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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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<strong>de</strong>l Daitokuji, pasé por casa <strong>de</strong> Koetsu para ver si Musashi estaba<br />

allí. Koetsu no le ha visto y cree que <strong>de</strong>be <strong>de</strong> estar todavía<br />

en <strong>la</strong> Ógiya. Su madre estaba tan preocupada que escribió una<br />

carta a Yoshino Dayü pidiéndole que enviara a Musashi a casa<br />

en seguida.<br />

—Ah —exc<strong>la</strong>mó el señor Mitsuhiro, enarcando <strong>la</strong>s cejas,<br />

medio sorprendido y medio envidioso—. ¿De modo que está<br />

todavía con Yoshino?<br />

—Parece ser que Musashi no es más que un hombre como<br />

cualquier otro. Aunque parezcan diferentes cuando son jóvenes,<br />

siempre resulta que son iguales.<br />

—Yoshino es una mujer extraña. ¿Qué ve en ese espadachín<br />

inculto?<br />

—No pretendo compren<strong>de</strong>r<strong>la</strong>, como tampoco comprendo a<br />

Otsü. C<strong>la</strong>ro que, en realidad, no comprendo a <strong>la</strong>s mujeres en<br />

general. Todas me parecen un poco enfermas. En cuanto a Musashi,<br />

supongo que es hora <strong>de</strong> que llegue a <strong>la</strong> primavera <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

vida. Ahora es cuando comienza su verda<strong>de</strong>ro adiestramiento,<br />

y confiemos en que le entre en <strong>la</strong> cabeza que <strong>la</strong>s mujeres son<br />

más peligrosas que <strong>la</strong>s espadas. No obstante, nadie pue<strong>de</strong> resolverle<br />

sus problemas, y no creo que pueda hacer más que<br />

<strong>de</strong>jarle solo.<br />

Un poco incómodo por haber hab<strong>la</strong>do así <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> Jótaró,<br />

el monje se apresuró a dar <strong>la</strong>s gracias y <strong>de</strong>spedirse <strong>de</strong> su<br />

anfitrión, solicitándole por segunda vez que permitiera quedarse<br />

un poco más a Otsü y Jótaro.<br />

<strong>El</strong> antiguo dicho <strong>de</strong> que los viajes <strong>de</strong>ben comenzarse por <strong>la</strong><br />

mañana no significaba nada para Takuan. Estaba <strong>de</strong>cidido a<br />

marcharse y así lo hizo, aunque el sol estaba ya muy entrado en<br />

el oeste y ya <strong>de</strong>scendía el crepúsculo.<br />

Jótaró corrió a su <strong>la</strong>do, tirándole <strong>de</strong> <strong>la</strong> manga.<br />

—Por favor, vuelve y díle una pa<strong>la</strong>bra a Otsü. Ha estado<br />

llorando <strong>de</strong> nuevo y no puedo hacer nada por animar<strong>la</strong>.<br />

—¿Habéis hab<strong>la</strong>do los dos <strong>de</strong> Musashi?<br />

—Me pidió que te preguntara cuándo va a venir. Si él no<br />

viene, me temo que podría morirse.<br />

—No tienes que preocuparte por esa posibilidad. Limítate<br />

a <strong>de</strong>jar<strong>la</strong> en paz.<br />

—Dime, Takuan, ¿quién es Yoshino Dayü?<br />

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