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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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—No me estás escuchando.<br />

Jótaró no podía retener <strong>la</strong>s lágrimas.<br />

—Pero..., pero lo siento mucho por el<strong>la</strong>. Si le digo que te<br />

has negado a ver<strong>la</strong>, empeorará, estoy seguro.<br />

—Por eso tienes que darle mi mensaje. Dile que vernos no<br />

nos hará ningún bien mientras todavía esté adiestrándome<br />

como guerrero. He elegido un camino <strong>de</strong> disciplina, el cual requiere<br />

que supere mis sentimientos y lleve una vida estoica llena<br />

<strong>de</strong> penurias. Si no lo hago así, nunca encontraré <strong>la</strong> luz que<br />

busco. Piénsalo, Jótaró. También tú tendrás que seguir ese camino,<br />

pues <strong>de</strong> lo contrario nunca llegarás a ser un guerrero<br />

digno.<br />

<strong>El</strong> muchacho no <strong>de</strong>cía nada, aunque seguía sollozando.<br />

Musashi le ro<strong>de</strong>ó con un brazo y le estrechó contra él.<br />

—Uno nunca sabe cuándo terminará el <strong>Camino</strong> <strong>de</strong>l Samurai.<br />

Cuando yo muera, <strong>de</strong>bes buscarte un buen maestro. Ahora<br />

no puedo ver a Otsü, porque sé que, a <strong>la</strong> <strong>la</strong>rga, será más feliz si<br />

no nos vemos. Y cuando encuentre <strong>la</strong> felicidad, compren<strong>de</strong>rá<br />

lo que siento ahora. Esa luz..., ¿estás seguro <strong>de</strong> que es <strong>la</strong> <strong>de</strong> su<br />

habitación? Debe <strong>de</strong> sentirse so<strong>la</strong>. Anda, vete a dormir.<br />

Jótaró empezaba a compren<strong>de</strong>r el dilema <strong>de</strong> Musashi, pero<br />

había un rastro <strong>de</strong> malhumor en su actitud, allí en pie <strong>de</strong> espaldas<br />

a su maestro. Comprendía que no podía insistir más a Musashi.<br />

Alzó el rostro arrasado en lágrimas y se aferró al último<br />

rayo <strong>de</strong> esperanza.<br />

—Cuando hayas terminado tus estudios, ¿verás a Otsü y<br />

harás <strong>la</strong>s paces con el<strong>la</strong>? Lo harás, ¿verdad? Cuando creas que<br />

has estudiado lo suficiente.<br />

—Sí, cuando llegue ese día.<br />

—¿Cuándo será?<br />

—Es difícil saberlo.<br />

—¿Dos años, quizá? —Musashi no le respondió—. ¿Tres<br />

años?<br />

—<strong>El</strong> camino <strong>de</strong> <strong>la</strong> disciplina no tiene final.<br />

—¿No volverás a ver a Otsü durante el resto <strong>de</strong> tu vida?<br />

—Si el talento con que nací es a<strong>de</strong>cuado, pue<strong>de</strong> que algún<br />

día alcance mi objetivo. De lo contrario, es posible que siga<br />

siendo tan estúpido como lo soy ahora. Pero ahora me enfren-<br />

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