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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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—¿Te has olvidado <strong>de</strong> Sasaki Kojiro?<br />

—No —se apresuró a <strong>de</strong>cir Matahachi—. Pero ¿por qué me<br />

l<strong>la</strong>mas Inugami? Me l<strong>la</strong>mo Hon'i<strong>de</strong>n, Hon'i<strong>de</strong>n Matahachi.<br />

—Lo sé, pero siempre te recordaré tal como te vi aquel<strong>la</strong><br />

noche en <strong>la</strong> avenida Gojó, haciendo muecas a una jauría <strong>de</strong><br />

chuchos extraviados. Creo que Inugami, el dios <strong>de</strong> los perros,<br />

es un buen nombre para ti.<br />

—¡Basta! Eso no es cosa <strong>de</strong> broma. Aquel<strong>la</strong> noche lo pasé<br />

fatal, gracias a ti.<br />

—No lo dudo. La verdad es que te he mandado l<strong>la</strong>mar porque<br />

quiero hacerte un favor para cambiar. Pasa y siéntate. Servidle<br />

sake, muchachas.<br />

—No puedo quedarme, pues tengo una cita en Seta y esta<br />

noche no puedo emborracharme.<br />

—¿A quién vas a ver?<br />

—A un hombre l<strong>la</strong>mado Miyamoto Musashi. Es un amigo<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> infancia y...<br />

—¿Miyamoto Musashi? ¿Quedaste citado con él cuando<br />

estabais en <strong>la</strong> posada <strong>de</strong>l puerto <strong>de</strong> montaña?<br />

—¿Cómo lo has sabido?<br />

—Verás, lo sé todo <strong>de</strong> ti, así como <strong>de</strong> Musashi. Encontré a<br />

tu madre... Osugi, ¿verdad?, en el templo <strong>de</strong>l monte Hiei, y me<br />

contó todas <strong>la</strong>s penalida<strong>de</strong>s que ha sufrido.<br />

—¿Has hab<strong>la</strong>do con mi madre?<br />

—Sí, es una mujer espléndida. La admiro, al igual que todos<br />

los sacerdotes <strong>de</strong>l monte Hiei. Traté <strong>de</strong> animar<strong>la</strong> un poco.<br />

—Enjuagó su taza en un cuenco <strong>de</strong> agua y <strong>la</strong> ofreció a Matahachi,<br />

diciendo—: Toma, bebamos juntos y acabemos con nuestra<br />

vieja enemistad. No hay ningún motivo para que te preocupes<br />

por Musashi si tienes a Sasaki Kojiro a tu <strong>la</strong>do.<br />

Matahachi rechazó <strong>la</strong> taza.<br />

—¿Por qué no bebes?<br />

—No puedo, he <strong>de</strong> irme.<br />

Matahachi empezó a levantarse, pero Kojiró le cogió con<br />

fuerza <strong>de</strong> <strong>la</strong> muñeca.<br />

—¡Siéntate!<br />

—Pero Musashi me está esperando.<br />

—¡No seas asno! Si atacas tú solo a Musashi, te matará en<br />

el acto.<br />

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