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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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oban todo, caballos, verduras, cualquier cosa. Todo esto me<br />

parece obra suya.<br />

La brisa comenzaba como un susurro, crecía hasta convertirse<br />

en ráfagas violentas y entonces rugía entre los árboles y<br />

hacía estragos con <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas más pequeñas.<br />

Durante un intervalo <strong>de</strong> calma en el que pesaba como una<br />

amenaza el silencio <strong>de</strong> <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s, Gonnosuke alzó <strong>la</strong> antorcha<br />

y esperó a que Musashi llegara a su <strong>la</strong>do.<br />

—Lo siento —le dijo—, pero nadie parece saber nada <strong>de</strong><br />

ellos. Sólo hay otra casa entre aquí y el estanque. Está <strong>de</strong>trás<br />

<strong>de</strong> aquel bosque. Su propietario trabaja en el campo a tiempo<br />

parcial y luego caza. Si él no pue<strong>de</strong> ayudarnos, no hay ningún<br />

sitio más don<strong>de</strong> podamos buscar.<br />

—Gracias por <strong>la</strong> molestia que te has tomado. Ya hemos visitado<br />

más <strong>de</strong> diez casas, por lo que supongo que no hay muchas<br />

esperanzas <strong>de</strong> que an<strong>de</strong>n por aquí. Si no averiguamos nada en<br />

esa próxima casa, abandonemos <strong>la</strong> búsqueda y regresemos.<br />

Era medianoche pasada. Musashi había esperado que por<br />

lo menos encontrarían algún rastro <strong>de</strong> Jótaró, pero nadie le<br />

había visto. Las <strong>de</strong>scripciones <strong>de</strong> Otsü no habían obtenido más<br />

que miradas <strong>de</strong> incomprensión y esas <strong>la</strong>rgas pausas que caracterizan<br />

a los campesinos.<br />

—Si estás preocupado por <strong>la</strong> caminata, para mí no es ningún<br />

problema. Podría pasarme toda <strong>la</strong> noche andando. ¿Son <strong>la</strong><br />

mujer y el muchacho servidores tuyos? ¿Hermano y hermana?<br />

—Son <strong>la</strong>s personas más próximas a mí.<br />

A cada uno le habría gustado preguntar al otro más acerca<br />

<strong>de</strong> sí mismo, pero Gonnosuke guardó silencio, avanzó uno o<br />

dos pasos y guió a Musashi a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> un estrecho sen<strong>de</strong>ro<br />

hacia el estanque <strong>de</strong> Nobu.<br />

Musashi sentía curiosidad por <strong>la</strong> pericia <strong>de</strong> Gonnosuke con<br />

el bastón y cómo <strong>la</strong> había adquirido, pero su sentido <strong>de</strong>l <strong>de</strong>coro<br />

le impedía preguntárselo. Pensaba que su encuentro con aquel<br />

hombre se <strong>de</strong>bía a un acci<strong>de</strong>nte y a su propia impru<strong>de</strong>ncia,<br />

pero <strong>de</strong> todos modos se sentía agra<strong>de</strong>cido en extremo. ¡Qué<br />

<strong>de</strong>safortunado habría sido per<strong>de</strong>rse <strong>la</strong> exhibición <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>slumbrante<br />

técnica <strong>de</strong> aquel gran luchador!<br />

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