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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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ocurrir algo terrible, por lo que han cerrado sus tiendas temprano.<br />

Me han dicho que más allá <strong>de</strong>l barrio, hacia el campo <strong>de</strong><br />

equitación, hay por lo menos un centenar <strong>de</strong> hombres.<br />

Los visitantes se quedaron impresionados, no sólo por el<br />

informe sino también por el hecho <strong>de</strong> que Yoshino hubiera tomado<br />

semejante precaución. Tan sólo Kóetsu tenía un atisbo<br />

<strong>de</strong> que podría haber ocurrido algún inci<strong>de</strong>nte.<br />

Yoshino había supuesto que sucedía algo cuando vio <strong>la</strong><br />

mancha <strong>de</strong> sangre en <strong>la</strong> manga <strong>de</strong> Musashi.<br />

—Ahora que sabes lo que hay ahí afuera, Musashi, tal vez<br />

estés incluso más <strong>de</strong>cidido a marcharte, sólo para <strong>de</strong>mostrar<br />

que no tienes miedo —le dijo <strong>la</strong> cortesana—. Pero te ruego que<br />

no hagas nada temerario. Si tus enemigos piensan que eres un<br />

cobar<strong>de</strong>, siempre pue<strong>de</strong>s <strong>de</strong>mostrarles mañana que no lo eres.<br />

Esta noche has venido aquí para re<strong>la</strong>jarte, y es lo propio <strong>de</strong> un<br />

hombre apurar el goce hasta satisfacer los <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> su corazón.<br />

Los Yoshioka quieren matarte y, ciertamente, no es ninguna<br />

<strong>de</strong>shonra evitar tal cosa. Incluso muchos con<strong>de</strong>narían <strong>la</strong><br />

pobreza <strong>de</strong> tu juicio si insistieras en dirigirte a su trampa.<br />

»Está <strong>la</strong> cuestión <strong>de</strong> tu honor personal, por supuesto, pero<br />

te ruego que te <strong>de</strong>tengas a consi<strong>de</strong>rar los trastornos que una<br />

refriega causaría a <strong>la</strong> gente <strong>de</strong>l barrio. Las vidas <strong>de</strong> tus amigos<br />

también correrían peligro. En tales circunstancias, lo único<br />

pru<strong>de</strong>nte es que te que<strong>de</strong>s aquí.<br />

Sin esperar su respuesta, Yoshino se volvió hacia los <strong>de</strong>más<br />

hombres y les dijo:<br />

—Creo que vosotros podéis marcharos, siempre que tengáis<br />

cuidado por el camino.<br />

Un par <strong>de</strong> horas <strong>de</strong>spués dieron <strong>la</strong>s cuatro. <strong>El</strong> sonido distante<br />

<strong>de</strong> música y cantos se había <strong>de</strong>svanecido. Musashi, sentado<br />

en el umbral <strong>de</strong> <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> don<strong>de</strong> estaba el hogar, era un solitario<br />

prisionero en espera <strong>de</strong>l alba. Yoshino permanecía al <strong>la</strong>do<br />

<strong>de</strong>l fuego.<br />

—¿No tienes frío ahí? —le preguntó—. Ven aquí y estarás<br />

caliente.<br />

—No te preocupes por mí y vete a <strong>la</strong> cama. Cuando salga el<br />

sol, me iré.<br />

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