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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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<strong>El</strong> monte Hiei y los <strong>de</strong>más picos todavía dormían envueltos<br />

por <strong>la</strong>s nubes. Los hombres estaban reunidos en <strong>la</strong> bifurcación<br />

<strong>de</strong> un estrecho sen<strong>de</strong>ro rural, una <strong>de</strong> cuyas ramas conducía a <strong>la</strong><br />

cumbre <strong>de</strong>l Hiei mientras que <strong>la</strong> otra se dirigía a Ichijoji. <strong>El</strong><br />

camino era empinado, rocoso y con profundas hondonadas.<br />

Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l hito más <strong>de</strong>stacado, un gran pino cuya copa se<br />

extendía como un paraguas gigantesco, había un grupo <strong>de</strong> discípulos<br />

veteranos. Sentados en el suelo, como otros tantos cangrejos<br />

que se movieran <strong>de</strong> noche, comentaban <strong>la</strong>s características<br />

<strong>de</strong>l terreno.<br />

—<strong>El</strong> camino tiene tres ramas y <strong>la</strong> cuestión es saber por cuál<br />

<strong>de</strong> el<strong>la</strong>s vendrá Musashi. La mejor estrategia sería dividir a los<br />

hombres en tres pelotones, cada uno <strong>de</strong> los cuales se apostará<br />

en una rama. Entonces Genjiró y su padre pue<strong>de</strong>n quedarse<br />

aquí con un grupo <strong>de</strong> nuestros hombres más fuertes, unos diez<br />

en total, Miike, Ueda y los <strong>de</strong>más.<br />

—No, el terreno es <strong>de</strong>masiado abrupto para situar a un<br />

gran número <strong>de</strong> hombres en un solo lugar. Deberíamos apostarlos<br />

a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> los accesos, y se mantendrían ocultos hasta<br />

que Musashi esté a medio camino. Entonces pue<strong>de</strong>n atacarle<br />

por <strong>de</strong><strong>la</strong>nte y <strong>de</strong>trás al mismo tiempo.<br />

Menu<strong>de</strong>aban <strong>la</strong>s idas y venidas entre los miembros <strong>de</strong> los<br />

grupos, y sus sombras en movimiento parecían ensartadas en<br />

<strong>la</strong>nzas o <strong>la</strong>rgas vainas <strong>de</strong> espada. Pese a una ten<strong>de</strong>ncia general<br />

a subestimar a su enemigo, no había ningún cobar<strong>de</strong> entre<br />

ellos.<br />

—¡Ya viene! —gritó un hombre en el bor<strong>de</strong> exterior <strong>de</strong>l<br />

camino.<br />

Las sombras se <strong>de</strong>tuvieron. Cada samurai sintió una gélida<br />

punzada a través <strong>de</strong> sus venas.<br />

—Tranquilizaos. Sólo es Genjiro.<br />

—¡Pero si viene en un pa<strong>la</strong>nquín!<br />

—Bueno, no es más que un niño.<br />

Los faroles que se aproximaban lentamente y osci<strong>la</strong>ban <strong>de</strong><br />

un <strong>la</strong>do a otro bajo <strong>la</strong> he<strong>la</strong>da brisa <strong>de</strong>l monte Hiei parecían<br />

mortecinos en comparación con <strong>la</strong> luz <strong>de</strong> <strong>la</strong> luna.<br />

Unos minutos <strong>de</strong>spués, Genzaemon bajó <strong>de</strong> su pa<strong>la</strong>nquín<br />

y dijo:<br />

—Creo que ya estamos todos.<br />

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