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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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Entonces Denshichiro vio bien por primera vez a Musashi.<br />

«¡Así que éste es ei bastardo!», pensó. Su odio no tenía límites,<br />

le guardaba rencor por haber muti<strong>la</strong>do a su hermano, se sentía<br />

irritado porque <strong>la</strong> gente corriente le comparaba con Musashi y<br />

sentía un profundo <strong>de</strong>sprecio hacia el que consi<strong>de</strong>raba un advenedizo<br />

rural que se hacía pasar por samurai.<br />

—¿Quién eres tú para preguntarme si estoy preparado?<br />

¡Hace mucho que han pasado <strong>la</strong>s nueve!<br />

—¿Dije que estaría aquí exactamente a <strong>la</strong>s nueve?<br />

—¡No vengas con excusas! Llevo <strong>la</strong>rgo tiempo esperando.<br />

Como pue<strong>de</strong>s ver, estoy perfectamente preparado. ¡Ahora<br />

baja <strong>de</strong> ahí!<br />

No subestimaba a su contrario hasta el punto <strong>de</strong> atreverse a<br />

atacarle <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> posición en que se hal<strong>la</strong>ba.<br />

—Dentro <strong>de</strong> un momento —respondió Musashi con una<br />

risa ligera.<br />

Existía una diferencia entre <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a que tenía Musashi <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

preparación y <strong>la</strong> <strong>de</strong> su contrario. Aunque estaba físicamente<br />

preparado, Denshichiro sólo había empezado a dominarse espiritualmente,<br />

mientras que Musashi había iniciado <strong>la</strong> lucha<br />

mucho antes <strong>de</strong> presentarse ante su enemigo. Para él, el combate<br />

entraba ahora en su fase segunda y central. En el santuario<br />

<strong>de</strong> Gion había visto <strong>la</strong>s huel<strong>la</strong>s <strong>de</strong> pisadas en <strong>la</strong> nieve, y en<br />

aquel momento se había <strong>de</strong>spertado su instinto <strong>de</strong> lucha. Sabiendo<br />

que <strong>la</strong> sombra <strong>de</strong>l hombre que le seguía ya no estaba<br />

allí, había cruzado audazmente el umbral <strong>de</strong>l Rengeóin, encaminándose<br />

en <strong>de</strong>rechura a <strong>la</strong> cocina. Tras <strong>de</strong>spertar al sacerdote,<br />

entabló conversación con él, interrogándole sutilmente sobre<br />

lo que había sucedido allí poco antes. Sin preocuparse<br />

porque se estaba retrasando un poco, había tomado té y se había<br />

calentado. Cuando se presentó ante su adversario lo hizo<br />

<strong>de</strong> manera brusca y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> seguridad re<strong>la</strong>tiva <strong>de</strong> <strong>la</strong> terraza.<br />

Llevaba <strong>la</strong> iniciativa.<br />

Su segunda oportunidad fue el intento <strong>de</strong> Denshichiro <strong>de</strong><br />

hacerle salir <strong>de</strong> allí. Una manera <strong>de</strong> luchar sería acce<strong>de</strong>r a lo<br />

que le pedía, mientras que <strong>la</strong> otra sería ignorarlo y buscar por<br />

su cuenta <strong>la</strong> mejor posición. La caute<strong>la</strong> era necesaria, pues en<br />

un caso como aquél <strong>la</strong> victoria era como <strong>la</strong> luna reflejada en un<br />

<strong>la</strong>go. Si uno salta hacia el<strong>la</strong> impulsivamente, podría ahogarse.<br />

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