12.2012 Views

Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Escúchame —le dijo jovialmente—. Tu camino acaba <strong>de</strong><br />

abrirse ante ti por sí solo. No importa el lugar al que vaya Akemi,<br />

porque sin duda no te conviene. Vete ahora, antes <strong>de</strong> que<br />

sea <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong>. Toma el sen<strong>de</strong>ro que pasa entre Sakamoto<br />

y Ótsu. Encontrarás a tu madre antes <strong>de</strong> que el día termine.<br />

Y una vez <strong>la</strong> hayas encontrado, no vuelvas a per<strong>de</strong>r<strong>la</strong> <strong>de</strong> vista.<br />

Para subrayar sus pa<strong>la</strong>bras, trajo a Matahachi sus sandalias<br />

y po<strong>la</strong>inas, y entonces entró en <strong>la</strong> posada y salió poco <strong>de</strong>spués<br />

con sus <strong>de</strong>más pertenencias.<br />

—¿Tienes algún dinero? —le preguntó—. Yo no tengo mucho,<br />

pero puedo darte algo. Si crees que Edo es el lugar a<strong>de</strong>cuado<br />

para ti, allí iré contigo. Esta noche estaré en el puente<br />

Kara <strong>de</strong> Seta. Cuando hayas encontrado a tu madre, búscame<br />

allí. Cuento con que <strong>la</strong> traigas.<br />

Una vez Matahachi se hubo ido, Musashi se sentó a esperar<br />

el crepúsculo y <strong>la</strong> respuesta a su misiva. Se estiró en el banco<br />

que había al fondo <strong>de</strong> <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> <strong>de</strong> té, cerró los ojos y no tardó en<br />

soñar. Soñó con dos mariposas que vagaban por el aire, retozando<br />

entre ramas entre<strong>la</strong>zadas. Reconoció a una <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s. Era<br />

Otsü.<br />

Cuando <strong>de</strong>spertó, los rayos inclinados <strong>de</strong>l sol habían llegado<br />

a <strong>la</strong> pared <strong>de</strong>l fondo <strong>de</strong> <strong>la</strong> sa<strong>la</strong>. Oyó <strong>la</strong> voz <strong>de</strong> un hombre.<br />

—Lo mires como lo mires, fue una actuación burda.<br />

—¿Te refieres a los Yoshioka?<br />

—Des<strong>de</strong> luego.<br />

—La gente tenía un gran respeto por <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>, <strong>de</strong>bido a <strong>la</strong><br />

reputación <strong>de</strong> Kempó. Parece como si, en cualquier campo,<br />

sólo <strong>la</strong> primera generación fuese importante. La siguiente generación<br />

pier<strong>de</strong> lustre, y con <strong>la</strong> tercera todo se viene abajo. No<br />

sueles ver a menudo al jefe <strong>de</strong> <strong>la</strong> cuarta generación enterrado<br />

al <strong>la</strong>do <strong>de</strong>l fundador.<br />

—Bueno, yo espero que me entierren al <strong>la</strong>do <strong>de</strong> mi bisabuelo.<br />

—Pero no eres más que un picapedrero. Estoy hab<strong>la</strong>ndo <strong>de</strong><br />

gente famosa. Si crees que me equivoco, sólo tienes que ver lo<br />

que le ocurrió al hijo <strong>de</strong> Hi<strong>de</strong>yoshi.<br />

Los picapedreros trabajaban en una cantera <strong>de</strong>l valle, y todos<br />

los días, hacia <strong>la</strong>s tres <strong>de</strong> <strong>la</strong> tar<strong>de</strong>, iban a <strong>la</strong> posada a tomar<br />

una taza <strong>de</strong> té. Anteriormente, uno <strong>de</strong> ellos, que vivía cerca <strong>de</strong><br />

280

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!