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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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nes, <strong>la</strong> mayor <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cuales parecía muy viril y <strong>la</strong> otra pequeña y<br />

suave.<br />

La rebalsa y los rápidos turbulentos <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cascadas<br />

renovaron <strong>la</strong> energía <strong>de</strong> Jotaro, el cual, dando brincos y bai<strong>la</strong>ndo<br />

a partes iguales, bajó por el empinado terraplén y dijo,<br />

excitado:<br />

—¡Aquí hay peces! —Minutos <strong>de</strong>spués gritó—: ¡Puedo cogerlos!<br />

Le he dado una pedrada a uno y está muerto panza<br />

arriba.<br />

No mucho <strong>de</strong>spués, su voz, apenas audible por encima <strong>de</strong>l<br />

estruendo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cascadas, resonó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> otra dirección.<br />

A <strong>la</strong> sombra <strong>de</strong> <strong>la</strong> pequeña cabana, Musashi y Otsü estaban<br />

sentados entre innumerables arco iris minúsculos producidos<br />

por el sol al bril<strong>la</strong>r sobre <strong>la</strong> hierba húmeda.<br />

—¿Adon<strong>de</strong> habrá ido ese chico? —preguntó el<strong>la</strong>, y añadió—:<br />

Realmente es imposible dominarle.<br />

—¿Lo crees así? Yo era mucho peor que él a su edad. Pero<br />

Matahachi era todo lo contrario, siempre se portaba muy bien.<br />

Me pregunto dón<strong>de</strong> estará. Él me preocupa mucho más que<br />

Jotaro.<br />

—Me alegro <strong>de</strong> que no esté aquí. Habría tenido que escon<strong>de</strong>rme.<br />

—¿Por qué? Creo que, si se lo explicamos, lo compren<strong>de</strong>rá.<br />

—Lo dudo. Él y su madre no son como <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más personas.<br />

—¿Estás segura <strong>de</strong> que no cambiarás <strong>de</strong> i<strong>de</strong>a, Otsü?<br />

—¿Sobre qué?<br />

—¿No podrías llegar a Ja conclusión <strong>de</strong> que con quien quieres<br />

casarte realmente es con Matahachi?<br />

<strong>El</strong><strong>la</strong> hizo una mueca <strong>de</strong> espanto.<br />

—¡De ninguna manera! —replicó, indignada.<br />

Sus párpados se volvieron rosados como orquí<strong>de</strong>as y se cubrió<br />

el rostro con <strong>la</strong>s manos, pero el leve temblor <strong>de</strong> su b<strong>la</strong>nco<br />

cuello casi parecía gritar: «¡Soy tuya y <strong>de</strong> nadie más!».<br />

Musashi <strong>la</strong>mentó sus pa<strong>la</strong>bras y volvió <strong>la</strong> cabeza para mirar<strong>la</strong>.<br />

Llevaba varios días observando el efecto <strong>de</strong> <strong>la</strong> luz al incidir<br />

en su cuerpo: <strong>de</strong> noche, el resp<strong>la</strong>ndor fluctuante <strong>de</strong> una<br />

lámpara; por el día, los cálidos rayos <strong>de</strong>l sol. Al ver su piel bri-<br />

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