07.12.2012 Views

Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

hubiera recorrido cuarenta pasos, Musashi vio al primer hombre<br />

<strong>de</strong> ese contingente. Según <strong>la</strong>s leyes ordinarias <strong>de</strong> <strong>la</strong> física,<br />

pronto estaría atrapado entre aquellos hombres y los que le<br />

perseguían, pero cuando <strong>la</strong>s dos fuerzas colisionaron, él ya no<br />

estaba allí.<br />

—¡Musashi! ¿Dón<strong>de</strong> estás?<br />

—Venía por aquí. ¡Le he visto!<br />

—¡Tiene que haber venido!<br />

—¡No está aquí!<br />

La voz <strong>de</strong> Musashi se elevó por encima <strong>de</strong>l confuso parloteo.<br />

—¡Aquí estoy!<br />

Saltó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> sombra <strong>de</strong> una roca al centro <strong>de</strong>l camino,<br />

<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> los samurais que regresaban, <strong>de</strong> modo que los tenía a<br />

todos ellos a un <strong>la</strong>do. Pasmados por aquel veloz cambio <strong>de</strong> posición,<br />

los hombres <strong>de</strong> Yoshioka cargaron contra él tan rápidamente<br />

como pudieron, pero en el estrecho camino no podían<br />

concentrar sus fuerzas. Consi<strong>de</strong>rando el espacio necesario para<br />

hacer girar una espada, habría sido peligroso incluso para sólo<br />

un par <strong>de</strong> ellos que hubieran tratado <strong>de</strong> avanzar <strong>de</strong> frente.<br />

<strong>El</strong> hombre que estaba más cerca <strong>de</strong> Musashi se tambaleó<br />

hacia atrás, empujando al que estaba <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> él contra el grupo<br />

que avanzaba. Durante un rato todos ellos se <strong>de</strong>batieron<br />

impotentes, <strong>la</strong>s piernas torpemente entre<strong>la</strong>zadas. Pero <strong>la</strong>s<br />

muchedumbres no ce<strong>de</strong>n fácilmente. Aunque les asustaba <strong>la</strong><br />

rapi<strong>de</strong>z y ferocidad <strong>de</strong> Musashi, los hombres no tardaron en<br />

confiar en su fuerza colectiva. Con un rugido incitador, prosiguieron<br />

su avance, nuevamente convencidos <strong>de</strong> que un solo espadachín,<br />

por extraordinario que fuese, no podría enfrentarse<br />

a todos ellos.<br />

Musashi luchó como un nadador sobre el que se abaten o<strong>la</strong>s<br />

gigantescas. Golpeaba, retrocedía uno o dos pasos, prestando<br />

necesariamente más atención a <strong>la</strong> <strong>de</strong>fensa que al ataque. Incluso<br />

se abstuvo <strong>de</strong> herir a dos hombres que tropezaron y eran<br />

fáciles presas a su alcance, por dos motivos: porque su pérdida<br />

sólo le reportaría un magro beneficio y porque, si fal<strong>la</strong>ba, se<br />

vería expuesto a <strong>la</strong>s <strong>la</strong>nzadas <strong>de</strong>l enemigo. Era posible juzgar<br />

con precisión el radio <strong>de</strong> alcance <strong>de</strong> una espada, pero no el <strong>de</strong><br />

una <strong>la</strong>nza.<br />

252

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!