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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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—¿Tan malvada es esa anciana?<br />

—No —respondió Takuan en tono enigmático—. Es una<br />

mujer muy buena.<br />

—No lo es a juzgar por lo que me dijiste. Ah, acabo <strong>de</strong> recordar<br />

algo.<br />

—¿Qué es ello?<br />

—Hoy he visto a <strong>la</strong> muchacha llorando en su habitación.<br />

—Pue<strong>de</strong> que eso no signifique gran cosa.<br />

—La anciana nos dijo que era <strong>la</strong> novia <strong>de</strong> su hijo.<br />

—Sí, es comprensible que dijera eso.<br />

—Por lo que dijiste, parece como si un odio terrible llevara<br />

a esa anciana a atormentar a <strong>la</strong> muchacha.<br />

—De todos modos, ésa es una cosa y llevar<strong>la</strong> a <strong>la</strong> montaña<br />

en una noche oscura otra muy distinta. Me temo que Osugi<br />

haya p<strong>la</strong>neado asesinar<strong>la</strong>.<br />

—¡Asesinar<strong>la</strong>! ¿Cómo pue<strong>de</strong>s <strong>de</strong>cir entonces que es una<br />

buena mujer?<br />

—Porque es sin ninguna duda <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> persona a <strong>la</strong> que el<br />

mundo consi<strong>de</strong>ra buena. Acu<strong>de</strong> con frecuencia al Kiyomizu<strong>de</strong>ra<br />

para rezar, ¿no es cierto? Y cuando está sentada ante Kannon<br />

con su rosario en <strong>la</strong> mano, su espíritu <strong>de</strong>be <strong>de</strong> estar muy<br />

cercano a <strong>la</strong> diosa.<br />

—Tengo entendido que también le reza al Buda Amida.<br />

—Hay muchos budistas así en este mundo, a los que l<strong>la</strong>man<br />

fieles. Hacen algo que no <strong>de</strong>berían, van al templo y rezan a<br />

Amida. Parecen i<strong>de</strong>ar hechos diabólicos para que Amida les<br />

perdone. Pue<strong>de</strong>n matar alegremente a un hombre, con <strong>la</strong> absoluta<br />

confianza en que si luego visitan a Amida sus pecados les<br />

serán perdonados y cuando mueran irán al Paraíso Occi<strong>de</strong>ntal.<br />

Esas buenas gentes constituyen un problema.<br />

Matahachi miró temeroso a su alre<strong>de</strong>dor, preguntándose<br />

<strong>de</strong> dón<strong>de</strong> procedía <strong>la</strong> voz.<br />

—¿Has oído eso, madre? —preguntó, inquieto—. ¿Reconoces<br />

<strong>la</strong> voz?<br />

Osugi alzó <strong>la</strong> cabeza, pero <strong>la</strong> interrupción no <strong>la</strong> turbó <strong>de</strong>masiado.<br />

Su mano todavía sujetaba el cabello <strong>de</strong>l cadáver, mientras<br />

en <strong>la</strong> otra mano b<strong>la</strong>ndía <strong>la</strong> espada, preparada para golpear.<br />

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