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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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<strong>El</strong> poema <strong>de</strong> Takuan era <strong>de</strong> estilo japonés. Mitsuhiro prefirió<br />

escribir a <strong>la</strong> manera china, anotando unos versos <strong>de</strong> un poema<br />

<strong>de</strong> Tsai Wen:<br />

Cuando estoy ocupado, <strong>la</strong> montaña me mira.<br />

Cuando estoy ocioso, miro a <strong>la</strong> montaña,<br />

aunque parece ser lo mismo, no lo es, pues <strong>la</strong><br />

ocupación es inferior al ocio.<br />

Bajo el poema <strong>de</strong> Takuan, Yoshino escribió:<br />

Incluso mientras florecen<br />

un hálito <strong>de</strong> tristeza se cierne<br />

sobre <strong>la</strong>s flores.<br />

¿Piensan acaso en el futuro,<br />

cuando sus pétalos habrán <strong>de</strong>saparecido?<br />

Shóyü y Musashi observaban en silencio, el último muy aliviado<br />

cuando nadie insistió en que también escribiera algo.<br />

Regresaron al <strong>la</strong>do <strong>de</strong>l hogar y char<strong>la</strong>ron un rato, hasta que<br />

Shóyü, al reparar en un biwa, una especie <strong>de</strong> <strong>la</strong>úd, junto al lugar<br />

<strong>de</strong> honor en <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> interior, le pidió a Yoshino que tocara<br />

para ellos. Los <strong>de</strong>más secundaron <strong>la</strong> sugerencia.<br />

Sin el menor atisbo <strong>de</strong> timi<strong>de</strong>z, Yoshino cogió el instrumento<br />

y se sentó en medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> habitación interior tenuemente<br />

iluminada. Su porte no era el <strong>de</strong> un virtuoso orgulloso <strong>de</strong> sus<br />

habilida<strong>de</strong>s, pero tampoco trató <strong>de</strong> ser más mo<strong>de</strong>sta <strong>de</strong> lo necesario.<br />

Los hombres <strong>de</strong>spejaron sus mentes <strong>de</strong> pensamientos<br />

azarosos, a fin <strong>de</strong> aten<strong>de</strong>r mejor a <strong>la</strong> rendición que hacía Yoshino<br />

<strong>de</strong> una sección <strong>de</strong> los Cuentos <strong>de</strong> Heike. Los tonos suaves,<br />

dulces, cedieron el paso a un pasaje turbulento, seguido <strong>de</strong><br />

unos acor<strong>de</strong>s en staccato. <strong>El</strong> fuego menguó y <strong>la</strong> oscuridad invadió<br />

<strong>la</strong> habitación. Extasiados por <strong>la</strong> música, ninguno <strong>de</strong> los presentes<br />

se movió hasta que una minúscu<strong>la</strong> explosión <strong>de</strong> chispas<br />

les hizo regresar a <strong>la</strong> tierra.<br />

Cuando terminó <strong>de</strong> tocar, Yoshino sonrió levemente y dijo:<br />

—Me temo que no lo hago muy bien.<br />

Dejó el <strong>la</strong>úd en su sitio y regresó al fuego. Cuando los hombres<br />

se levantaron para marcharse, Musashi, contento al ver<br />

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