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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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ebe<strong>la</strong>ban, negándose a exten<strong>de</strong>rse. Lo mejor que podía hacer<br />

era mantener una postura conservadora, <strong>de</strong>fensiva, y esperar.<br />

Sus ojos enrojecieron mientras escrutaban en busca <strong>de</strong> una<br />

oportunidad, y rogó a Hachiman que le diera <strong>la</strong> victoria.<br />

La creciente excitación hizo que se le acelerase el corazón.<br />

De haber sido un hombre ordinario, podría haberse visto<br />

arrastrado a un torbellino <strong>de</strong> confusión y habría sucumbido.<br />

Sin embargo, se mantuvo firme, sacudiéndose <strong>de</strong> encima <strong>la</strong><br />

sensación <strong>de</strong> insuficiencia, como si no fuese más que nieve en<br />

su manga. Su capacidad para dominar esa nueva sensación regocijante<br />

era el resultado <strong>de</strong> haber sobrevivido ya a varios roces<br />

con <strong>la</strong> muerte. Ahora su espíritu estaba <strong>de</strong>spierto <strong>de</strong>l todo,<br />

como si le hubieran quitado un velo que tenía ante sus ojos.<br />

<strong>El</strong> silencio era absoluto. La nieve se acumu<strong>la</strong>ba sobre el<br />

cabello <strong>de</strong> Musashi y los hombros <strong>de</strong> Denshichiro.<br />

Musashi ya no veía una gran roca <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> él. Él mismo<br />

ya no existía como una persona individual. Había olvidado <strong>la</strong><br />

voluntad <strong>de</strong> ganar. Veía <strong>la</strong> b<strong>la</strong>ncura <strong>de</strong> <strong>la</strong> nieve que caía entre<br />

él y su adversario, y el espíritu <strong>de</strong> <strong>la</strong> nieve era tan ligero como<br />

el suyo propio. Ahora el espacio parecía una extensión <strong>de</strong> su<br />

propio cuerpo. Se había convertido en el universo, o bien había<br />

sucedido al revés. Estaba allí y al mismo tiempo no estaba.<br />

Los pies <strong>de</strong> Denshichiro avanzaron un poco hacia a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte.<br />

En <strong>la</strong> punta <strong>de</strong> su espada, su fuerza <strong>de</strong> voluntad se expresó en<br />

un temblor que era el comienzo <strong>de</strong> un movimiento.<br />

Dos vidas expiraron bajo dos golpes <strong>de</strong> una so<strong>la</strong>_espada.<br />

Primero, Musashi atacó hacia atrás, y <strong>la</strong> cabeza <strong>de</strong> Ótaguro<br />

Hyósuke, o un trozo <strong>de</strong> el<strong>la</strong>, pasó vo<strong>la</strong>ndo por el <strong>la</strong>do <strong>de</strong> Musashi<br />

como una gran cereza carmesí, mientras el cuerpo se tambaleaba<br />

sin vida hacia Denshichird. <strong>El</strong> segundo grito horrendo,<br />

el grito <strong>de</strong> ataque <strong>de</strong> Denshichiro, quedó bruscamente interrumpido<br />

y su eco se diluyó en el espacio que les ro<strong>de</strong>aba. Musashi<br />

saltó a tal altura que pareció haberse impulsado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

nivel <strong>de</strong>l pecho <strong>de</strong> su adversario. <strong>El</strong> cuerpo robusto <strong>de</strong> Denshichiro<br />

retrocedió vaci<strong>la</strong>nte y cayó levantando una rociada <strong>de</strong><br />

nieve.<br />

Con su cuerpo penosamente dob<strong>la</strong>do y el rostro enterrado<br />

en <strong>la</strong> nieve, el moribundo gritó:<br />

—¡Espera! ¡Espera!<br />

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