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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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<strong>la</strong> vencidad que <strong>la</strong> habían visto en acción el año anterior, cuando<br />

<strong>de</strong>safió a Musashi en el Kiyomizu<strong>de</strong>ra y, a pesar <strong>de</strong> su irascibilidad,<br />

sentían hacia el<strong>la</strong> cierta afectuosa admiración.<br />

Cuando intentaba <strong>de</strong> nuevo terminar <strong>de</strong> coser <strong>la</strong> prenda <strong>de</strong><br />

viaje <strong>de</strong> Osugi, cuyas piezas habían sido <strong>de</strong>scosidas para <strong>la</strong>var<strong>la</strong>s,<br />

una sombra apareció en el exterior y oyó una voz <strong>de</strong>sconocida<br />

que <strong>de</strong>cía:<br />

—A ver si me he equivocado <strong>de</strong> sitio.<br />

Una mujer joven había llegado por el pasadizo que llevaba<br />

a <strong>la</strong> calle y estaba bajo un ciruelo, entre dos parce<strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntadas<br />

con cebol<strong>la</strong>s. Parecía nerviosa y un poco azorada, pero reacia a<br />

marcharse.<br />

—¿Es ésta <strong>la</strong> posada? —le preguntó a Otsü—. Así lo dice el<br />

farol a <strong>la</strong> entrada <strong>de</strong>l pasadizo.<br />

Otsü apenas podía dar créditos a sus ojos, tan doloroso era<br />

el recuerdo súbitamente reavivado.<br />

Creyendo que se había equivocado, Akemi le preguntó con<br />

timi<strong>de</strong>z:<br />

—¿En qué edificio está <strong>la</strong> posada? —Entonces, mirando a<br />

su alre<strong>de</strong>dor, reparó en <strong>la</strong>s flores <strong>de</strong>l ciruelo y exc<strong>la</strong>mó—: ¡Oh,<br />

qué bonitas son!<br />

Otsü miró a <strong>la</strong> muchacha sin <strong>de</strong>cir nada.<br />

Un empleado, al que había avisado una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s chicas que<br />

trabajaban en <strong>la</strong> cocina, dobló corriendo <strong>la</strong> esquina <strong>de</strong> <strong>la</strong> posada.<br />

—¿Estás buscando <strong>la</strong> entrada? —le preguntó.<br />

—Sí.<br />

—Está en <strong>la</strong> esquina, a <strong>la</strong> <strong>de</strong>recha <strong>de</strong>l pasadizo.<br />

—¿La posada da directamente a <strong>la</strong> calle?<br />

—Así es, pero <strong>la</strong>s habitaciones son tranqui<strong>la</strong>s.<br />

—Deseo un sitio don<strong>de</strong> pueda entrar y salir sin que nadie<br />

me vea. Creí que <strong>la</strong> posada estaba alejada <strong>de</strong> <strong>la</strong> calle. ¿No es<br />

esa casita parte <strong>de</strong> <strong>la</strong> posada?<br />

—Sí.<br />

—Parece un sitio bonito y tranquilo.<br />

—También tenemos algunas habitaciones muy bonitas en<br />

el edificio principal.<br />

—Parece ser que ahora se aloja ahí una mujer, pero ¿no<br />

podría alojarme yo también?<br />

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