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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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Tal como el médico había dicho, los primeros días serían<br />

los peores. Aquel era el cuarto día, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> noche anterior<br />

Seijüró se sentía un poco mejor.<br />

Abrió los ojos lentamente, preguntándose si era <strong>de</strong> día o <strong>de</strong><br />

noche.<br />

La lámpara cubierta <strong>de</strong> papel al <strong>la</strong>do <strong>de</strong> su almohada estaba<br />

casi extinguida. Des<strong>de</strong> <strong>la</strong> habitación contigua le llegó el sonido<br />

<strong>de</strong> unos ronquidos. Los hombres que ve<strong>la</strong>ban por él se habían<br />

adormi<strong>la</strong>do.<br />

«Todavía <strong>de</strong>bo <strong>de</strong> estar vivo —pensó—. ¡Vivo y completamente<br />

<strong>de</strong>shonrado!» Con <strong>de</strong>dos temblorosos, se cubrió el rostro<br />

con el edredón. «¿Cómo podré mirar a nadie a <strong>la</strong> cara <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> esto?» Tragó saliva para ahogar sus lágrimas. «Todo<br />

ha terminado —se dijo entre gemidos—. Éste es mi fin y el <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> casa <strong>de</strong> Yoshioka.»<br />

Cacareó un gallo y <strong>la</strong> lámpara se apagó con un chisporroteo.<br />

Mientras <strong>la</strong> pálida luz <strong>de</strong>l alba penetraba sigilosamente en<br />

<strong>la</strong> habitación, Seijüro recordó aquel<strong>la</strong> mañana en el Rendaiji.<br />

¡La expresión <strong>de</strong> los ojos <strong>de</strong> Musashi! <strong>El</strong> recuerdo le hizo estremecerse.<br />

Tenía que admitir que no había estado a <strong>la</strong> altura <strong>de</strong><br />

aquel hombre. ¿Por qué no había arrojado su espada <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra,<br />

aceptado <strong>la</strong> <strong>de</strong>rrota e intentado salvar <strong>la</strong> reputación <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

familia?<br />

«Tenía una opinión <strong>de</strong>masiado alta <strong>de</strong> mí mismo —se dijo,<br />

entristecido—. Aparte <strong>de</strong> ser el hijo <strong>de</strong> Yoshioka Jemp5, ¿qué<br />

he hecho para distinguirme?»<br />

Incluso él había llegado a compren<strong>de</strong>r que, <strong>de</strong> haber seguido<br />

al frente <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> Yoshioka, <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> se habría quedado<br />

anc<strong>la</strong>da en el pasado. Como todo lo <strong>de</strong>más estaba en pleno<br />

cambio, no podría seguir prosperando.<br />

«Mi encuentro con Musashi no ha hecho más que apresurar<br />

el <strong>de</strong>rrumbe. ¿Por qué no habré muerto allí? ¿Por qué tengo<br />

que vivir?»<br />

Frunció el ceño. Sentía dolorosos <strong>la</strong>tidos en el hombro sin<br />

brazo.<br />

Sólo unos segundos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que se oyeran golpes en <strong>la</strong><br />

puerta principal, entró un hombre para <strong>de</strong>spertar a los samurais<br />

en <strong>la</strong> habitación contigua a <strong>la</strong> <strong>de</strong> Seijüro.<br />

—¿Denshichiro? —exc<strong>la</strong>mó una voz en tono <strong>de</strong> asombro.<br />

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